A Tu Lado, Soy Yo

Capitulo 14: Un Paso a la Vez

El aire fresco del otoño envolvía a Alex y Camila mientras caminaban por el sendero del parque. Las hojas caídas crujían bajo sus pies, creando una alfombra dorada y rojiza que contrastaba con el cielo gris claro. Era una tarde tranquila, y el parque estaba casi vacío, solo el sonido suave del viento moviendo las ramas de los árboles interrumpía el silencio.

Camila caminaba a su lado, su risa ligera se escuchaba de vez en cuando, pero sobre todo había una calma entre los dos. Desde que comenzaron a salir, la relación había crecido con pasos pequeños, pero sólidos. El roce de sus manos era casi natural ahora, y las miradas que se cruzaban entre ellos llevaban consigo una comprensión tácita de lo que ambos sentían.

Alex sentía una mezcla de emociones mientras observaba a Camila caminar junto a él. Cada paso que daban juntos lo acercaba más a lo que había estado evitando por tanto tiempo: enfrentar lo que sentía y lo que estaba a punto de hacer. Había algo en el aire esa tarde, como si todo fuera el preludio de algo importante.

A medida que avanzaban por el parque, el sol comenzaba a descender detrás de las montañas, pintando el cielo de tonos cálidos que se reflejaban en el agua del pequeño lago a su derecha. Era el tipo de escena que podía haber sido sacada de una película, tan perfecta en su simplicidad que parecía irreal. Pero para Alex, esa tarde era todo lo contrario: era el momento en el que se enfrentaba a sí mismo, a sus temores y a la necesidad de dar un paso al frente.

Desde que habían comenzado a pasar más tiempo juntos, Alex había sentido una conexión más profunda con Camila, una que iba más allá de la atracción física o de las pequeñas conversaciones cotidianas. Se había dado cuenta de que estaba enamorado de ella, y aunque en su corazón sabía que Camila también sentía lo mismo, el miedo a la vulnerabilidad seguía siendo una barrera difícil de cruzar.

—¿Sabes? —dijo Camila, interrumpiendo sus pensamientos—, este lugar siempre me ha parecido especial. Las hojas caídas, el aire fresco... Todo se siente tan tranquilo, como si todo estuviera en su lugar.

Alex la miró con una sonrisa suave. Era cierto. Este lugar, esta tarde, todo parecía estar encajando como una pieza de un rompecabezas que finalmente tomaba forma.

—Sí, lo siento también —respondió, su voz algo más grave de lo habitual. La emoción se acumulaba en su pecho, casi palpable, y necesitaba decir lo que había estado guardando durante tanto tiempo.

Ambos se detuvieron frente al lago, que reflejaba las últimas luces del sol. El agua estaba tranquila, pero Alex sentía como si un torrente estuviera cruzando por su mente, empujándolo hacia la orilla de la verdad que temía afrontar.

A lo largo de los días, Alex había sentido que ya no podía esconderse más. Camila ya había mostrado tantas veces que lo aceptaba tal y como era, que su amor por él no dependía de lo que ocultaba. Sin embargo, el miedo seguía allí, inquebrantable. ¿Y si al revelar su verdadera esencia, todo lo que había construido con ella se desmoronaba?

Camila lo miró con curiosidad, percibiendo algo en su actitud que le parecía diferente. Alex parecía estar en un lugar muy distinto a cualquier otro momento que hubieran compartido. Era como si, por fin, la barrera que los separaba se estuviera derrumbando, y aunque no podía ver exactamente lo que sucedía dentro de él, había algo que la hacía sentir que esa tarde sería decisiva.

—¿Te pasa algo, Alex? —preguntó, su voz suave, casi como un susurro. No había prisa en sus palabras, solo un interés genuino por lo que él pudiera estar sintiendo.

Alex tragó saliva y dio un paso hacia el borde del agua. El viento le acarició el rostro, y por un momento cerró los ojos, dejando que la sensación de estar con ella, en ese lugar, lo envolviera. Lo que había estado guardando en su interior por tanto tiempo, esa sensación de querer ser más auténtico con ella, lo estaba ahogando.