Capítulo 6: Mike

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Me odiaba a mi mismo. Constantemente. Casi todos los días.

Y hoy se trataba de uno de esos días.

Después de que Bryan, Miles y John dejaran de molestar a Mónica, todo lo que quería hacer era golpearme en la cara o lanzarme de un puente. Por ser un total y completo estúpido.

Por no haber hecho nada por Mónica cuando pude haber hecho algo.

Y no hice nada, por el maldito miedoso que era. No hice nada por solo encajar en un lugar en donde no me sentía perteneciente.

Porque no importaba lo que hiciera, yo no encajaba en ningún lado. No importaba cuántas veces lo intentara o cuántas máscaras usara, no me sentía lo suficiente para ser parte de algo.

Odié cada segundo que estuve presente cuando Bryan molestó a Mónica. Quería golpearlo por cada insulto que le decía, pero yo fui un cobarde.

Ahora que Bryan parecía notar que Mónica y yo hablamos de vez en cuando, quería hacer de todo para arruinarlo.

Yo no había querido ir con ellos al principio pero cuando mencionaron que sería Mónica fue cuando cambié de opinión. No quería ir para molestarla ni para burlarme de ella, quería ir para evitar que hicieran una estupidez peor.

Ni siquiera sabía por qué hacía esto. Mónica y yo no éramos amigos y apenas hablábamos en clase. Pero por alguna extraña razón, me importaba.

Soy tan raro, pensé.

Tal vez era porque ella no me trataba como los demás lo hacían, tal vez era porque ella veía algo en mí que los demás no.

Ella era diferente. Y eso me gustaba.

Pero cuando la ví allí, paralizada e incómoda algo cambió. Me dí cuenta cuando miró a mi dirección con esos ojos grandes y cafés como si me estuviera pidiendo ayuda.

Y yo la evité. Por idiota.

Después de ese momento de evasión, me encontré incapaz de compartir el mismo espacio que Bryan y los demás. Sentía que con cada comentario que hacían estaba a punto de explotar

-¿Vieron su cara, chicos? - les preguntó Bryan a Miles y John - parecía un conejo asustado. Ja, es tan fea.

-No me imagino a nadie saliendo con ella - dijo Miles, mientras se peinaba su cabello rojo - a mi me daría asco siquiera besarla.

John rió al escucharlo.

No pude soportarlo más así que caminé por una dirección diferente. Desviandome del camino hacia una bar al que tenían planeado ir.

-Ey Mike, ¿A dónde vas? - preguntó Bryan al notar que me iba.

-A mi casa - respondí a secas.

-¿No vas a ir con nosotros? - preguntó Miles esta vez - van a haber muchas strippers.

El pensamiento de convivir con strippers me revolvió el estómago. Me sentí asqueado.

-No, estoy cansado. Diviértanse ustedes - dije antes de desaparecer por algunos árboles.

-Es una niñita, déjenlo - les dijo Bryan cuando pensó que ya no los escucharía.

De todos modos ya me había acostumbrado a que me llamaran con ese tipo de palabras.

Quería tranquilizar mi mente pero mis pensamientos volvían una y otra vez a Mónica y a la mirada de súplica en sus ojos. Sabía que había fallado, no solo como persona, sino también como alguien que podría haber hecho una diferencia para ella.

El trayecto a mi casa (mansión, diría Bryan, una mansión para niñitos ricos) fue un borrón de calles y casas, mientras mi mente seguía atrapada en el remordimiento y la frustración.

El pensamiento de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora