2: Chosen

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Entramos y los jueces nos esperaban frente a 40 minicocinas.
-Aspirantes, hoy os toca hacer un postre para entrar -dijo Samantha.
-Tenéis 3 minutos para coger los ingredientes necesarios y 45 para hacer un postre. Y empiezan en 3, 2, 1, ¡YA! -gritó Pepe.
Yo salí a velocidad de atleta de élite (o sea, corriendo como pude en medio de tanta gente) al supermercado y cogí lo necesario para unas magdalenas de jengibre y canela con topping de limón.
Miré nerviosamente a Sam mientras colocaba las cosas en su sitio y vi que él me hacía un gesto de aprobación al ver mis cosas.
Preparé las tres magdalenas lo mejor que pude y les puse el topping cuando se enfriaron. Luego esperé pacientemente, ya que cada vez que los jueces pasaban yo me daba la vuelta y cogía algo para que no preguntaran. Mi concentración era tal que mi delantal ponía la frase más pequeña y simple: 'Hello, sweetie'.
Cuando le tocó a Sam le deseé suerte, y al parecer sirvió porque volvió con el delantal.
Dijeron mi nombre y Sam me colocó la chaqueta en su sitio con una sonrisa.
La chaqueta de uniforme prestigioso de universidad, con la falda y los zapatos del uniforme eran negros con líneas blancas y un pañuelo verde en el cuello. Y mi estrella en el pelo, claro.
Entré con el carrito en el que llevaba el plato.
Samantha me asintió. Ella ya había probado el plato.
Jordi probó una y volvió a su sitio sin mediar palabra.
Pepe bajó y agarró una, para morderla y masticar mientras miraba el delantal detenidamente. Yo seguí su mirada y vi la imagen de una manzana con un mordisco y la frase 'La esperanza es lo último que se pierde'.
-Hay un reto que me gustaría proponerte -dijo, tras terminarse la magdalena entera.
Asentí en silencio.
-No te he visto soltarte ni un poco. Como si cada gesto fuera ensayado y mecánico. Así que... báilame algo, anda.
-No se me da muy bien -murmuré- tirando a elefante en una cacharrería. Pero... -dudé un segundo- puedo cantar algo.
-Por favor -sonrió Pepe.
-Pero necesito un enchufe.
Samantha me señaló uno, un pelín sorprendida.
Yo me agaché y saqué lo único que tenía a mano para tocar: mi violín eléctrico. Y sí, lo llevo siempre encima.
Luego lo preparé con rapidez y me puse a tocar mientras cantaba "Shatter Me" de Lzzy Hale.
Mientras cantaba, sentí el familiar tirón en el estómago mientras mis dedos bailaban sobre el violín, mis ojos cerrados y mi cuerpo siguiendo el compás, desde la parte más lenta hasta el ritmo frenético después del estribillo.
Cuando acabé guardé los cables y el violín antes de dar media vuelta y disponerme a irme.
-¿Adónde te crees que vas? -me preguntó Jordi.
Me detuve y oí sus pasos acercarse. Me di la vuelta.
-Se te olvida recoger esto -me tendió un delantal.
Yo sonreí y lo tomé.
-¡Gracias, chef!
-De nada. Y bonita canción. Tocas muy bien.
Me dispuse a irme.
-Espera -una mano me agarró del hombro.
Me asusté tanto que por poco tiro el violín. Luego me volví, nerviosa.
-¿Sí?
-Pero no huyas, mujer. Venga, vuelve al sitio que te hacemos unas preguntas.
Me di la vuelta y me encaminé hacia donde estaba media magdalena. Bueno, había desaparecido.
-¿Cómo te llamas? -preguntó Samantha mientras Jordi se sentaba.
-S... Alice Rodríguez.
Pepe sonrió.
-¡Anda! El mismo apellido que yo. ¿A qué te dedicas?
-Informática y Tecnología en general, pero soy música en tiempo libre. Y me encanta la cocina.
-¿Cuándo empezaste a cocinar? -preguntó Jordi.
-A los 10 años, digamos que no me quedó otra. Mis padres... bueno, ellos están muertos, crecí con mi hermano y él trabajaba para mantenernos. Yo pronto tuve que aprender estas cosas y cuidamos el uno del otro.
-Lo siento -dijo Samantha-. ¿Viniste con tu hermano o algún amigo?
-Vine sola. Amigos no tengo demasiados, a parte del trabajo. Y mi hermano... ya ni lo veo. Nos separamos a los 17 años. Míos, claro.
-¿Cómo se llama?
-Sam -dije su nombre actual.
-No te molestaremos más -dijo Pepe-. Puedes irte.
Salí y automáticamente me tiré sobre Sam con el delantal en la mano.
Se nos informó de dónde viviríamos y nos trasladamos. Yo no llevé casi nada, y me puse en la habitación junto a Lucía, Bárbara y Beatriz, las cuales eran hermanas. Las tres.
Afortunadamente mi aspecto no fue un problema y me integré con ellas.
Unos minutos más tarde, bajé a almorzar con los demás, y me fui directamente con Sam, que estaba con unos chicos.
-Sammy -me asesinó con la mirada-. ¿Cómo andas?
-Todo bien, Ally.
Entonces me presenté a los demás chicos.
-Soy Alice.
-Carlos -se presentó un rubio de ojos grises.
-Marcos -me sonrió un chico castaño de ojos verdes.
-Gabriel -murmuró un chico con gafas y pelo negro.
-Bueno, hasta otra -sonreí.
Fuia una mesa un poco apartada pero cerca de los jueces, que venían a "ver si alguien moría el primer día" y me dejé caer en mi silla.
-Un poquito de educación -murmuró Sam.
Le gruñí y él me devolvió el gruñido, su pelo cayendo en su cara y volviéndose rojo fuego, el mío elevándose a mi alrededor y soltando destellos azules.
-¿¡Tengo que cortarte la garganta para que dejes de criticarme!? -pregunté, o más bien grité.
-¿¡Tengo que arrancarte las piernas para que te entre en la cabeza de sentarte bien!? -me amenazó.
Le apunté con el cuchillo.
-¡Quizás sólo te pinche los ojos para que no me veas!
-¡Quizás entonces te corte las orejas para que dejes de oírme!
-¡Parad! -exclamó Jordi.
Nos giramos a verlo, y noté que nos miraba alternadamente, en actitud defensiva.
Miré a Sam y sonreí mientras mi pelo se dejaba caer en su lugar sin el color azul y Sam se colocaba su pelo, violeta como siempre, tras su oreja, con su sonrisa de siempre.
-A veces odio a los que nos hicieron esto.
Le sonreí y le acaricié la mejilla, apartando un mechón rebelde.
-Si no fuera así -admití- no sabría quién soy.
Miramos a Jordi, que nos miraba con una mezla de asombro, enfado y... miedo.
-Se vienen conmigo. AHORA.
Asentimos y fuimos tras él.
Los otros jueces nos siguieron.
-¿A qué vino esa escena? -nos reprendió Pepe.
Miré a Sam, quien me rodeó los hombros con su brazo y me acercó a él.
-Trastorno de personalidad múltiple -resumió escuetamente.
-Eso es muy dulce, cariño, para un lavado de cerebro. No solemos hacer daño a nadie, y en general controlamos. Yo más, obviamente.
-Ya te gustaría.
-Solamente de vez en cuando, generalmente en privado, damos rienda suelta a... Mr Hyde. A veces salen cuando nos enfadamos...
-... o tenemos miedo...
-... estamos en grave peligro...
-... sentimos mucho dolor...
-Parad de hacer eso -se quejó Jordi-. Da mal rollo.
Nos miramos y empezamos a reírnos.
Un poco histéricamente, pero era de aliviar la tensión.
Abracé a Sammy y luego le sonreí a los jueces.
Una sonrisa sincera y brillante.
Los jueces nos miraron algo sorprendidos, supongo que era la primera vez que sonreíamos de verdad. Bueh, que se acostumbren. Mi familia no verá esto, y si lo hace, que se joda.
A mí la sonrisa no me la quita ni una invasión alienígena.

Helado de limón y chocolate [Jordi Cruz] [Masterchef]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora