Capitulo 5 | Bienvenidos al Juego

4 1 0
                                    

La voz resonó en el complejo como un eco interminable, cada palabra reverberando con una frialdad inhumana. Lía sintió un escalofrío recorrerle la columna. Miró a Max, que ya tenía el dispositivo en mano, sus dedos volando sobre la pantalla como si buscara algo, cualquier cosa que les diera ventaja.

—¿Qué fue eso? —preguntó Lía en un susurro, aunque sabía la respuesta.

—Sistema de seguridad de NetSphere. —Max apretó los dientes—. Pero parece más... consciente.

La voz volvió a sonar, esta vez más cerca, como si la figura detrás de ella se moviera entre las sombras.
"Sabemos quiénes son, Lía y Max. Bienvenidos al lugar donde los recuerdos se desvanecen... o resucitan."

Lía dio un paso atrás, instintivamente.
—Nos está observando.

Max asintió, sus ojos escaneando las paredes.
—Las cámaras. Necesitamos desactivarlas.

"Oh, no se preocupen por las cámaras," continuó la voz, con un tono casi burlón. "Todo aquí es parte del juego. Y ustedes acaban de activar el nivel 1."

Sin previo aviso, las luces del complejo se apagaron, dejando a Lía y Max en una oscuridad absoluta. Lía contuvo la respiración, sus ojos intentando adaptarse. Entonces, un haz de luz azul apareció en el suelo frente a ellos, formando un camino estrecho que serpenteaba hacia lo desconocido.

—¿Qué es esto? —preguntó, con la voz apenas más alta que un susurro.

Max revisó rápidamente el dron.
—No lo sé, pero parece que no tenemos muchas opciones.

El dron comenzó a emitir un pitido agudo. Max frunció el ceño mientras miraba la pantalla.
—Esto es malo. Algo se está moviendo... hacia nosotros.

Un ruido metálico, como un zumbido eléctrico, llenó el aire. Lía volteó rápidamente, pero no pudo ver nada.
—¿Qué es?

Max la tomó del brazo.
—Corre.

Sin pensarlo, Lía comenzó a seguir la línea de luz azul. Max iba a su lado, su respiración pesada pero controlada. Cada paso retumbaba en el suelo, mientras el zumbido metálico se hacía más fuerte, como si algo enorme los persiguiera.

Sin previo aviso, las luces del complejo se apagaron, dejando a Lía y Max en una oscuridad absoluta. Lía contuvo la respiración, sus ojos intentando adaptarse. Entonces, un haz de luz azul apareció en el suelo frente a ellos, formando un camino estrecho que serpenteaba hacia lo desconocido.

—¿Qué es esto? —preguntó, con la voz apenas más alta que un susurro.

Max revisó rápidamente el dron.
—No lo sé, pero parece que no tenemos muchas opciones.

El dron comenzó a emitir un pitido agudo. Max frunció el ceño mientras miraba la pantalla.
—Esto es malo. Algo se está moviendo... hacia nosotros.

Un ruido metálico, como un zumbido eléctrico, llenó el aire. Lía volteó rápidamente, pero no pudo ver nada.
—¿Qué es?

Max la tomó del brazo.
—Corre.

Sin pensarlo, Lía comenzó a seguir la línea de luz azul. Max iba a su lado, su respiración pesada pero controlada. Cada paso retumbaba en el suelo, mientras el zumbido metálico se hacía más fuerte, como si algo enorme los persiguiera.

El camino los llevó a una sala circular. Al entrar, las luces se encendieron automáticamente, revelando un lugar cubierto de espejos de piso a techo. Cada superficie reflejaba no solo sus imágenes, sino también la línea azul que cruzaba el centro de la habitación.

Max se detuvo en seco, escaneando rápidamente el entorno.
—Esto no me gusta.

Lía también se sentía inquieta. Los espejos parecían moverse ligeramente, como si fueran líquidos en lugar de sólidos. Dio un paso hacia uno de ellos y, de inmediato, su reflejo sonrió. Pero no era una sonrisa normal. Había algo torcido, algo que no correspondía a sus emociones.

—Max... —Lía dio un paso atrás.

Antes de que pudiera decir algo más, la voz regresó.
"Bienvenidos a la sala de los espejos. Solo uno de ustedes puede avanzar. El otro deberá quedarse. Elijan sabiamente."

Lía y Max se miraron, ambos jadeando por el esfuerzo.
—¿Qué significa esto? —preguntó Lía, su corazón latiendo a mil por hora.

Max examinó los espejos, tocando uno con la punta de los dedos. Su reflejo no se movió; en cambio, desapareció.
—Es una prueba. Quiere que nos separemos.

—¿Y si no lo hacemos?

La voz respondió como si estuviera leyendo sus pensamientos.
"Si no eligen, ambos quedarán atrapados en esta sala... para siempre."

Lía sintió que el aire se hacía más pesado. Su mente se aceleraba, buscando una salida. Pero entonces Max habló, su voz baja pero firme.
—Yo me quedaré.

Lía lo miró, atónita.
—¿Qué? No. No voy a dejarte aquí.

Max sonrió débilmente.
—Tú necesitas encontrar a Erin. Yo puedo manejar esto.

—¡No! —Lía negó con la cabeza, sintiendo cómo las lágrimas comenzaban a nublarle la vista—. No voy a dejarte.

Antes de que pudiera decir algo más, Max activó un comando en su dispositivo y se lo entregó.
—Lía, escucha. El dron te guiará al siguiente nivel. Prometo que nos encontraremos después. Confía en mí.

Lía quiso protestar, pero sabía que el tiempo se acababa. Apretó el dispositivo en sus manos, su corazón dividido entre la lógica y la emoción.

—Ten cuidado —murmuró, dándole una última mirada antes de seguir la línea azul que ahora cruzaba la sala.

Max asintió, su mirada firme pero suave.
—Tú también.

Y con eso, Lía cruzó la sala y desapareció por una puerta que se abrió solo para ella. Max se quedó atrás, su reflejo mirándolo desde cada ángulo.

"Nivel 1 completado," anunció la voz. "Prepárense para el siguiente desafío."

UNFOLLOW ✔ | M. HernándezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora