13: Sonrisas y lágrimas, segunda parte

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-¿Qué ocurre, Gabriel?-pregunté al llegar a la cocina.

-Aquí no, pueden vernos.

-¿Qué-?

Él me colocó un a mano en la boca y me guió hasta el plató.

-¿Qué hacemos aquí? -le pregunté.

-Tenemos que hablar, Saphira.

Me sobresalté. Casi nadie me conocía por ese nombre.

-Eh...

-Te oí hablar con Halina antes. Y ahora que lo sé... -me miró intensamente- No aguanto más.

-¿Qué quieres decir con eso?

Él sonrió.

-Vamos, también te has dado cuenta. Entre nosotros hay algo.

-Sí -él sonrió aún más-. Una amistad.

Su sonrisa se borró.

-No lo entiendes. Estamos hechos el uno para el otro. Eres la mujer perfecta para mí. Linda, alegre, vivaz, inteligente, valiente, fuerte, y sobre todo... -me acorraló contra una cocina- te quiero.

-Mira, te aprecio mucho, pero... -traté de apartarlo- sólo te veo como un amigo.

Él me miró fijamente y luego negó con la cabeza.

-No me mientas.

-No lo hago.

-¡No puedes rechazarme!

-De hecho, mira tú por dónde, es lo que estoy haciendo. ¡Apártate!

El hombre se negó categóricamente a moverse.

-Si no puede ser por las buenas, será por las malas. Si tú no estás conmigo, despídete de Sam.

-Te cortará las manos antes de que puedas tocarlo -me reí.

-¿Ah, sí? ¿Qué me dices entonces del chef?

Mi sonrisa se borró de mi cara.

-Déjalo fuera de esto.

-Así que te gusta. Por eso me rechazaste.

Me sonrojé.

-¿Qué? No, ¡claro que no me gusta!

Algo más lejos, el chef en cuestión lo oía todo mientras se acercaba cautelosamente desde el supermercado.

-Mejor así.

Gabriel me besó rudamente, sujetando mi cara con ambas manos. Cuando me negué a corresponderle el beso, me mordió el labio inferior hasta que accedí a abrir la boca.

Cuando al fin se separó de mi, me sonrió.

-Ni se te ocurra gritar o hablarle de esto a nadie -susurró-. A menos que quieras ir al entierro del chefcito.

Volvió a besarme. Yo me quedé quieta, esperando el mejor momento para luchar o huir.

De repente una de sus manos empezó a toquetearme y me empecé a cabrear.

En ese mismo instante, con un grito, Jordi salió de las sombras y corrió hacia Gabriel.

-¡ALÉJATE DE ELLA, BASTARDO! -gritó.

Esto se parece a la típica escena en la que el héroe salva a la damisela en apuros, pensé.

Unos segundos más tarde, Gabriel se dio la vuelta y le estampó el puño en la cara a Jordi, rompiéndole la nariz y dejándolo semiinconsciente en el piso.

Creo que hablé demasiado rápido...

-¡Oye! ¡Quedamos en que no le harías daño!

-No te preocupes, está consciente... así podrá ver esto antes de morir-volvió a empujarme y a besarme.

Y una mierda.

Me empujó hacia abajo hasta que estuve de rodillas.

-Mi turno -sonreí antes de darle un codazo con fuerza en la entrepierna

-Esto por Jordi.

[FlashBack]

-Eres pequeña y no muy fuerte, de modo que golpea con las articulaciones en zonas blandas

[Fin FlashBack]

-Como tú digas -sonreí y, mientras se doblaba por el dolor, me levanté y golpeé sus costillas con el mismo codo.

-Esto, por mentir.

Oí el crujido de los huesos al romperse y golpeé con las manos unidas su nuca con poca fuerza, mientras levantaba mi rodilla frente a su cara.

La cara de Gabriel impactó contra mi rodilla y las gafas cayeron al suelo, fracturadas.

-Y esto, por que sí.

El hombre, de 1'85 metros, cayó al suelo con la nariz, las gafas, las costillas y la dignidad rotas.

Me incliné junto a Jordi, que estaba en el suelo, sangrando abundantemente por la nariz, y lo examiné atentamente.

Aún estaba vagamente consciente. Miré de nuevo su nariz y, de un fuerte tirón, se la enderecé.

-¡¡¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHH!!!!!! -gritó.

-Llorica -me burlé.

Con el ruido de la pelea y el grito de Jordi, la gente se había empezado a preguntar qué pasaba, por lo que pronto vi la bata rosa con estampado floral de Samantha asomarse por un lado, junto a un Pepe muy dormido y más despeinado que Jordi en un día de viento.

Me levanté y agarré a Jordi en brazos, cargándolo al estilo princesa.

-Joder, para tan poca cosa que es y lo que pesa el tío este -murmuré.

Lo llevé con cuidado a su habitación y luego volví para ver a Gabriel. Él aún seguía en el suelo, gimiendo de dolor.

-¡Alice! ¿¡Qué has hecho!? -gritó Sam.

Le informé de lo ocurrido y él me miró fijamente.

-¿Y por qué sigue vivo?

-¿Ves? Ya empiezas a hacer las preguntas correctas. ¡Por la policía, idiota!

-Ah, es verdad... Aquí el homicidio es ilegal.

Pepe y Samantha nos miraron como si fuéramos de otro planeta.

-¿Alice? -preguntó Pepe- T-Tú... ¿Tú has hecho esto?

-Lo de Jordi fue cosa de Gabriel. Lo mío fue para defendernos.

-Eh...

Expuse con pelos y señales lo que había ocurrido y luego saqué la grabadora de mi bolsillo.

-Aquí tienen la grabación -se la entregué.

La escuchamos completa y Sam se fue cabreando más y más.

-¿Dónde está? Voy a acabar el trabajo -gruñó.

Lo calmé un poco y luego miré a Jordi, que estaba acostado en la cama y aún no se despertaba.

-¿Y el bello durmiente? -preguntó Pepe- No podemos aplazar otra grabación por él.

-Mañana se despertará. Solo estará cansado, estresado, dolorido y bastante confundido, pero sobrevivirá -dije tranquilamente.


Helado de limón y chocolate [Jordi Cruz] [Masterchef]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora