South Park "Craig Y Yo."

28.- Buenos amigos.

-No tan rápido...

Y aquí vamos.

-¿Qué quieres?- Posé mis manos en mis caderas mostrando molestia.

-Oye, tampoco te comportes así conmigo.

-¿Qué quieres que te diga? Me estuviste molestando toda la clase lanzandome papeles.

-No me heches falsos. Por favor, madura...

Estuve apunto de romperle toda su puta cara, pero antes de que pudiera hablar, una voz hizo que me detuviera.

-Oye, Rebecca, yo... Carajo.

~EN OTRO LUGAR DE LA ESCUELA~

-Puta madre, ¿Acaso piensan parar algún día?- Preguntaba Eric al parecer muy enojado y apunto de explotar.

-Aléjate Stan, capaz y la fiera nos ataca con sus garras.

Y una vez más, se echaron a reír.
Simplemente Eric respiró y dijo los odio con un tono de voz profundo y con sentimiento.

-¿Hablas en serio de que Kyle ha creído que eres mujer?

-Sí Stan, hablo en serio.

-Es más estúpido de lo que creía.

-...

-...

-Aunque sabía que era maricon.

-Yo también Kenny.

Y ahí vamos de nuevo.

~EN LA MENTE DE ERIC~

Algún día me la van a pagar, pendejos.

~EN EL SALÓN DE CLASES~

-¿Qué haces aquí, Jess?

-Sólo... esperaba a que se fueran todos para poder salir en paz.

-Oh. ¿Y tú Rebecca?
-Nada, hablaba con ella.

-Eh, bien.

Hubo un silencio muy incómodo, hasta que...

-Craig, ¿te apatecería ir a algún otro lado que no sea este? La compañía aquí no es muy buena...- Volteó a verme disimuladamente y nuevamente volteó a ver a Craig.

-Esta bien. ¿Te molesta si te dejamos sola, Jess?- Preguntó Craig.

Respondí con un sarcástico Nah, y aunque creo que todos se hubieran dado cuenta de que sarcásticamente dije que no, Craig no lo notó, y junto con Rebecca, se retiraron.

Era obvio que me molestaba, él simplemente era mío, y yo sabía que ella le diría cosas, cosas que no me favorecían mucho que digamos. Pero no me preocupaba, aunque se lo dijera, sabía qué Craig me amaba lo suficiente como para notar los errores que había cometido tiempo atrás.

O tal vez sólo estaba equivocada.

No le di más vueltas, ya que sabía que tenía la razón, así que salí del aula y me dirigí con Cartman, Kenneth y Stanley, que al parecer seguían burlándose del cambio repentino de sexo del castaño.