Marina miró a Pablo con una mezcla de emociones que no había sentido en mucho tiempo. El reencuentro había sido inesperado, pero ahí estaba él, con una expresión que le era familiar, pero con una nueva chispa en los ojos, como si hubiera regresado cambiado. El tiempo los había hecho crecer, y ambos sabían que había muchas cosas que decir y sanar.—He estado pensando en nosotros, en lo que fuimos y lo que podríamos ser —dijo Pablo, su voz firme pero llena de vulnerabilidad. Marina escuchaba cada palabra con atención, buscando señales de sinceridad, de un cambio real que le devolviera la esperanza que había perdido.
—¿Y tú crees que después de todo lo que pasó, podríamos empezar de nuevo? —preguntó Marina, sin poder evitar que el miedo se colara en su voz. La herida aún dolía, y el miedo a volver a perderse en la misma historia la atenazaba.
Pablo se acercó y le tomó la mano, sus dedos cálidos transmitiéndole una calma que le era extraña. —Sí, Marina. He aprendido que el amor verdadero no se trata de palabras, sino de acciones. Te lo demostré en el pasado, pero quiero hacerlo bien esta vez. Marina miró la promesa en sus ojos y, por primera vez en mucho tiempo, sintió una chispa de esperanza. No era un perdón instantáneo, ni un regreso sin dificultades. Pero era un comienzo. Un nuevo capítulo. Y aunque la incertidumbre seguía ahí, sentía que el futuro podría ofrecer algo diferente si ambos estaban dispuestos a luchar por ello. Mientras tanto, en Italia, Jessica caminaba por las calles empedradas de Florencia, respirando el aire fresco y salado del mar. La ciudad le ofrecía un respiro, un espacio para sanar y redescubrirse. La distancia la había ayudado a ver con claridad, a entender que a veces el amor no es suficiente si no se construye sobre la confianza y el respeto. Había dejado el pasado atrás, y estaba lista para escribir su propia historia, sin ataduras ni miedos. Con el viento en el cabello y el sol dorando su piel, Jessica sonrió. La vida estaba llena de posibilidades, y ella estaba lista para enfrentarlas, sin importar lo que el destino le deparara. Porque al final, todos merecen un nuevo comienzo. Y para Marina y Jessica, ese nuevo capítulo ya había comenzado.
La mañana en la que Marina despertó, el sol brillaba intensamente a través de las ventanas de su habitación, iluminando su rostro con una luz dorada que le hacía sentir como si el día prometiera algo especial. El regreso de Pablo la había hecho reflexionar, y, por primera vez en mucho tiempo, sentía que las decisiones que tomara a partir de ese momento podrían cambiar su vida para siempre.
Después de la conversación que había tenido con él la noche anterior, Marina no pudo evitar preguntarse si estaba lista para volver a confiar, para abrir su corazón y arriesgarse una vez más. Las heridas del pasado aún eran visibles, como cicatrices que recordaban las tormentas que había atravesado. Pero la idea de un futuro diferente, de la posibilidad de una segunda oportunidad, la llenaba de un optimismo que no había sentido en años.
Se levantó y se dirigió a la cocina, donde el aroma del café recién hecho la recibió, reconfortante y familiar. Tomó una taza y se sentó frente a la ventana, dejando que la calidez de la luz la envolviera. Pensó en Jessica, en cómo había decidido ir a Italia para comenzar de nuevo. Sabía que su amiga estaba bien, que estaba en el lugar correcto para encontrar su paz y descubrir quién era sin las sombras de su pasado. Marina se preguntó si ella también debía tomar una decisión similar, una que la alejara de las viejas heridas y le permitiera crecer. Tal vez, un viaje, un cambio, un nuevo comienzo. Pero antes de que pudiera sumergirse en sus pensamientos, un golpe en la puerta la sacó de su ensueño. Al abrir, se encontró con Pablo, de pie con una expresión que revelaba tanto miedo como determinación. Había algo diferente en él, como si los días de soledad y arrepentimiento lo hubieran transformado. Llevaba en las manos una pequeña caja, y aunque no sabía qué contenía, Marina sintió que era importante.—Marina —dijo, su voz grave y llena de emoción—, no te pido que me perdones, ni que olvides lo que pasó. Solo quiero que sepas que he trabajado en mí mismo, que me he dado cuenta de lo que perdí y de cuánto significas para mí. Quiero demostrarte que esta vez todo es diferente. Marina miró la caja, luego sus ojos. El tiempo parecía haberse detenido en ese instante. Sin embargo, antes de tomar una decisión, recordó el momento en el que había aprendido a cuidarse a sí misma, a poner su felicidad en primer lugar. Sabía que el amor no debía ser un peso, sino un apoyo. Y aunque el amor por Pablo seguía ahí, era importante que ella también pudiera amarse a sí misma y mantenerse fiel a sus valores.—Gracias por venir, Pablo. Significa mucho que estés aquí y que estés dispuesto a luchar por nosotros. Pero también sé que necesito tiempo para pensar. Lo que quiero ahora es ser feliz, y si hay una posibilidad de que lo sea contigo, necesito descubrirlo por mí misma, sin presiones y sin miedo. Pablo asintió, un destello de tristeza cruzando su rostro, pero también una chispa de esperanza. Sabía que, aunque el camino por recorrer no sería fácil, había dado el primer paso hacia la redención. Mientras se despedía, Marina se dio cuenta de que, sin importar lo que sucediera, ella estaba lista para enfrentarse a lo que la vida le deparara. Sabía que Jessica estaba allí, en un rincón del mundo, siguiendo su propio viaje. Y, aunque sus caminos estaban lejos de encontrarse, ambas estaban en la misma senda de búsqueda y descubrimiento. El mundo se extendía ante ella, lleno de nuevas oportunidades. Marina miró la caja una vez más y sonrió, sabiendo que su viaje hacia la felicidad no terminaba ahí. Era solo el principio. Y este capítulo, como todos los que vendrían, era suyo para escribirlo.
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después es nunca
Romancela primera vez que dos amigas se enamoraron de dos chicos incorrectos... The 1 - Taylor Swift