CAPÍTULO 21

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A Jeff le dolía la cabeza, y no tenía ganas de escuchar el interrogatorio de Janette. Era lo que se temía después de haberse ido de esa forma, a sabiendas de que sus heridas aún no habían sanado. Sabía que la encontraría hecha una furia porque, aunque no estuvo planeado, la mintió. Sabía que estaría echando fuego por la boca, sensible, y  para colmo, se había vuelto a pelear; pero confiaba en que la chica le ayudase con las heridas de batalla.

Se equivocaba. Janette parecía ni haberse percatado de su presencia en el apartamento. No importaba cuantas veces se dirigiera a ella o la llamara por su nombre, la chica seguía con la mirada fija en Laughing Jack. El brillo de sus ojos había desaparecido, y a Jeff no le daba buena espina.

Entonces el payaso revolvió los cabellos castaños de Janette antes de desaparecer de la sala. Se quedaron solos los dos. Aprovechando que la chica no tenía ninguna otra distracción, trató de hablar con ella.

—Janette, el botiquín, corre. —le mostró la herida en su costado, que se había vuelto a abrir. Odiaba admitirlo, pero la castaña tenía razón cuando le dijo que sus heridas eran muy recientes y que era muy imprudente salir de incursión. —No te enfades y ayúdame.

La chica le dedicó una mirada gélida, vacía, y sin decir una palabra, abandonó la sala de estar para encerrarse en la habitación. Jeffrey se levantó del sofá en el que se había dejado caer, molesto y confundido por su actitud. Una parte de él le decía que aquella conducta era natural, pues eran enemigos acérrimos. Sin embargo la otra no dejaba de dudar de su extraño comportamiento, y se preguntaba qué había cambiado en los dos días que se había ausentado.

Algo andaba mal. Desde hacía unos días Janette se había estado portando bastante bien con él, incluso hacía bromas, muchas que Jeff dejaba pasar en lugar de enfadarse. Esa chica era muy transparente, y podía decir claramente que no era una pantomima. Sus miradas severas habían sido genuinas, tal como lo era ella. 

Janette no había tratado de engañarle en ningún momento, y si lo hubiera hecho, Jeff lo habría descubierto. No sabía que era lo que sucedía, pero su instinto le decía que tenía que ver con el payaso. Que sus manos han alcanzado algo más profundo que sus mechones castaños, y de ser así iban a tener problemas.

Se puso en pie y se encaminó en dirección al dormitorio, con los puños cerrados y la determinación de no perder el control con ella. Trató de abrir la puerta, pero de nuevo Janette había echado el cerrojo. Ella y su manía de encerrarse en las salas.

—Abre, tenemos que hablar. —le dijo, casi como si fuera un mandato. —Es importante.

Ninguno de los dos sabía en qué momento dejaron atrás ese juego de rencor que se traían entre manos, en que momento los sentimientos que tenían por el otro habían cambiado a otros completamente opuestos.

Jeffrey conocía de poco tiempo a Janette. No obstante, sentía como si pudiese ver a través de ella, como si la conociera de toda la vida, y en base a eso es que le preocupaba su comportamiento. Leía sus expresiones faciales y era capaz de deducir exactamente que pasaba por su cabeza. No obstante, desde que se fue, todo eso había cambiado.

Podía decir abiertamente que Janette era la mejor persona que había conocido. Tenía un corazón puro y bondadoso, no podía evitarlo. Por eso era que le ayudó y le ayudaría incontables veces si estaba en su mano. Janette era demasiado buena y no había forma de cambiarlo. Ella era así, no podía haberse tornado de esa forma en cuestión de dos días.

—No tengo nada que hablar contigo. —sentenció desde el otro lado de la puerta, con un tono casi robótico. —Me quedaré aquí esperando.

Cuando hablaba lo hacía con la voz monótona, sosegada. Aunque pareciera una estupidez, Jeff se dio cuenta de que era raro. Janette no hablaba de esa manera nunca, sus palabras siempre estaban cargadas de emociones, ya fuera odio, rencor o incluso preocupación.

Instinto |Jeff The Killer| [Book #1]  •օղҽ•  ✔ #CreepyAwards2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora