Tocandome en el Microbús

4.3K 45 6
                                    

Ese fin de semana había viajado a visitar unas amigas. Cuando llegó el domingo por la noche, tome el microbus de regreso a mi ciudad. Estaba muy cansada, asi que en cuanto me ubique en mi asiento, me puse mis auriculares con música tranquila e intenté dormir un poco.

La verdad, no se si tuve un sueño erótico o algo por el estilo, pero en cuando desperté (al cabo de media hora), me di cuenta que estaba muy cachonda. Tenía esa sensación de cosquilleo en mi zona íntima y se sentía muy intensa.

Me puse a ver las redes sociales y cambie la playlist, intentado distraerme. Pero era inútil, ese cosquilleo seguía ahí.

No lo pude evitar y comencé a pensar cuál sería la mejor manera de masturbarme en cuanto llegara a casa. Podría tirarme en el sillón apenas entrará y tocarme ahí nomás. Otra opción era ir a la habitación y frotarme con la almohada un buen rato antes de penetrarme con algo. Y también se me ocurrió tomar una ducha, tocarme suavemente todo mi cuerpo repleto de jabón para luego abrir mis piernas frente al chorro de agua.

Mientras todas esas ideas cruzaban mi mente, mi cosquilleo iba en aumento y pude sentir como mi tanga comenzaba a mojarse.

Mire el reloj, aún faltaba más de una hora de viaje. Cada minuto de espera se sentía como una tortura.

Pensé en mirar algo de porno, sabía que me iba a calentar aún más, pero supuse que después de ver como otra mujer llegaba al orgasmo, mi cuerpo iba a calmarse un poco.

Mire hacía el asiento de atrás, y por suerte estaba vacío. A mi lado no había nadie, pero si en los asientos después del pasillo. Aunque si iba a ver porno desde mi celular con los auriculares, no tenía que preocuparme por ellos.

Entre al sitio de siempre, busque algo breve y le di play. Disfrute cada segundo del vídeo como nunca, mi clítoris no paraba de contraerse y mi tanga ya no estaba apenas húmeda, sino completamente mojada.

La chica del vídeo llegó al orgasmo y yo estaba más caliente que nunca, sin dudas no había resultado como pensé.

Aparte mi teléfono y otra vez intenté pensar en otra cosa que no fuera meterme mano, pero no lo podía conseguir.

Miré el reloj, faltaban cerca de 45 minutos para llegar. Miré a la pareja que estaba sentada a mi izquierda y dormían.

No me lo pensé dos veces y desabroché mi pantalón, baje el cierre y metí la mano. Mis dedos resbalaron sin problema por mis labios.

Con el pulgar presione mi clítoris y metí dos dedos en mi agujero. En cuanto sentí mis dedos dentro, emití un suspiro de alivio, por fin estaba dándole a mi cuerpo lo que me estaba pidiendo.

Comencé el mete y saca de mis dedos, mientras intentaba ahogar mis gemidos. No quería despertar a los que estaban cruzando el pasillo y tampoco quería llamar la atención del resto de la gente, que no sabía si estaba dormida o no.

Estaba muy mojada, mis dedos se movían sin dificultad alguna y si bien era bastante satisfactoria la paja que me estaba dando, tenía tal excitación que sentía que no era suficiente.

Me di cuenta en ese momento, que mi culito estaba necesitando algo de estimulación también. Pero por supuesto de la manera en la que estaba sentada, era imposible meterme un dedo.

Quite la mano de mi pantalón y comencé a pensar que podía hacer. Miré en mi cartera, en un intento de encontrar alguna idea, y así fue.

Encontré un bolígrafo, asi que me senté más cerca del borde del asiento. Y mientras veía que nadie me vea, metí mi mano por la parte de atrás de mi jeans, intenté separar mis nalgas y dejé el bolígrafo en el medio, apretado.

Por supuesto, no era la gran cosa, pero sentir algo frío y duro apretado en mi raja trasera, era estimulante sin dudas.

Me senté un poco mejor, y retomé en dónde estaba. Está vez, le dedique un poco de tiempo a mi clítoris y después seguí con el mete y saca de mis dedos.

Al principio cada tanto miraba a mi alrededor para asegurarme que nadie me viera, pero después de un tiempo, me entregué tanto al placer que estaba sintiendo que olvidé por completo que estaba en un micro.

En un momento me senté como de costado, mirando hacia la ventanilla, y de esa manera mis piernas quedaban apretadas. Ufff, que rico se sentian mis dedos en esa posición, hacía que pareciera más estrecha.

Tuve que morderme el brazo para ahogar los gemidos. Ese dolor de la mordida, las ganas de gemir, el placer que me daban mis dedos y el morbo de estar masturbándome en un micro, hicieron que finalmente explote en un eléctrico orgasmo.

Dejé mi mano en mi conchita apretada mientras sentía toda mi vagina contraerse y expulsar mis jugos. Luego de un rato, saque mi mano de allí, me abroche el pantalón y me senté de manera habitual.

Decidí dejar el bolígrafo dónde estaba, se sentía muy rico ahí y sin dudas no había necesidad de quitarlo.

Miré por la ventana, ya estábamos entrando a mi ciudad...

Relatos Lésbicos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora