Capitulo 2: Encuentro Inesperado

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El timbre del colegio resonó por todo el pasillo, dando inicio al recreo. Alex se acomodó en su asiento, revisando las últimas noticias en su teléfono mientras el bullicio de los compañeros invadía el aula. Era uno de esos días en los que el cansancio de la rutina escolar pesaba más que el usual, pero algo en el aire parecía diferente, como si el universo le estuviera anunciando que hoy sería especial.

Cuando terminó de leer un mensaje de su hermano Leo, Alex guardó su celular en el bolsillo y salió del aula para unirse al flujo de estudiantes que se desplazaban hacia el patio. No había planes concretos en su mente, como siempre. Se dejaría llevar por la corriente, observando a sus amigos Diego y Marcos, quienes ya se habían adelantado con la excusa de buscar algo de comida. Aunque las conversaciones en esos momentos solían ser triviales, el ambiente de camaradería siempre le era reconfortante.

En el patio, el sol brillaba con fuerza, haciendo que el aire fresco de la mañana se volviera cálido. La zona de las canchas de tenis estaba llena de estudiantes jugando partidos improvisados, mientras que en otro rincón, un grupo de chicas charlaba animadamente sobre lo que harían el fin de semana. Alex se dirigió a una de las bancas, buscando un lugar tranquilo para sentarse, cuando de repente la vio.

Estaba sentada sobre la hierba cerca de un árbol, con su cabello recogido en una coleta alta que dejaba ver la curva de su cuello. Llevaba una camiseta de manga corta con un diseño discreto, y unos jeans rotos, pero había algo en la forma en que se movía que destacaba entre la multitud. Su risa era clara, sin esfuerzo, y su presencia parecía absorber la luz del sol de una forma casi natural.

Alex se quedó mirándola sin darse cuenta, como si una parte de él la estuviera analizando sin quererlo. Su nombre era Camila, y aunque había coincidido con ella en un par de ocasiones en el aula, nunca se había detenido realmente a prestarle atención. Camila era una chica extrovertida, siempre rodeada de amigos, pero a diferencia de la mayoría de las personas en su escuela, no parecía estar interesada en cumplir expectativas. No era de las que se mostraban preocupadas por lo que pensaran los demás, algo que para Alex era desconcertante.

Lo que más le llamó la atención fue su forma de hablar. No era como las chicas que había conocido antes, siempre tan preocupadas por las apariencias. Camila parecía tener algo más. En las veces que había escuchado su voz en clase o en alguna conversación casual, Alex notaba una ligera melancolía en sus palabras, como si, detrás de esa risa contagiosa, hubiese algo más profundo y serio. Quizás era solo su imaginación, pero algo en ella le parecía especial.

Camila no era del tipo que buscaba llamar la atención, pero tenía una presencia que no se podía ignorar. Era el tipo de persona que podía estar en medio de un grupo de amigos, pero aún así te hacía sentir como si estuvieras en una conversación privada con ella. No era tan extrovertida como su hermano, Leo, pero sabía perfectamente cómo conectar con los demás. Su risa era la clave. Siempre genuina, como si cada momento valiera la pena.

En ese momento, Alex sintió una punzada de inseguridad. No era tan fácil para él acercarse a las personas. Las conversaciones que no tuviesen una estructura clara lo hacían sentirse incómodo, y con Camila, esa incertidumbre parecía multiplicarse. ¿De qué hablaría con ella?. No la conocía lo suficiente, solo la había visto algunas veces en clase de historia o en actividades grupales, pero jamás había cruzado una palabra con ella fuera de esos momentos.

En su mente, comenzó a imaginar qué haría si decidiera acercarse. Tal vez le gustaría preguntarle algo sobre el trabajo de historia que habían hecho en clase, o sobre un proyecto que tenían que entregar en un par de semanas. Pero todo eso sonaba forzado. Algo en su interior le decía que Camila era diferente, y que un simple comentario sobre un trabajo escolar no sería suficiente para conectar con ella. ¿Y si no la impresionaba? pensó, recordando lo poco que sabía de su vida. Sabía que tenía una pequeña tienda online donde vendía artículos hechos a mano, como pulseras y collares, pero eso no le daba demasiadas pistas sobre quién era realmente.

Mientras pensaba en todo esto, sus amigos, Diego y Marcos, llegaron al banco donde estaba sentado. "¿La viste, no?" dijo Diego con una sonrisa cómplice, asomándose al lugar donde estaba Camila.

—¿A quién? —preguntó Alex, fingiéndose distraído.

—A Camila, la chica de la coleta. Lleva toda la mañana sonriendo como si no tuviera un solo problema en su vida. —Marcos se sentó a su lado, mordiendo un trozo de galleta que había sacado de su mochila.

Alex miró de reojo, sin saber qué decir. No podía negar que algo en Camila lo intrigaba, pero tampoco estaba seguro de cómo abordar la situación. No quería que sus amigos pensaran que estaba obsesionado o, peor aún, que se burlaran de él.

—No sé... —dijo con un encogimiento de hombros. —No la conozco mucho.

Diego soltó una risita mientras miraba a Alex. "¿No te interesa? Sabés que si te acercás, probablemente te haga reír."

—No sé si es para tanto —respondió Alex, aunque una parte de él sabía que había algo más en Camila que no podía explicar.

Después de unos minutos de charlas triviales sobre el próximo fin de semana y qué harían en la próxima fiesta del colegio, Alex se levantó de la banca sin una razón clara. Sentía que su mente no podía dejar de pensar en Camila, pero, al mismo tiempo, no sabía cómo acercarse. La idea de no ser aceptado o de que ella no lo viera como algo más que un compañero de clase lo paralizaba.

Al final, se limitó a mirar desde lejos, observando cómo Camila se levantaba de su lugar y comenzaba a caminar hacia el edificio principal. En ese instante, algo dentro de él decidió que no la dejaría escapar tan fácilmente. Tal vez, solo tal vez, podría encontrar una manera de hablar con ella.

Pero por ahora, solo la observaba, esperando que el momento perfecto se presentara.

A Tu Lado, Soy YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora