Lo que voy a contar me sucedió a la edad de 18 años, es decir hace 4 años. Fue mi primera experiencia de sexo lésbico y les aseguro que ha sido la experiencia sexual más enriquecedora, intensa y deliciosa que he tenido en mi vida.
Hola, mi nombre es Ivanna, Soy Argentina de 22 años, Soy Enfermera en un Hospital Privado. Soy trigueña, muy bonita, delgadita, de estatura media, cabello negro lacio largo, con tetas grandes y con muy buen cuerpo (modestia aparte). Siempre había tenido una actitud sexual totalmente heterosexual, jamás me habían interesado las mujeres, ni había fantaseado con ellas.
Ese año, por las vacaciones y para mantenerme ocupada y ganar algo de dinero, acepté trabajar como encargada en la pizzería de un Tío. Debía encargarme de la caja y de vigilar que todo funcionara correctamente en el área de atención al Cliente. En ese trabajo conocía y veía a muchas personas, muchas de las cuales olvidaba a los pocos minutos. Pero no me ocurrió así con Corina, una mujer de 36 años, rubia, de ojos verdes espectaculares, de estatura media, muy voluptuosa y preciosa. Por donde pasaba levantaba comentarios de admiración de todos los hombres. No había momento en que no le dijeran piropos.
Corina era cliente fija de la pizzería, por lo que la veía muy a menudo. Entre nosotras solo había amabilidad, pero yo sentía algo muy extraño cada vez que la veía y sentía que sus hermosos ojos verdes se posaban en mí. Era algo tan fuerte y raro que me descomponía toda, me sacaba de concentración y control, me erizaba la piel y hasta me hacía sudar. Pero no era algo malo, solo era extraño, parecido a cuando me gustaba un chico. Decidí no darle importancia y logré estar tranquila durante varias semanas en las que, además, casi ni la vi.
Una tarde en la que salía temprano había que hacer una entrega a domicilio, a nombre de una Sra. Valdivieso, y no se encontraba ninguno de los repartidores por estar ocupados en otras entregas, por lo que me ofrecí a entregarla yo, ya que la dirección me quedaba en el camino. Al llegar al edificio indicado, toqué el intercomunicador y una voz de mujer me indicó que subiera, lo que no me agradó mucho pues estaba un poco apurada. Mi sorpresa fue grandísima cuando al llamar a la puerta del departamento, quién abrió fue la Sra. Corina, la bella mujer que había visto en la pizzería. El corazón empezó a latirme rápidamente y comencé a sudar como una fuente, lo que me perturbaba ya que no entendía que me pasaba. Ella también se sorprendió, pero inmediatamente se compuso y volvió a ser la misma mujer segura y de aspecto dominante que tanto me perturbaba.
Me saludó con la misma cordialidad de siempre. Nerviosamente le expliqué que me había tocado hacer la entrega porque no había ningún repartidor, a lo que ella respondió con una sonrisa (mezcla de picardía con complacencia) que me descompuso aún más. Me invitó a entrar mientras buscaba el dinero, a lo que le respondí que estaba apurada, pero inconscientemente entré y no sabía por qué. Fue en ese momento que me di cuenta que Corina llevaba puesta una pequeña bata de seda y sin nada de ropa interior. Eso me puso mucho peor de lo que estaba, e hizo que me asustara y empezara a desear salir de allí, pero algo extraño y desconocido me hacía permanecer en el sitio.
El departamento estaba un poco desordenado, con mucha ropa nueva de mujer sobre la mesa y algunos muebles. Me explicó que era parte de la ropa que vendía en su tienda y que si deseaba podía probarme alguna pieza. Iba a negarme cuando de pronto apareció, proveniente de una de las habitaciones, una mujer realmente preciosa, de unos 30 años, con un cuerpo escultural y un rostro angelical, también vestida solo con una diminuta bata de seda. Se llamaba Michelle y como dije, era tan hermosa como Corina. Me dijo que era una cliente y amiga suya, que había ido a ver la ropa nueva que había llegado. Se pusieron a hablar conmigo de la ropa que había en el lugar, mientras Corina seguía buscando el dinero. Me mostraron todo y les confieso que me sentía bastante a gusto hablando con ellas y viendo aquella ropa tan bonita. De pronto me di cuenta de la hora y vi que ya tenía bastante rato en ese lugar, por lo que le pedí que buscara el dinero para poder irme.