Marina estaba sentada en el borde de su cama, con las piernas dobladas y los dedos de los pies tocando el suelo frío. La habitación estaba iluminada apenas por el resplandor de la luna que se filtraba a través de las persianas, proyectando sombras alargadas que bailaban contra las paredes. No podía dejar de pensar en la decisión que había tomado: había rechazado a Pablo de una vez por todas. Aunque su corazón se tambaleaba con cada latido, sabía que había hecho lo correcto.El sonido del timbre la hizo sobresaltarse, y un escalofrío recorrió su espina dorsal. Miró su reloj; eran las once y media de la noche. Se levantó con el corazón golpeteando en su pecho y fue a abrir la puerta. En el umbral, con una sonrisa tranquila y los ojos llenos de ternura, estaba Tomás.
—Hola, Marina. Espero no interrumpir—dijo, su voz suave, como si temiera que el mínimo error pudiera hacerla retroceder.
Marina sintió un suspiro de alivio. La mirada de Tomás era sincera, diferente de la intensidad y la confusión que había experimentado con Pablo. Su presencia era una brisa fresca que despejaba las nubes de su mente.
—No, no interrumpes. Pasa.
El momento que pasaron juntos esa noche fue diferente a cualquier otro que Marina hubiera experimentado en meses. Tomás no solo le había traído una sonrisa, sino también un recordatorio de que el mundo seguía girando y de que había espacio para nuevas oportunidades. Le contó sobre su trabajo en la librería, sus pasatiempos, y hasta sus sueños de escribir una novela. Marina escuchaba y, por primera vez, sintió un atisbo de esperanza.
—He decidido que ya es hora de empezar de nuevo, de dejar el pasado atrás—dijo Marina con una sonrisa que intentaba disimular su incertidumbre.
Tomás la miró con una chispa en los ojos y asintió.
—Entonces, empecemos. No hay mejor momento que ahora.
Marina sentía que, a pesar de las heridas, un nuevo camino comenzaba a trazarse frente a ella.
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Jessica, por su parte, había pasado las horas posteriores a su enfrentamiento con Fabián pensando en cómo había cambiado su vida. El dolor, en un principio tan intenso, empezaba a desvanecerse en algo más manejable. Sabía que no había sido fácil, pero había tomado la decisión correcta al cortar lazos con alguien que había perdido su respeto.
A la mañana siguiente, su amiga Marina la llamó y, aunque al principio se sintió un poco nerviosa, pronto la visita se convirtió en un instante de alivio y apoyo. Mientras se sentaban en la terraza, con el café humeante en las manos y el sol comenzando a asomarse por el horizonte, Jessica miró a Marina y sintió que, por primera vez en mucho tiempo, podía respirar sin que su corazón se rompiera un poco más.
—Quizás el pasado no se puede cambiar—dijo Marina, rompiendo el silencio. —Pero el futuro es todo nuestro.
Jessica sonrió, una sonrisa llena de gratitud y fuerza.
—Y están por venir cosas mejores. Lo prometo.
En ese momento, ambas sabían que la herida solo era un recuerdo, y que el verdadero renacer había comenzado.
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después es nunca
Romancela primera vez que dos amigas se enamoraron de dos chicos incorrectos... The 1 - Taylor Swift