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El cielo se va oscureciendo poco a poco, y a través de la ventana, puedo ver llegar las limusinas de los reinos que no están presentes

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El cielo se va oscureciendo poco a poco, y a través de la ventana, puedo ver llegar las limusinas de los reinos que no están presentes.

Miro el reloj en la pared, viendo que ha pasado más de una hora desde que Chloe está en el baño.

Cuando decido ir a la puerta del baño para preguntar si estaba bien, ella abre, dándome una visión de su cuerpo cubierto por una bata, y su cara en un maquillaje impecable.

Sus rizos están bien definidos y medio pegados detrás, con mechones sueltos en la parte delantera, lo que la hace más encantadora y elegante.

- Perdón por la demora - ella abre una sonrisa insípida, dando un paso adelante, poniéndose frente a mí.

- guau, estás increíble - digo, admirando cada detalle tuyo.

Chloe se sonroja, sus mejillas se ponen rojas y ella baja la mirada, avergonzada.

- gracias - dice en voz baja, todavía sonriendo. - ¿quién entregó esta caja? - ella mira a su cama, viendo una caja con una gran cinta azul.

- Yo, es un regalo para esta noche - digo, yendo a su cama, tomando la caja en la mano con cuidado. - siéntate aquí - pido, señalando la cama frente a mí.

Chloe se sienta, mirando curiosa a la caja, ansiosa por descubrir qué hay aquí dentro.

Respiré hondo y me arrodillé, viendo a Chloe mirarme asombrada, como si fuera a pedir algo serio. Me río, apoyando la caja en mi regazo, viendo su pecho subir y bajar.

- Relájate, princesa, no te voy a pedir matrimonio - digo y ella inclina la cabeza hacia un lado, y en sus labios aparece una linda sonrisa.

- ¿Eso iba a ser reconfortante? - pregunta, apoyando los brazos hacia atrás en la cama.

- ¿Sí? - frunzo el ceño, mirándola sonreír.

- ¡Muéstrame pronto lo que hay ahí! - ella ordena, mirándome seriamente ahora - por favor - se inclina, acercando su cara.

No puedo evitar mirar sus labios que llevan un brillo irresistible y llamativo. Vaya.

Retiro la cinta con cuidado, abriendo la caja con cuidado, topándome con el par de tacones de cristal, tan delicados como ella.

Oigo a Chloe gemir emocionada, haciéndome mirar hacia ella, viéndola poner las manos frente a su boca.

Sus ojos están brillantes, rebosantes de lágrimas, haciéndome sonreír satisfecha.

- ¿Te gustó? - pregunto, y ella da un pequeño salto antes de agarrarme la cara y besarme rápidamente.

- ¡Me encantó! ¡Red! ¡Dios mío! No puedo creer que estés haciendo esto - dice ella poniendo el dedo debajo de los ojos, evitando que las lágrimas bajen.

Sé que esta tradición del famoso zapatito de cristal es algo importante para Chloe, que soñaba con ello desde pequeña.

- ¿Puedo? - pregunto, sosteniendo su pie con delicadeza, viéndola mover la cabeza frenéticamente, aceptando, haciéndome reír.

ENTRE CARTAS - CHLOEDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora