Capitulo 9: Enfrentando mis Miedos

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Alex estaba sentado en su habitación, mirando fijamente el techo, mientras sus pensamientos se amontonaban en su mente. Había pasado el día con Camila, como siempre, pero algo en su interior había cambiado. Algo que no podía ignorar. Cada sonrisa de Camila, cada gesto, lo hacía sentirse más cerca de ella, pero también más vulnerable. La atracción que había crecido entre ellos ahora se sentía como una carga que lo oprimía, como una sombra que no podía evitar.

“¿Qué haría si ella supiera lo que siento? ¿Y si todo se viene abajo? ¿Y si me rechaza?” Las preguntas giraban en su mente como un torbellino, creando una confusión que no podía despejar. En sus conversaciones con Camila, se sentía cercano, pero nunca totalmente él mismo. Había una parte de él que seguía oculta, que nunca lograba compartir. No podía, porque temía que si ella descubría esa parte de él, se alejaría. Esa parte de él, esa fragilidad emocional que solo él conocía, era lo que lo mantenía alejado de todo lo que podía ser.

Camila, por su parte, notó algo diferente en él ese día. Mientras hablaban sobre cosas triviales, no pudo evitar preguntarse por qué Alex parecía tan distante. 'Últimamente está más callado,' pensó, aunque decidió no preguntarle directamente. Sabía que Alex era reservado, pero una parte de ella deseaba que confiara más en ella. ¿Había algo que ella no estaba viendo?

Camila no sabía nada de sus inseguridades, ni de su miedo profundo al rechazo. No sabía que su atracción por ella era más intensa de lo que se atrevía a admitir, ni que, en su corazón, había un secreto que lo mantenía prisionero. “Soy como una persona partida en dos: la que soy con ella, y la que soy conmigo mismo. ¿Cómo puedo ser honesto con ella cuando ni siquiera soy honesto conmigo mismo?”

Era un dilema interno que no podía resolver. Cada vez que estaba con ella, había algo dentro de él que le pedía que fuera sincero, que mostrara quién era realmente. Pero el miedo a perderla lo paralizaba. “¿Y si ella no lo entiende? ¿Y si me ve como un amigo nada más? Todo lo que tengo en este momento es nuestra amistad, y no puedo arriesgarla.”

El reloj en la pared marcaba la hora, pero Alex ni siquiera se había dado cuenta del paso del tiempo. En sus manos, la preocupación y la ansiedad crecían, y cada vez más se sentía atrapado en un mar de dudas. Sabía que algo tenía que cambiar, que no podía seguir viviendo con este peso por más tiempo, pero no podía encontrar la salida. No quería perder a Camila, pero al mismo tiempo, sentía que la única manera de ser auténtico era arriesgarse a mostrarle lo que realmente sentía.

Decidió salir de su cuarto. Si seguía ahí, se hundiría más en sus pensamientos. Así que, sin un destino claro, caminó hasta el parque cercano, un lugar donde solía ir para despejar su mente. Mientras caminaba, recordó las veces que solía hablar con Javier en ese mismo lugar. Javier era uno de los pocos que lo conocían realmente. Habían crecido juntos, compartiendo secretos y miedos, pero Alex nunca había confesado el verdadero alcance de sus sentimientos por Camila. Sin embargo, sabía que Javier tenía razón; no podía esconderse para siempre.

Al llegar, se sentó en una banca vacía, mirando el atardecer sin realmente verlo. El sol se desvanecía lentamente, y con él, la esperanza que Alex tenía de resolver sus dudas.

En ese momento, un mensaje de texto iluminó la pantalla de su teléfono. Era de su amigo Javier, con quien había hablado varias veces sobre sus problemas. Javier era uno de esos pocos amigos que conocían la verdad de lo que pasaba por su mente, aunque nunca le había contado todos los detalles. Habían sido amigos desde pequeños, y Javier siempre lo había apoyado en momentos de incertidumbre.

“Oye, ¿cómo estás? Sabes que puedes hablar conmigo, ¿verdad?”

Alex suspiró profundamente. “Quizás hablar con alguien me ayude a aclarar las cosas,” pensó. Así que, sin pensarlo demasiado, respondió.

“La verdad es que estoy confundido. No sé qué hacer con todo esto. Camila… me gusta mucho, pero me da miedo decirle lo que siento.”

En pocos segundos, Javier respondió.

“Sabes que no puedes seguir ocultando tus sentimientos, ¿no? No se trata de confundir a la gente, se trata de ser honesto contigo mismo. Si realmente te importa, tienes que arriesgarte.”

Las palabras de Javier resonaron en su cabeza. “Ser honesto consigo mismo.” Parecía tan simple, pero en su caso, era lo más difícil de todo. ¿Cómo podría ser honesto si ni siquiera se atrevía a enfrentar sus propios miedos? ¿Cómo podría abrirse a alguien más cuando no sabía ni por dónde empezar con su propia identidad?

Se sentó en la banca por unos momentos, mirando el cielo mientras las palabras de Javier seguían dándole vueltas. No podía negar que tenía razón, pero el miedo seguía apoderándose de él. Era como si estuviera parado al borde de un precipicio. El salto podía llevarlo a un terreno nuevo y emocionante, o hacerlo caer al vacío, pero quedarse inmóvil lo mantenía atrapado en una incertidumbre que lo estaba consumiendo.

La tarde avanzaba, y Alex decidió caminar por el parque. Estaba claro que su mente seguía nublada, pero en el fondo sabía que no podía seguir postergando lo inevitable. Mientras caminaba, un perro pequeño se acercó corriendo hacia él, moviendo la cola con entusiasmo. Alex no pudo evitar agacharse para acariciarlo, recordando cómo, solo unos días antes, Camila había hecho lo mismo cuando estaban juntos. Su risa, su espontaneidad, todo en ella lo hacía sentir vivo. 'Creo que le gustamos,' le había dicho ella, mirándolo con una sonrisa. Ese recuerdo, tan simple pero tan significativo, le hizo comprender lo mucho que ella significaba para él.

Al día siguiente, en la escuela, la oportunidad que Alex había estado esperando se presentó. Camila lo invitó a almorzar, como siempre. Sentados juntos en la mesa, hablando sobre cosas sin importancia, Alex sintió cómo el nudo en su estómago crecía. Sabía que no podía dejar pasar mucho más tiempo sin hablar de lo que sentía, sin ser honesto con ella.

El corazón de Alex latía tan fuerte que le dolían las costillas. Podía sentir cómo las palabras se atoraban en su garganta, pero al mismo tiempo, algo dentro de él lo empujaba a hablar. Al pronunciar su nombre, sintió que el tiempo se detenía, como si el universo estuviera esperando su próximo movimiento. 'Camila,' repitió, esta vez con más firmeza, mientras sus manos temblaban bajo la mesa.

—Camila —dijo finalmente, con voz temblorosa—, hay algo que necesito decirte.

Ella lo miró, sorprendida por el tono serio de su voz, pero no dijo nada, solo esperó.

Alex tragó saliva, sintiendo el peso de las palabras antes de que salieran de su boca. “Esto puede cambiar todo. Pero ya no quiero seguir escondiéndome.”

—Lo que quiero decirte es… que me importas mucho más de lo que piensas.

Cuando Camila lo miró con esos ojos llenos de confianza, Alex sintió que el peso en su pecho disminuía, aunque solo un poco. Mientras las palabras flotaban en el aire, comprendió que el primer paso hacia la verdad era siempre el más difícil. Aunque su confesión estaba incompleta, algo había cambiado entre ellos. Y mientras salían del comedor, Alex pensó que, tal vez, el miedo no siempre era un enemigo, sino un puente hacia algo más grande.

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⏰ Última actualización: 9 hours ago ⏰

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