C7

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Narra Alexander
Miercolees

Estoy a punto de irme al coche a esperar a Danissa cuando, de repente, escucho un grito proveniente de Martha.

Sin pensarlo, corro hacia el interior, siguiendo el sonido. Al llegar al salón, la escena frente a mí me paraliza por una fracción de segundo. Danissa yace en el suelo, inmóvil. Su piel esta pálida, casi translúcida bajo la luz. Su cabello cae en cascadas desordenadas alrededor de su rostro.

- Danissa —susurro , mientras mis manos tiemblan al tocar su rostro - por favor, despierta

Dado a que no hay respuesta recuerdo las lecciones de primeros auxilios que alguna vez aprendí, casi como si fueran un eco distante. Con cuidado, levantó sus piernas, aproximadamente unos treinta centímetros. Esto ayudara a que la sangre fluya hacia su cerebro. Reviso su respiración, tratando de sentir el leve movimiento de su pecho bajo mis manos. Busqué su pulso, esa señal de vida que ansiaba encontrar. Estaba ahí, débil, pero constante.

Saco mi teléfono con las manos temblorosas y marcó el 911.

- Mi esposa... mi esposa se ha desmayado. Está inconsciente, pero tiene pulso disminuido. Necesitamos una ambulancia ahora mismo - mi voz suena más firme de lo que me siento

La operadora comienza a darme instrucciones.El tiempo parece detenerse mientras espero. Cada segundo se alarga interminablemente, una eternidad de incertidumbre y temor. Martha, con lágrimas en los ojos, permanece a unos pasos de distancia, sin saber qué hacer.

Finalmente, las sirenas rompen el silencio opresivo. Los paramédicos entran rápidamente, profesionales y eficientes. Les explico lo que ha sucedido mientras ellos evalúan a Danissa. Miden sus signos vitales, haciendo preguntas las cuales respondo yo aunque en unas no se que responder

Uno de los paramédicos me da una mirada tranquilizadora. Mientras la llevan hacia la ambulancia, me permito respirar un poco más tranquilo. Subo a la ambulancia con ellos, decidido a no dejarla sola ni un segundo

El recorrido en la ambulancia es un caos de emociones. Observo cada movimiento de los paramédicos mientras trabajan con rapidez y precisión, intentando estabilizar a Danissa. Su rostro sigue pálido, pero de vez en cuando emitía un leve quejido

Al llegar al hospital, los médicos la trasladan de inmediato. Aunque intentan calmarme con palabras estándar, mi mente no puede descansar. Quiero respuestas. Necesito saber qué ha sucedido y cómo puede solucionarse.

- Quiero un chequeo completo — les pido, mi tono firme, aunque mi interior era un caos - de pies a cabeza. No importa cuánto tarde. Quiero que revisen todo.

Ellos asienten, asegurándome que haran lo necesario. Me dejan en la sala de espera mientras comienzan los exámenes. Esas horas son las más largas de mi vida. Camino de un lado a otro, incapaz de sentarme.

Finalmente, un médico aparece en el umbral de la sala. Lleva una expresión neutral, lo que no me da ninguna pista de lo que va a decir.

- ¿Cómo está mi esposa? ¿Qué tiene? - preguntó de golpe, las palabras salen más rápido de lo que puedo controlarlas.

- Su esposa está estable, señor, pero los resultados indican que fue debido a la hiperprolactinemia — dice el médico, calmado y de manera directa.

Frunzo el ceño, tratando de descifrar ese término desconocido.

- ¿Hiper...? ¿Qué significa eso? ¿Es grave? - preguntó, sintiendo un nudo formarse en mi garganta.

El médico me explica pacientemente. La hiperprolactinemia es una condición en la que los niveles de prolactina, una hormona producida por la glándula pituitaria, están anormalmente elevados. Puede causar síntomas como irregularidades en el ciclo menstrual, infertilidad, dolores de cabeza, visión borrosa, e incluso desmayos como el que ha tenido Danissa.

- ¿Es peligroso? ¿Qué podemos hacer?- mi voz se quiebra un poco, pero me obligo a mantenerme firme.

- En la mayoría de los casos, no es grave. Es tratable con medicamentos que reducen los niveles de prolactina. Si fuera necesario, podría considerarse cirugía, pero eso es raro.

Asiento lentamente, tratando de absorber toda la información. Por un lado, me alivia saber que no es una condición de vida o muerte inmediata.

Danissa está despierta cuando entro a la habitación, pero su mirada delata un cansancio profundo, como si cada palabra que esta a punto de decir pesara toneladas.

- Alexander —su voz era suave, casi temerosa. Apenas rozaba la superficie del silencio que llenaba la habitación - hay algo que tengo que decirte

Ella tragó saliva, sus ojos brillando con una mezcla de culpa y miedo.

- Yo... sabía que padecía esta enfermedad antes de que nos conociéramos. Incluso antes de casarnos.

Su confesión me golpeó como un balde de agua fría. Por un momento, me quedé en silencio, intentando digerir lo que acababa de escuchar.

- ¿Qué quieres decir con que lo sabías? —pregunto finalmente, intentando mantener mi tono calmado, aunque la confusión se desbordaba dentro de mí.

- Me diagnosticaron hiperprolactinemia hace años —dice, desviando la mirada hacia la ventana - he vivido con esto mucho tiempo. Los médicos me lo explicaron en su momento, y me recetaron medicamentos para controlarla. Pero...

Hizo una pausa, mordiéndose el labio.

- Pero dejé de tomarlos hace meses —confesa en un simple susurro, apenas audible

- ¿Qué? ¿Por qué? —pregunto, incapaz de ocultar la mezcla de sorpresa y preocupación en mi voz.

Ella suspiró, una lágrima rodando por su mejilla.

- Alexander, son demasiado caros. No podía costearlos. Pensé que podía manejarlo, que podía aguantar sin ellos

La culpa en sus palabras era palpable, como si estuviera cargando con el peso de una decisión que ahora lamentaba profundamente.

- Creo que el desmayo de hoy fue porque empecé a menstruar. Esto me pasa a veces... Pierdo demasiada sangre, y mi cuerpo no lo soporta. Sin los medicamentos, los síntomas han empeorado , y durante estos meses he tenido mi mente en otro lado como para pensar en mi enfermedad

Su explicación fue como piezas de un rompecabezas que finalmente encajaban. Había notado su cansancio últimamente, sus momentos de distracción, pero nunca imaginé que estuviera enfrentando algo tan grave y sola.

- Esto se acabó — digo, mi voz firme esta vez - gastaré mi dinero en esos medicamentos. Voy a asegurarme de que recibas todo lo que necesitas. Y si los síntomas son tan graves, hablaremos con los médicos para buscar alternativas.

Ella rompe en llanto, y la abrazó con cuidado, permitiéndole liberar todo lo que ha estado reprimiendo

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Mi mente sigue reproduciendo las palabras del médico como un eco interminable: "Puede causar irregularidades en el ciclo menstrual, infertilidad, dolores de cabeza, visión borrosa, e incluso desmayos". Cada sílaba parecía un cuchillo, cada pausa un recordatorio de mi propia ceguera. Danissa había estado sufriendo en silencio. No solo eso, lo había estado haciendo mientras yo, su supuesto compañero de vida, ni siquiera había notado las grietas en su fachada de fortaleza

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Hola!
C7 publicado el día 31 de diciembre

Espero contar con su apoyo así como también lo que escribo en base a mi imaginación sea de su agrado

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