Trabajo en un hospital en mi ciudad, siempre tengo turnos rotativos de ocho horas. Esa vez, me tocó el turno de noche junto con Micaela.
El comienzo del turno estuvo muy movido, íbamos de acá para allá todo el tiempo. Y luego, al cabo de un par de horas, se calmó.
En ese momento, le dije a Micaela que iba a recostarme en la camilla de uno de los consultorios (que por supuesto no se estaban usando). Estaba muy cansada y quería relajarme un momento. Asi que, luego de avisarle a mi compañera, fui hasta el lugar.
Me recosté y comencé a tontear con el teléfono. Estaba viendo mis redes sociales cuando ví una publicación de un dibujo muy erótico. En el dibujo se podía apreciar a una jovencita desnuda, de grandes pechos, arrodillada, con sus piernas abiertas y un hombre detrás de ella que con una mano la sujetaba del cuello y con la otra le apretaba un pecho.
Me quedé viéndola embobada unos minutos y algo se despertó en mi. A decir verdad me dieron muchas ganas de ser aquella chica.
Entre al perfil del artista y me encontré con muchísimas publicaciones de ese estilo. Algunas más explícitas que otras y para mí suerte, como eran dibujos las explícitas no tenían ningún tipo de censura.
Uno de los dibujos era una vagina siendo penetrada por un enorme pene, estaba tan bien dibujado con las venas resaltando que daban ganas de pasarle la lengua.
A medida que iba viendo esas imágenes, podía notar como empezaba a mojarme y a decir verdad me encantaba. Estoy acostumbrada a ver porno y fotografías eróticas y por supuesto me ponen muy cachonda pero era la primera vez que me excitaba tanto con dibujos.
Lleve mi mano a mi pelvis y comencé a frotarme por encima del pantalón con la intención de satisfacerme solo un poco y olvidarme de eso. No quería masturbarme en el trabajo.
Pero por supuesto no funcionó. Después de unos minutos frotándo mi coñito me di cuenta que mi pantalón ya estaba húmedo también. Asi que sin perder más tiempo, metí la mano en mis bragas.
Comencé a pasar dos de mis dedos por mi rajita mojada y un escalofrío me recorrió el cuerpo. Estaba más que excitada.
Presioné con mi pulgar mi clítoris y metí mis dedos. Intenté no gritar fuerte pero sin dudas no pude callar el gemido. Comencé a meter y sacar mis dedos con rapidez. Me estaba retorciendo del placer intentando no gritar o al menos de gemir lo más bajito posible, cualquiera que pasará por el pasillo podría oírme y la puerta no estaba cerrada con llave.
Seguí dedeandome por varios minutos más, hasta que sentí que estaba por alcanzar el orgasmo. No sé porqué en ese momento decidí cambiar de posición y me pare. Me apoye sobre el escritorio, abrí mis piernas un poco más y fui directo a mi clítoris.
Presioné mis dedos sobre él y los moví justo en mi punto débil, ese que me vuelve loca cada vez que me toco. Estaba tan excitada que no me llevo demasiado tiempo conseguir el orgasmo.
Al cabo de unos minutos estaba sintiendo como mis jugos caían por mis piernas.
Me tomé un momento para normalizar mi respiración y para acomodarme la ropa.
Volver a sentir las bragas todas mojadas con mi conchita aún sensible por el manoseo que me había dado se sintió de lo más rico. Y aunque me hubiese encantado seguir, debía que volver a trabajar...