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El auto se detuvo frente a la casa, y Bokuto bajó primero para abrir la puerta trasera. Con una suavidad inusual, tomó a Akaashi en brazos, cargándolo sin esfuerzo mientras éste apenas murmuraba algo en sueños. 

—Gracias por acompañarnos, chicos —dijo Bokuto, mirando a Kuroo y Kenma. Su voz era sincera, cargada de gratitud. 

—Sabes que siempre estamos aquí para ustedes —respondió Kuroo con una sonrisa. Kenma, menos expresivo, asintió mientras seguía con su consola. 

—Avísanos si necesitan algo, Bokuto —añadió Kenma, dejando su juego por un momento para mirarlo a los ojos. 

—Lo haré, gracias por todo —repitió Bokuto antes de entrar a la casa. 

Ya dentro, las cajas que habían llegado temprano estaban perfectamente acomodadas en un rincón gracias a los guardias. Bokuto no les prestó demasiada atención; su prioridad era llevar a Akaashi a la habitación. 

Entraron al dormitorio en silencio, y Bokuto dejó a Akaashi sobre la cama con cuidado. 

—Vamos a darte un baño, amor. Te ayudará a relajarte —susurró Bokuto, acariciándole la mejilla. Akaashi asintió, demasiado cansado para decir mucho. 

Bokuto lo llevó al baño, encendió el agua caliente y lo ayudó a desvestirse. Durante el baño, Akaashi apoyó la cabeza contra el pecho de Bokuto, dejando que el agua tibia aliviara su cuerpo cansado. 

—¿Te sientes mejor? —preguntó Bokuto con ternura. 

—Un poco... pero creo que quiero algo dulce —respondió Akaashi, con los ojos apenas abiertos. —Tal vez un poco de helado de yogurt, con frutas y cereales. 

Bokuto sonrió y asintió, decidido a cumplir con su petición. Después de ayudarlo a secarse, lo vistió con su pijama favorita, una que era suave al tacto y cómoda. Lo acostó en la cama, colocándole las mantas encima, y le besó la frente antes de bajar a la cocina. 

En poco tiempo, Bokuto subió con un pequeño plato de yogurt, frutas frescas y cereales. Akaashi estaba despierto, recostado contra las almohadas, esperando pacientemente. 

—Aquí tienes, mi amor —dijo Bokuto, acercándole el plato mientras se sentaba en la cama. 

Akaashi le sonrió con suavidad, tomando una cucharada. Bokuto lo observaba con atención, asegurándose de que todo estuviera bien. 

Después de un rato, Akaashi terminó su cena ligera y dejó el plato a un lado. Sin decir nada, se acomodó sobre Bokuto, sentándose a horcajadas con las piernas cruzadas mientras apoyaba la cabeza en su pecho. Bokuto lo rodeó con los brazos, sus manos acariciando lentamente la espalda de Akaashi. 

—Bokuto... siento que esto te está afectando mucho más de lo que admites —susurró Akaashi, sin levantar la mirada. 

—Claro que me afecta, Keiji. Me asusté mucho hoy... No puedo dejar de pensar en todo lo que podría haber pasado. 

Akaashi levantó la cabeza, sus ojos encontrándose con los de Bokuto. 

—Pero estoy bien, y el bebé también. Lo importante es que sigamos cuidándonos, juntos. No necesitas cargar con todo tú solo. 

Bokuto soltó un suspiro, dejando caer su frente contra la de Akaashi. 

—Es que... quiero protegerlos. A ti, al bebé, a nuestra familia. Quiero que tengan lo mejor, y a veces siento que no soy suficiente. 

—Eres más que suficiente —respondió Akaashi, acariciándole la mejilla. —Y yo también estoy aquí para ti. Siempre. 

Se quedaron en silencio por un momento, simplemente disfrutando de la cercanía y el calor del otro. Bokuto siguió acariciando la espalda de Akaashi, sus dedos dibujando pequeños círculos. 

Poco a poco, Akaashi comenzó a quedarse dormido en sus brazos. Bokuto lo cargó con cuidado y lo recostó en la cama, arropándolo con esmero. Se quedó observándolo por unos minutos más, como si quisiera grabar ese momento en su memoria. 

—Te amo —susurró antes de salir de la habitación, cerrando la puerta con cuidado. 





En la sala, Bokuto se dejó caer en el sofá, sacando su teléfono. Buscó el número de Oikawa en su lista de contactos y dudó por un momento antes de presionar el botón de llamada. 

La voz de Oikawa sonó al otro lado, cargada de energía como siempre: 

—¡Bokuto! ¿Qué pasa? ¿Otra vez necesitas un consejo para tus saques? 

—No bromees, Oikawa. Necesito hablar en serio —dijo Bokuto, su tono grave. 

—¿Qué ocurre? —preguntó Oikawa, cambiando al instante a un tono más serio. 

—Quiero que me ayudes a organizar una conferencia de prensa. 

Oikawa se quedó en silencio por un momento antes de responder: 

—¿Es sobre Akaashi? 

—Sí. Y sobre nuestro bebé. 

El silencio volvió a reinar, pero esta vez, era más reflexivo. Finalmente, Oikawa suspiró. 

—Está bien, Bokuto. Pero si vamos a hacerlo, tiene que ser pronto y de la forma correcta. Déjame encargarme de los detalles. 

—Gracias, Oikawa. 

—No me lo agradezcas todavía. Esto no será fácil, pero si alguien puede enfrentarlo, eres tú. 

La llamada terminó, y Bokuto se quedó mirando su teléfono por unos segundos antes de dejarlo sobre la mesa.

•Vidas entretejidas• [Omegaverse] • [Haikyu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora