Capítulo 16 | Ya no es por Chat

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El aire fresco golpeó sus rostros cuando salieron de la cueva. El contraste entre la oscuridad que los rodeaba y la luz del exterior fue tan fuerte que Lía parpadeó, acostumbrándose lentamente a la claridad del día. El suelo bajo sus pies era pedregoso y difícil de caminar, pero al menos ya no sentían el peso claustrofóbico que había estado suspendido sobre ellos durante todo ese tiempo. La salida los había liberado, pero el silencio entre ellos era aún más denso que antes.

Max caminó unos pasos delante de ella, sin mirar atrás. Lía no sabía si era por la misión o si aún estaba procesando lo que había sucedido en la cueva. La forma en que sus palabras flotaban en el aire no dejaba de rondar en su cabeza. Max había sido claro, había sido sincero, y sin embargo, algo en el ambiente seguía siendo tenso, como si las palabras que aún quedaban por decir se negaran a salir.

El espacio entre ellos estaba cargado. Aunque las palabras se habían detenido, los sentimientos, aquellos complicados y confusos sentimientos, no lo hacían. Lía lo observaba de reojo mientras seguía caminando, la espalda de Max tan rígida que le resultaba casi imposible leer lo que pensaba.

"¿Realmente pensó que yo podría...?" Lía se detuvo en seco, sacudiendo la cabeza y apretando la esfera en sus manos.

Cuando la tocaba, sentía que algo la conectaba a la misión, como si cada pista que descubrían los acercara más a la verdad que aún se les escapaba. Pero, por alguna razón, sus pensamientos seguían volviendo a lo que había pasado entre ella y Max, a esa cercanía tan intensa, a las palabras que aún no sabía cómo procesar.

Max, mientras tanto, caminaba sin pronunciar palabra, pero en su interior, todo era un torbellino. "¿Realmente lo dije? ¿Lo dije en voz alta? ¿Cómo se supone que siga actuando después de eso?" Los pensamientos de Max eran un revoltijo de dudas, pero también de una extraña satisfacción. Cada vez que veía a Lía, su corazón latía con más fuerza, y si bien no quería presionarla, no podía negar lo que sentía. "¿Y si ella también siente lo mismo? ¿O es solo el momento? ¿Solo la misión?"

Cada paso que daba lo acercaba a la verdad. De alguna manera, todo lo que había vivido hasta ese momento le decía que necesitaba estar más cerca de Lía, aunque sus propias emociones lo hicieran tambalear. Sabía que la misión debía ser la prioridad, pero la conexión que sentía con ella lo dejaba dividido.

Lía levantó la vista, observando el cielo despejado sobre ellos, los árboles que rodeaban el camino y las sombras que se alargaban a medida que avanzaban. Sin embargo, su mente seguía atrapada en la misma pregunta. "¿Por qué Erin? ¿Por qué no vi lo que Max sentía?"

Era como si de alguna forma hubiese estado tan centrada en los demás, en lo que pensaban o esperaban de ella, que nunca había sido capaz de ver lo que estaba justo frente a sus ojos. Max había sido una constante, sí, pero hasta ese momento ella había preferido ignorarlo, convencida de que sus sentimientos eran solo un juego o una ilusión. ¿Cómo había sido tan ciega?

¿Lía? —Max la miró de reojo, notando la distancia entre ellos, no solo física, sino emocional.

Ella levantó la cabeza y lo miró con una ligera sonrisa, pero algo en su rostro denotaba que aún no podía dejar ir el peso de la conversación previa. No dijo nada, solo asintió, reconociendo que no sabía qué decir, pero tampoco quería hacer que la situación fuera aún más incómoda de lo que ya era.

Lo sé. —Max suspiró, como si hubiera entendido lo que ella pensaba sin que ella lo dijera. — No soy un experto en esto, Lía. Pero... si en algún momento quieres hablar... ya sabes dónde encontrarme.

Lía lo miró de nuevo, la seriedad en sus ojos era inconfundible, pero al mismo tiempo había algo en su expresión que la hacía sentir más cerca de él. Tal vez no todo estaba resuelto, tal vez los sentimientos que ambos guardaban necesitaban tiempo, pero por primera vez en mucho tiempo, Lía sintió que había algo genuino, algo más allá de la misión.

Gracias, Max. Pero ahora no es el momento. —Lía respondió con una sonrisa pequeña, sabiendo que no podía desviar su atención de lo que realmente importaba. La misión. La esfera.

Sin embargo, mientras avanzaban, el camino se volvía cada vez más difícil. El mapa que la esfera había mostrado había sido más que claro: ellos no solo buscaban respuestas, sino también pistas más profundas sobre lo que había ocurrido con las desapariciones en la isla. Era un rompecabezas, y cada pieza que encontraban parecía llevarlos un paso más cerca de algo mucho más grande.

De repente, Lía se detuvo en seco, su corazón saltó. Allí, en una roca, cubierta por la humedad y las sombras del bosque, había algo. Una inscripción, tallada en la piedra. Max se acercó lentamente a su lado, mirando lo que ella había encontrado.

¿Qué es esto? —Preguntó, sin dejar de mirar las letras grabadas en la piedra.

Lía frunció el ceño al leer las palabras. "La última llave está más cerca de lo que imaginas."

Esto... esto es nuevo. —Lía murmuró, tomando una foto con su dispositivo, asegurándose de no dejar pasar ningún detalle. — Creo que esto podría ser una pista importante. Pero, ¿qué significa 'última llave'?

Max observó la inscripción con atención. Aunque no comprendía completamente su significado, sentía que algo en su interior le decía que esa inscripción era clave para entender lo que estaba ocurriendo en la isla.

Lo descubriremos, Lía. —Max dijo, mirándola por un momento más largo de lo necesario. Y, aunque las palabras eran de consuelo, ambos sabían que el misterio que los rodeaba solo estaba comenzando.

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