Capítulo 9: Mónica

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Después de haber pasado la mayoría de la tarde en el parque con Mike, volví a casa.

Aún no me lo podía creer. Había jugado por primera vez videojuegos en el celular de Mike. Con Michael Brookes. Con un... chico.

Si me hubieran dicho en el pasado que esto iba a pasar con él en el futuro hubiera respondido que era imposible. Que él y yo no teníamos nada en común. Pero ahora, ya no estaba segura de que aquello fuera verdad.

Esta semana, siendo su tutora, había cambiado mi perspectiva sobre él.

Quería aparentar ser un chico desastre, un tonto con malas notas y una reputación mediocre, un chico que se tomaba todo a la ligera.

Pero detrás de esa máscara que había estado usando todo este tiempo, conocí al chico que se ocultaba detrás de ella.

Conocí a un chico tranquilo y amable. Un chico demasiado inteligente, curioso y amigable. Un chico nervioso que se disculpaba mucho. Un chico triste que creía que solo era una decepción.

Conocí al verdadero Mike.

Y también me dí cuenta de que fumaba, aunque él no hubiera querido hablar del tema conmigo.

Pero a pesar de todo, él había conseguido, con una sonrisa y un celular, que olvidara por unos momentos el motivo por el que había ido al parque. Para escapar por unos minutos de mi cruel realidad.

Después del nuevo estado de salud de mi mamá en el que ya debía usar una silla de ruedas, me había encerrado en mi habitación todo el fin de semana. Solo salía para comer o para ayudar a mi tía con mi mamá. No iba a mentir, era difícil ver a mi mamá.

Siempre estaba sentada en su nueva silla, cerca de la ventana, mirando a través de ella. Estaba muy serena y tranquila, encerrada en su propia mente. No hablaba mucho, solo cuando yo estaba con ella y podía ver el esfuerzo que hacía para sonreírme, también podía notar la tristeza que guardaba en sus ojos.

Mi tía, por otra parte, también había cambiado. Se la pasaba todo el tiempo ordenando y limpiando cosas, siempre estaba pendiente de mi mamá y siempre estaba alerta. Se había descuidado un poco y aunque quería ocultarlo, se veía cansada.

No era un ambiente incómodo, sino un ambiente lleno de dolor e incertidumbre. Era un ambiente que poco a poco me hacía sentir sofocada dentro de esas cuatro paredes de mi habitación.

Y así fue como terminé en el parque, buscando una bocanada de aire fresco y un poco de alivio de la opresión que sentía en casa. Encontrar a Mike ahí fue inesperado, pero de alguna manera, lo necesitaba. Me di cuenta de que ambos estábamos escapando de nuestras propias formas, buscando algo de consuelo en nuestras mutuas presencias.

Al abrir la puerta de casa, el silencio me envolvió, contrastando con las risas y gritos del parque. Caminé hacia la cocina, donde encontré a mi tía lavando platos.

-Hola, tía - dije, tratando de sonar alegre.

Ella me miró y esbozó una sonrisa cansada. Noté como algunas arrugas se formaron alrededor de sus ojos.

-Hola, Mónica. ¿Cómo te fue? - preguntó con una sonrisa.

-Bien - respondí, dejando mi mochila en una silla -. Fui al parque.

Sus ojos mostraron una mezcla de sorpresa y alivio. Probablemente porque se le hacía extraño que yo saliera a algún lugar fuera de mi habitación.

-Eso es bueno. Necesitas salir más y distraerte un poco, - dijo con su calma habitual - siempre estás estudiando, deberías salir más con tus amigos y divertirte.

El pensamiento de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora