C4 -

34 3 0
                                    

Narra Danissa
Domingo

Me despierto exaltada. Había soñado que una versión diminuta de mí, Alexander y yo íbamos de camino a un viaje. Me resulta extraño porque anoche, Alexander mencionó nuevamente la idea de tener un hijo. Parece que no le basta con que me haya casado con él; ahora quiere un primogénito. Aunque quisiera dárselo, no puedo. Mi cuerpo no lo permitiría, no después de lo que me ocurrió la última vez. La idea de pasar por otro aborto me aterra, y no quiero volver a vivir ese dolor.

Después de arreglarme y con mi bolso de marca en la mano, salgo de la habitación. Nunca imaginé llegar hasta aquí, tener un chofer a mi disposición, una vida de lujos y un esposo que está cubierto en dinero. A veces me sorprendo de lo lejos que he llegado. Sin embargo, hoy tengo algo en mente que me pesa más que cualquier lujo. Planeo ir a ver a mi madre, quien está en una residencia costosa que Alexander, se encarga de pagar. La visitaré después del trabajo, aunque cada vez que voy, siento que algo en mi interior sigue sin estar en paz.

Por primera vez en días consecutivos, Alexander no está frente a su computadora, sentado en una de las tantas sillas del comedor. El silencio en la casa me desconcierta; suelo encontrarlo concentrado, inmerso en su trabajo, pero hoy su lugar está vacío

- Buenos días - saluda Marthita, varios minutos después con una taza vacía y una tetera. Con movimientos suaves, comienza a verter té de hierbabuena en la taza, mientras yo me siento aún algo mareada por el sueño. Ayer tuve que preguntarle por la caja de medicamento para los cólicos, a pesar de que siempre que tomo esas pastillas término en el hospital. En vez de aliviarme, me empeoran, pero mi dolor no disminuia que no vi otra opción.

- Me gustaría preparar la comida para Alexander - le comentó, mientras observo el vapor del té elevarse y desaparecer en el aire. La casa está más tranquila de lo normal, y me pregunto dónde estará él.

Marthita me mira con un gesto de sorpresa en el rostro.

- ¿Alexander no le comentó? —dice, casi con duda, deteniendo por un segundo sus manos sobre la tetera.

Mi ceño se frunce al instante- ¿Comentarme qué? - pregunto

Marthita comienza a explicarme con cuidado, como si no quisiera incomodarme, que Alexander suele salir de casa todos los veintinueve de cada mes. Al escucharla, una sensación incómoda me invade. Mi mente retrocede y, de repente, recuerdo que, efectivamente, él siempre se ausenta ese día. Es como una tradición que nunca ha explicado del todo, y yo, por alguna razón, nunca le había prestado suficiente atención.

- Además... suele regresar en estado de ebriedad —agrega Marthita con una expresión incómoda, como si no quisiera decirlo, pero también como si sintiera que debía yo debería de saberlo . Su mirada baja, evitando encontrarse con la mía, mientras sujeta la tetera vacía.

Me quedo en silencio, procesando esa información. ¿Por qué nunca me lo dijo? Me siento como si hubiese estado ignorando una parte de la vida de mi esposo, una rutina que desconocía por completo. Y ahora, saber que una vez al mes tengo que esperar que mi esposo llegue a casa borracho, por algún motivo que nunca me ha revelado, me hace sentir pequeña en mi propio matrimonio.

Marthita se va en silencio después de haberme soltado esa revelación. El eco de sus palabras me deja inquieta. ¿Qué hay detrás de esos veintitrés de cada mes? No sé si quiero saberlo, pero lo que sí sé es que me estoy enfrentando a un contrato no solo con él, sino también con su costumbre de escaparse y volver en un estado que no reconozco.

----

Narra Alexander

Hoy salí temprano de casa, como lo hago cada veintinueve de cada mes. Este día siempre ha tenido un peso especial para mí, aunque Danissa no lo sabe. Un día como hoy, mi hermana concibió a Hellen, su hija, mientras luchaba contra un cáncer terminal. Como era de esperarse, no sobrevivió para criarla. Partió al cielo, dejando a mi sobrina sin una madre, sin una guía. Hellen vive en Alemania con su padre. Mis padres no quisieron saber nada de ella, su primera nieta. Mi cuñado, en respuesta, decidió alejarla de sus nosotros .

Esposa por contratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora