CAPÍTULO 22

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Parecía una tarea sencilla, pero no lo era. Jeff estaba acostumbrado a andar por el circo de las sombras a sus anchas, saliendo y entrando cuando quería, pasando de ser visible a invisible. Sin embargo, se llevaba con él algo que Laughing Jack quería, y no iba a ser fácil salir de allí con ella. 

Tan pronto como puso un pie en el terreno del circo maldito, Laughing Jack se plantó frente a aquellos dos que pretendían salir de allí. Abandonar el edificio no había sido difícil, pero salir del espacio que conformaba el circo iba a serlo.

Miró a su alrededor, miró la caseta de los espejos, la capa del espectáculo tradicional, y, por supuesto, el edificio del que acababa de salir. Entonces le devolvió la vista al payaso, cuya expresión parecía significar preocupación y Jeff no entendía por qué. Esperaba encontrárselo con el ceño fruncido, la nariz arrugada y sacando los dientes, luciendo sus afiladas garras con la intención de amedrentarle.

De cualquier forma, no le importaban sus cambios de humor. Sus intenciones eran salir de allí con Janette del brazo. En cambio, las de Laughing Jack eran completamente opuestas. Si el quería irse, que se fuera; pero Janette no abandonaría el circo de las sombras.

—No quería que pasara esto. —decía, aparentemente apenado.

Jeff le dedicó una mirada mortífera. Si pudiera, le habría reducido a cenizas solo con posar sus orbes claros sobre él.

—Mi niña, dime que no te ha hecho daño.

Cuando Jack se dirigió a ella fue que su comportamiento cambió. En sus ojos se pudo distinguir un brillo particular, sonreía y parecía mostrar más emociones. La influencia de Laughing Jack parecía haberle devuelto también la vitalidad, lo que únicamente reforzada la teoría de Jeff. El payaso tenía la culpa de lo que le estaba pasando a Janette.

El pelinegro se arrepentía de haberla dejado sola. Quiso convencerse así mismo de que era lo mejor, que necesitaba estar lejos de ella y despejarse, porque estaba viendo y sintiendo cosas que no podía controla. Creyó que si se separaba de Janette, podía despejarse y dejar de sentir esas cosas. Sin embargo, lo único que ha conseguido es temer más por ella, preocuparse y sentir que si la pierde, algo dejará de tener sentido en su día a día.

Y sentir algo así es muy jodido.

—Suéltala.

—Y un cuerno. —Jeff se aferró a Janette con más fuerza. —No sé que le has hecho, pero no voy a permitir que sigas haciéndole esto.

Laughing Jack frunció el ceño en una mirada severa, cargada de ponzoña.

—No dejes que haga contigo lo que quiere. —le dijo el payaso.

Jeff no entendía de qué narices hablaba Jack. Los ojos de la chica comenzaron a llenarse de lágrimas aún con la mirada perdida.

—No le escuches. —le dijo el pelinegro a Janette. —Tú eres más perseverante que nadie, tienes que resistirte. —la muchacha gimió y comenzó a temblar en sus brazos. —Lucha contra ello, Janette.

Por la mente de la castaña pasaban millones de cosas, pero eran más fuertes las palabras de Laughing Jack; su sugestión. La tonalidad de su voz parecía opacar la de Jeffrey, e incluso sus actos, que lejos de querer hacerla daño, parecían querer protegerla de algo. No podía confiar en la palabra de un asesino, y la amabilidad—o el control—de Laughing Jack había calado profundo en su corazón.

—No volverá a molestarte, Janette. —aseguró, mirándole a los ojos. —Yo me ocuparé personalmente de ello.

Jeffrey frunció el ceño. Estaba acostumbrado a los teatros de Jack, pero había algo que olía a chamusquina. Fuera lo que fuera, no permitiría que el payaso se saliera con la suya. Jamás permitiría que le pusiera un dedo encima a Janette, jamás.

Instinto |Jeff The Killer| [Book #1]  •օղҽ•  ✔ #CreepyAwards2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora