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Extrañas la sensación de llorar por amor, por más masoquista que suene aquello.
Extrañas la sensación de amar, de querer, fuera del amor que sientes por tus seres queridos, ¿Que hay? No hay más, te sientes vacía.
Extrañabas añorar a quien nunca podrías tener y rezar por tenerle.
¿Que es aquello? Tal vez tus 21 años de soledad podrían justificarlo, pero aún así no te comprendes, tienes todo lo que precisas y más de lo que necesitas, ¿Tal vez era el sentimiento de llorar por alguien el faltante en tu pecho? Era tal vez, el deseo carnal, el querer que alguien más recorra tu cuerpo más que tus manos propias.
Pero nadie era quien querías, nadie era quien necesitabas.
Nunca creíste saberlo, el por qué nadie te interesaba, o bueno, casi nadie.
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Su gran mano recorría la hendidura de la puerta, mientras apoyado en el marco de ésta, imploraba el sostener la cintura de la chica, labios furtivos y algo escondidos, procuraba rozar fuego entre ellos, la fémina suspiro gemido cohibido.
—¿König?
Pareció no importar, el siguió con lo suyo, surcando los hombros de la chica entre besos algo apasionados.
Lo viste, tu mejor amigo, no te era nada sorpresivo, sorpresivo era lo que venías a proponerle, te posicionarte detrás de una mesa que había en el living, dándoles espacio a los dos.
