Prólogo

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Podía escuchar las pisadas de el equipo armado detrás de él. También podía escuchar sus voces, las órdenes que se daban entre ellos y el sonido de las sirenas policíacas de los refuerzos acercándose.

A Jeff le estaba costado demasiado escapar de la policía. Le habían tendido una emboscada, y él había caído de lleno en ella, como el imbécil que era. Ahora, no podía dejar de correr, aún si se quedaba sin aliento o sus piernas no dejaran de doler, porque parar significaba la muerte, o peor, la cárcel.

La lluvia azotaba con fuerza, los policías le seguían el rastro por medio del chapoteo que producían sus pasos. Estaban determinados a no dejarle escapar, no después de tantos fracasos tratando de ponerle los grilletes de una vez.

Jeff estaba abrumado por la cautela de los municipales. Jamás había sido fácil deshacerse de ellos, sin embargo, esta vez había algo distinto en sus tácticas. No trataban de abatirlo, sólo trataban de acorralarlo, y lo hacían con estrategia y precisión.

Recorría furioso los oscuros callejones de la ciudad. Siempre les había manejado a su antojo; pero esta vez había sido distinto. Aquellos que siempre iban un paso por detrás, ahora estaban por delante, bien armados y acorralándole como a una rata en las alcantarillas de la ciudad.

Tendría que dejar su cólera a un lado, no le permitía pensar con claridad, y lo más importante en ese momento, era encontrar una manera de salir de allí ileso. 

Jeff estaba siendo demasiado positivo, porque tal como pintaban las cosas, no saldría vivo de aquella redada. Tenía todas las de perder y ni siquiera tenía un plan que seguir, solo corría y corría sin detenerse.

Terminó por encontrarse con un muro de piedra; un callejón sin salida. No tuvo tiempo de considerar que sería lo siguiente que debía hacer, tan pronto como se dio la vuelta quedó rodeado de reclutas portando sus linternas cegadoras, rodeado de hileras de láser rojo apuntando a cada centímetro de su cuerpo.

Jeff no podía ver nada en absoluto, no disponía de párpados y el haz de luz de las linternas de sus enemigos resultaba mortal para sus ojos claros. Le ardían, no tenía escapatoria.

—Quietas las manos, Woods. —gritó uno de ellos.

Estaban en una formación perfecta, apenas existían brechas por las que atacar, estaba jodido. No obstante, Jeff no era el tipo de persona que se rendía a la mínima. Estaba acorralado, pero jamás derrotado. Los mataría, a todos. Era lo único que tenía claro. Encontraría la forma de hacerlo.

Ladeó la cabeza tratando de huir del fulgor de las linternas. Los policías no volverían a permitir que se camuflase en la oscuridad.

—Te queremos vivo o muerto. Tú decides.

Fue entonces cuando reparó en el cubo de basura que yacía aparcado a su lado. Su mente procesaba la situación y las múltiples escapatorias posibles a la velocidad del rayo. Jeff extendió su sonrisa y respiró hondo.

Eran seis insensatos. Si bien la táctica cegadora efectiva, desembocó en la causa de que Jeff pudiera descubrir la existencia del contenedor de basura. Sería arriesgado, pero tenía claro que no se rendía sin luchar.

—Empieza el juego.

Jeff levantó las manos como el jefe del equipo policial le había indicado, sólo que sin soltar el cuchillo. Lo agarró bien por el mango y fijó la mirada. Siempre había tenido muy buena puntería, y estaba apunto de demostrarlo.

Instinto |Jeff The Killer| [Book #1]  •օղҽ•  ✔ #CreepyAwards2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora