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-Mierda, ¡mirá lo bueno que está!-soltaste emocionada admirando como el austriaco de ejercitaba.- y todo mío, qué bendición.-
Él coronel se encontraba haciendo pesas, su remera blanca sudada contorneaba los músculos de su pecho y sus brazos prominentes captaban miradas en el gimnasio.
Tú estabas embobada mirándole, de vez en cuándo el se giraba hacia ti, dedicándote una sonrisa tímida al ver cómo le lanzabas un beso.
Amabas ir al gym con él, mierda que lo hacías.
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Al terminar tu sesión de piernas te sentaste en el suelo esperándole, tomaste un poco de agua para refrescarte y exhalaste algo cansada.
-¡[___]!- alguien te llamó desde atrás, soltaste un leve respingo de sorpresa, pero rápidamente reconociste a tu mejor amigo, Bastián.-
-Uh, me asustaste boludo.- comentaste sonriente viendo cómo él se situaba a tu lado.-
-¿Que hacés?- preguntó el español, mirándole fijamente.-
- Disfrutando de las vistas mí querido amigo.- hablaste algo chistosa mientras veías como el de mayor altura sostenía la barra, en sus grandes brazos se marcaban sus músculos y podías llegar a ver el sudor desde allí, algo que raramente te exitaba, tu novio, mamado y sudado.
"Qué chichotas." Suspiraste ante tu pensamiento aún mirándole.
-¡Pero [___] hazme caso al menos!- reclamó Bastián algo frustrado, lo miraste con una ceja arqueada.-
-Devolve el oro, gallego.-
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