Capítulo 15: Mónica

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Pasaron varios días y parecía que Mike se había esfumado de la faz de la tierra.

No recibí ningún mensaje, ninguna llamada y esperar verlo en la escuela se había vuelto algo muy decepcionante y agotador.

Estaba preocupada, para ser sincera, demasiado. No tenía ninguna noticia de él y tampoco sabía a quién preguntarle por su ausencia.

En esos momentos deseé haberle preguntado por su familia. Qué estúpida fui.

Lo extrañaba y mucho. Me sentía extraña al estar en el salón, ponía atención a todas las clases como siempre pero sentía que algo me faltaba. Ya no escuchaba sus risas ni me reía de sus bromas, ni siquiera me sonrojaba por sus comentarios tan fuera de lugar.

No me había atrevido a enviarle un mensaje después de nuestra última conversación pero aún así no estaba molesta, estaba herida. Pensaba que después de nuestra cita las cosas se volverían más emocionantes y mis días serían más felices pero después él tuvo que hacer lo que más miedo me daba que hiciera. Alejarse de mí sin razón alguna.

O tal vez si existía alguna razón, pero temía que yo fuera la causante. Tal vez se había dado cuenta de que soy una persona muy aburrida para él o tal vez descubrió que no valgo la pena.

O tal vez se cansó de mí.

Espanté esos horribles pensamientos en mi cabeza y decidí pensar en algo mejor. Por lo menos ahora tenía a Joanna y en los últimos días habíamos descubierto más cosas la una de la otra. De alguna manera nos hicimos más cercanas.

Ahora que Mike no se encontraba, Joanna había ocupado su lugar. Se había rehusado a sentarse al lado mío con la excusa de que no quería molestarme pero no tardé en convencerla.

-¿Y cómo es Nueva York? - le pregunté mientras escribíamos una diapositiva en la clase de idiomas - Nunca he salido de Maine.

Se acomodó uno de sus rizos oscuros por detrás de la oreja y mordió la punta de su pluma, pensativa.

-Pues... - titubeó posando su mirada esmeralda hacia la ventana, como si los recuerdos la invadieran - es más colorido que aquí y hay más edificios. Esta ciudad es muy tranquila.

-¿Has visitado la estatua de la libertad? - pregunté de nuevo con mucha curiosidad y la boca abierta de asombro.

Soltó una pequeña risa y luego negó con la cabeza.

-No, pero me hubiera gustado haberlo hecho mientras estaba allá - dijo, seguido de un suspiro de nostalgia.

-¿Y por qué te mudaste? Suena a que allá es mucho mejor y más divertido que aquí.

Respiró profundamente y respondió, su semblante se había vuelto algo triste.

-A mi mamá le ofrecieron un nuevo empleo aquí - se aclaró la garganta y me miró un rato con sus ojos verdes - no tuve más remedio que seguirla.

-¿No tienes más familia allá?

-Mhmm...no - respondió con inseguridad, como si no quisiera revelar demasiada información - no tengo más hermanos, soy hija única.

Quería preguntarle por su papá pero tal vez eso era un tema sensible para ella y podía entender por qué no lo había mencionado. Después de todo, sabía lo que se sentía.

Le sonreí para hacerle saber que no insistiría más y volví a escribir en mi cuaderno pero, sin embargo, los pensamientos agrios sobre Mike no desaparecieron en ningún momento.

Miré alrededor del aula, sintiendo cómo si alguien me observará. No tardé en descubrir de quién se trataba.

Bryan Morrison me miraba desde la otra esquina del salón, con una mirada azul muy fulminante y llena de odio. Fruncí el ceño y volteé la vista inmediatamente a la pizarra.

El pensamiento de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora