Capitulo 7: Conexión en el Silencio

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Los días parecían pasar más rápido últimamente. Desde el malentendido, la relación entre Alex y Camila había tomado un giro inesperado, pero para bien. Había algo en el aire, una nueva sensación de cercanía que se había forjado a pesar de los pequeños tropiezos. Aunque el malentendido aún estaba fresco en sus mentes, había algo más profundo que seguía creciendo entre ellos: una conexión que no podían negar.

A lo largo de las semanas, comenzaron a hablar más a menudo, incluso fuera del aula. En los recreos, en las horas libres, y a veces incluso después de la escuela, se encontraban conversando sin darse cuenta del tiempo que pasaba. Había algo especial en esas conversaciones, algo que los unía sin importar el tema. A veces, hablaban de libros, de películas o de música, otras veces se sumergían en historias personales que ambos compartían con una comodidad creciente.

—¿Sabías que me encantan los animales? —le había contado Camila un día mientras caminaban juntos hacia la biblioteca.

—¿En serio? Yo también adoro a los perros —respondió Alex, sonriendo. Siempre había sido un amante de los animales, pero nunca lo había compartido con nadie de forma tan abierta.

El hecho de que se sintieran cómodos compartiendo aspectos de sus vidas personales sin temor al juicio o la incomodidad era algo que Alex no había experimentado antes. “¿Es esto lo que se siente tener una verdadera amistad?” pensaba mientras escuchaba a Camila hablar con entusiasmo sobre su perro, un golden retriever llamado Max. Por primera vez en mucho tiempo, Alex sentía que había encontrado a alguien con quien podría ser él mismo, aunque aún le costara mostrar su verdadera identidad.

Camila lo miró mientras Alex hablaba de su amor por los conciertos, y aunque sonreía, había algo en su mirada, como si quisiera preguntar más pero no se atreviera. Alex notó el brillo en sus ojos y se preguntó qué podría estar pasando por su mente. “Quizá ella también guarda algo que no se atreve a compartir,” pensó por un instante, antes de dejar escapar un suspiro.

Pero había algo en sus conversaciones, algo que Alex no podía evitar: la constante sensación de que no estaba siendo completamente honesto con ella. “Si tan solo pudiera mostrarte todo lo que soy, si pudiera dejar de ocultarme…” pensaba mientras veía a Camila reírse por algo tonto que había dicho, sintiendo una mezcla de alivio y angustia.

No era que no disfrutara estar con ella. Al contrario, se sentía más cómodo cada vez que estaban juntos. Pero al mismo tiempo, la presión de mantener su secreto se volvía más pesada. “¿Y si un día me pregunta algo que no puedo mentir?” La idea de que su amistad se desmoronara por su falta de sinceridad lo aterraba, pero también sentía que, por alguna razón, no estaba listo para ser completamente transparente con ella.

**Una tarde, mientras caminaban por el parque, el cielo comenzó a nublarse rápidamente. Camila miró hacia arriba y dijo, preocupada: —Parece que va a llover, pero no traje paraguas.

—Yo tampoco, pero seguro no será tan fuerte —respondió Alex.

Sin embargo, apenas unos minutos después, las primeras gotas comenzaron a caer, seguidas de una lluvia intensa que los sorprendió. Ambos echaron a correr hacia un pequeño refugio en medio del parque, riendo entre jadeos por la inesperada situación.

—¡Esto es lo más repentino que he hecho en meses! —exclamó Camila, tratando de secarse con las mangas de su chaqueta.

Alex la observó, con una sonrisa sincera. Había algo en ese momento, en la simpleza de compartir una risa bajo la lluvia, que lo hizo sentirse más cerca de ella. Pero incluso entonces, las palabras que quería decir se quedaron atrapadas en su garganta. Por un segundo, pensó en decirle. Las palabras estuvieron en la punta de su lengua, pero el miedo lo detuvo. ¿Cómo explicarlo sin arruinarlo todo?**

—¿Alguna vez has hecho algo completamente repentino? —preguntó Camila un día mientras caminaban por el parque, disfrutando de la tarde soleada.

Alex lo pensó durante unos segundos, recordando algunas de las veces que había tomado decisiones impulsivas en el pasado, como cuando decidió irse a un concierto sin decirle a nadie, o cuando había viajado solo a la playa para despejarse. Pero al mismo tiempo, había algo más profundo, algo que no podía compartir con nadie. “Nunca he hecho nada espontáneo en cuanto a mí mismo. Nada que me muestre realmente como soy.”

—Sí, claro, como cuando decidí ir a un concierto sin planearlo. Estuvo increíble —respondió, forzando una sonrisa. Camila lo miró con interés, notando tal vez un dejo de inseguridad en su tono, pero no dijo nada.

—¡Eso suena genial! —dijo ella, emocionada—. Siempre he querido hacer algo así, pero nunca me atrevo.

Había algo reconfortante en la forma en que Camila se mostraba tan abierta, tan dispuesta a compartir y a ser auténtica. Pero, en contraste, Alex se sentía aún atrapado en una prisión de dudas y temores. Aunque disfrutaba de su compañía, había una pared invisible entre ellos, una que él mismo había levantado, y no sabía cómo derribarla.

A lo largo de los días siguientes, su conexión continuó creciendo. Había momentos pequeños, como cuando Camila le compartía una canción nueva o cuando Alex le contaba alguna anécdota graciosa de su infancia. Todo parecía natural, fluido, como si nada pudiera interrumpir la amistad que se estaba formando entre ellos.

Pero también había momentos de tensión, cuando Alex sentía la necesidad de apartarse, de esconder su verdadero ser. En una de esas ocasiones, mientras caminaban juntos hacia la cafetería, Camila le preguntó:

—Alex, ¿te gustaría hacer algo este fin de semana? Tal vez ver esa película de la que hablábamos el otro día. Podría ser divertido.

Mientras caminaban por el parque, el tema de la conversación cambió a algo más ligero, pero en la mente de Alex, los pensamientos seguían dándole vueltas. “¿Qué pasaría si llegara a descubrir quién soy en realidad? ¿Si no logro estar a la altura de lo que espera de mí? ¿Y si, al final, decide apartarse porque no puede aceptar mi verdadero yo?” Los miedos seguían acechando en su interior, en cada momento que pasaba cerca de ella. No podía dejar de preguntarse si sus inseguridades siempre estarían presentes, o si algún día podría liberarse de ellas y ser alguien genuino frente a Camila.

—Claro, suena genial —respondió, con una sonrisa nerviosa. Aunque estaba feliz de que ella quisiera pasar tiempo con él, también sabía que el momento de tomar decisiones difíciles estaba cerca. “Un paso más y ya no habrá vuelta atrás,” pensaba, sintiendo el peso de sus inseguridades aumentar a medida que se acercaban.

Esa tarde, mientras los dos se sentaban en el banco de la cafetería, compartiendo risas y palabras casuales, Alex se dio cuenta de lo mucho que había crecido su amistad con Camila. Cada conversación, cada momento compartido, parecía fortalecer la conexión emocional que sentían el uno por el otro. Pero había algo que seguía faltando, algo que Alex sabía que era inevitable: el momento en que tendría que decidir si dar el siguiente paso o seguir ocultándose.

Mientras se despedían, Alex la observó alejarse, sus pasos ligeros como si nada en el mundo pudiera detenerla. Él, en cambio, sentía que caminaba con una mochila llena de piedras. Algún día, se prometió, dejaría caer esa carga.

A Tu Lado, Soy YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora