Contexto previo a lectura: König y tú son estudiantes universitarios y amigos.
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Tus dedos exploraron los pliegues húmedos de tu vagina, tus ojos se entrecerraron en un placer culposo, en una imágen borrosa del hombre que en tus pensamientos estiraba la gomosidad de tu coño con su polla. Gemiste su nombre encantada de tu pronunciación, sabías que ese hombre ni te miraba, pero rogarias por una simple mirada.
Mientras buscabas la cúspide de tu placer propio, tu vista se reposó en tu mural de él, repleto de fotos que le habías tomado desprevenido, gracias a que eran compañeros de salón lo tenías muy cerca, recordaste la sensación de su presencia ante ti lo que logró llegar al espasmo tan esperado y ansiado, reiste encantada en tu morbo y acariciaste dicho mural con tus dedos empapados en tus jugos.
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Paseaste el lápiz por la comisura de tus labios aún recargada en el banco de aquel que te robaba los suspiros.
— Vamos, quítate, la clase está por comenzar.
Reíste mirándole fijamente, él pareció aceptar tu desafío acercándose aún más a ti, sopló sobre tus labios ganándose un risilla nerviosa y cargada de deseo de tu parte lo que le sacó una risotada.
— Eres una sucia pervertida.
Apretaste tus muslos ante el espamo de placer que te generó aquello, él era tu amigo hace años, y creo que aún no estabas enterada de lo obvia que eras ante él, igualmente eso le encantaba.
