Capítulo 8.

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-Necesitamos más dinero, el que yo sola traigo a la casa ya no nos alcanza -mi madre estaba sentada frente a mí en la pequeña mesa de madera donde ambas comíamos.

-Puedo conseguir un empleo de medio tiempo, en la mañana puedo ir a la escuela y en la tarde trabajar -le sonreí -al fin de todo ya seré mayor de edad y puedo conseguir uno.

Mi madre suspiro y negó mientras recogía los platos de la comida que ya habíamos terminado. Tal vez mi familia no era la mejor. Mi padre había abandonado a mi madre cuando yo tenía casi 10 años, desde entonces nunca más supimos de él; mi madre tuvo que cuidar de mí y de ella... su trabajo era tiempo completo, podía verla en las noches para la cena y en ocasiones ni siquiera eso, pero, no debía quejarme ¿o sí? Me esforzaba a diario en la escuela para poder obtener notas altas, poder después, tratar a mi madre con lo que merecía para que dejara de trabajar.

-No puedo dejar que hagas eso, no hasta que puedas terminar la escuela -ella me sonrió y fue a lavar la vajilla -necesito que estés dedicada en la escuela. Quiero que si consigues, sea un trabajo sea de tiempo completo.

Pero... mamá tenía otros planes.

Era exactamente mi cumpleaños número 18, una compañera de clase me había enseñado a hacer tartas de cumpleaños he hice la mía con la esperanza de que cuando llegara mi madre podríamos comerla... pero, mamá llego con un hombre que vestía una larga gabardina negra y un sombrero del mismo color, su cara era seria; un hombre que no tenía mucho tiempo para otros. Además llevaba consigo un maletín grande color negro.

- ¿Visitas? -sonreí nerviosa al ver aquel hombre y mi madre se apresuró a ir a mi habitación.

-Soy el Señor Iwasaki -el hombre hizo una pequeña reverencia ante mí y la correspondí de la misma forma -y tú, debes ser la señorita Masumi Saito ¿cierto?

Asentí con un poco de nerviosismo y el hombre sonrió amplio. Coloco su maletín en nuestra pequeña mesa y abriendo este saco unos papeles y un bolígrafo.

-Esperemos a tu madre ¿De acuerdo? -El señor espero paciente y 30 minutos después entró mi madre con una maleta grande -Señora Taia, ¿está lista para firmar?

Yo no entendía nada, ¿Qué firmaría mi madre? ¿Quién era ese hombre y para qué necesitaría la maleta? Mi madre me pidió salir y así lo hice, hacía mucho frió afuera y mi estómago rugió un poco por el hambre que tenía. Espere, y 30 minutos después salió mi madre junto con ese hombre, ella abrazaba el maletín y el hombre llevaba la maleta que mi madre había sacado.

-Vamos señorita Masumi... -el hombre abrió la puerta de un auto negro y un hombre con un uniforme metió la maleta en la cajuela.

Negué un poco y quise correr hacia mi madre y meterme a casa, pero enseguida un par de hombres me tomaron por los brazos impidiéndome mover. Forceje e incluso solté algunas patadas pero ese par de hombres me levanto y empujo dentro del auto cerrando este.

No podía yo dejar de gritar el nombre de mi madre, los espejos polarizados no me permitían ver mejor la escena, el hombre le extendió la mano a mi madre y ella la recibió. Cerraron un trato. Mi madre entro a la casa aun abrazando su maletín y el auto donde yo iba avanzo seguido de otros más. El llanto lleno mis ojos y la rabia me invadió por completo, mi madre me había vendido, me había vendido por un asqueroso maletín lleno de plata.

El resto del camino lo pase en llanto. El hombre Iwasaki me hablo del nuevo trabajo y las condiciones: "al ser una mujer virgen mi precio en el negocio de la prostitución era muy alto, muchos hombres pagarían por mi incluso diamantes. Mi trabajo empezaría en cuanto el mejor postor apareciera, después de ello iría a vivir a un departamento que siempre estaría custodiado, un horario de trabajo nocturno. La mitad de mis ganancias irían al jefe (él) y la mitad me la quedaría yo. Si intentaba escapar tenía la opción de volver por mi cuenta o no despertar más. No debía tener ninguna pareja o tanto el como yo moriríamos irremediablemente."

Y así fue, el "comprador" dio 200, 000 dólares, era un hombre asqueroso en todos los sentidos. Enseguida me fui a vivir a aquel departamento, todas las noches salía rumbo a aquella casona para atender a los hombres.

Pasaron un par de años y nunca recibía ni una carta de mi madre dando excusas del porque me vendió; en cambio recibí una llamada para identificar un cuerpo que era el de mi padre. Aquel hombre Iwasaki murió tres años después de que yo llegue ahí y su hija Taree Iwasaki tomo el mando, más adelante una mujer (mayor a la señorita Iwasaki) le ayudo a administrar el prostíbulo, Uehara Miho.

Pero mi ser murió, yo odiaba a todos aquellos hombres que buscaban placer en mí. Hombres que ya tenían una familia, una vida estable... buscaban a mujeres como nosotras que nos robaron la identidad sin ninguna excusa. Podíamos hacer sentir a alguien amado aunque nosotras mismas nos odiáramos. Podíamos dar placer cuando nosotras no éramos más que maniquíes. Pero en la vida donde teníamos que hacer algo para sobrevivir no había otras opciones.

Y aun así, todas las noches yo me preguntaba por qué seguía con vida, si yo a nadie ya le importaba...

Desperté de las drogas, recordando borrosamente aquel asqueroso día donde la mujer en la que mas confiaba me vendió, y desde ahí nadie más se interesó no sexualmente por mí.

Mi nombre es Saito Masumi, tengo 25 años de edad y trabajo como prostituta desde los 18 por obligación de mi madre; tengo un novio y su nombre es Shiroyama Yuu, le gusta que lo llamen Aoi, lo amo con todo mi ser... lo amo. Me lo repetía a mí misma mientras mi cabeza daba vueltas. Una tela gruesa cubría mis ojos y otra estaba entre mis labios impidiéndome gritar. Mis manos y pies estaban atados a una silla. El lugar olía a humedad y polvo ¿dónde estaba?

¿Qué recuerdo de aquella noche? Un par de sujetos enmascarados estaban en mi puerta uno de ellos se apresuró a ponerme un trapo lleno de lo que creo era cloroformo a la vez que el otro se ponía tras de mi amarrando mis manos... el resto ni siquiera lo recuerdo. No sé que paso luego... un auto, gritos, fuertes pisadas y un teléfono celular que no dejaba de sonar.

Deje caer mi cabeza hacia el frente y suspire. No dejaba de pasar por mi mente la imagen de Aoi preocupado, ¿Él aparecería pronto por aquí? Si fuera así, sería mi culpa, no debí aceptar el amor que me otorgaba, ni siquiera debí haberle conocido... estaba bien que yo estuviera ahí, atada y amordazada, pero yo no quería que Aoi corriera mi misma suerte. Pensar en él y lo que pasaría después... comencé a sollozar emitiendo extraños ruidos gracias a lo que tenía en mi boca, pero entonces escuche como una puerta se abrió, dejando entrar a mi habitación un poco de aire fresco.

-H-Hola... -la voz de una joven llego a mí, una voz muy joven para mi gusto -perdona por tardar, te traigo un poco de comida.

La puerta por donde había entrado el aire fresco volvió a cerrarse y los pequeños pasos se acercaron a mí. Después la mordaza cayó de mi boca.

-No grites por ayuda, por favor... nadie te oirá -dijo la joven voz -abre la boca -hice lo que me indico y metió una cucharada de comida a esta, y así fue por lo que me parecieron eternidades.

- ¿Puedo preguntarte algo? -Dije cuando pensé que sería necesario - ¿C-Cuanto tiempo llevo aquí?

-Dos... dos días -dijo la joven chica, sus manos se movieron alrededor de mi cuello y la mordaza volvió a mi boca -volveré... volveré más tarde.

La puerta con el aire fresco se volvió a abrir pero enseguida se cerró. Dos días... dos días en los que he estado completamente drogada, dos días sin que nadie se preguntara por mí. Dos días sin ver a...

Me moví en mi silla en cuanto escuche la puerta abrirse de nuevo. El aire y un olor a colonia para hombre llegaron a mí, trate de gritar el nombre de Aoi pero la mordaza me lo impidió, mejor aún, no irían tras él.

-Es hora de que trabajes -dijo la voz masculina mientras liberaba mis pies.

The pleasure is... [Terminado] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora