CAPÍTULO 16

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Su ropa no estaba todavía seca del todo, sólo húmeda. De cualquier forma, era soportable, por lo que volvió a vestirse con ella y se puso en pie. No podía soportar más el hecho de quedarse escondida bajo las sábanas, tiritando y expuesta a que Laughing Jack volviera a aparecerse por su habitación.

Se deshizo del cerrojo y abrió la puerta del dormitorio. Se asomó antes de salir para comprobar que no había rastros del payaso. Por lo visto, tampoco los había de Jeff.

Agradecía que Jack andase en otras cosas. Después de que hubiera visto sus bragas, lo cierto es que no quería siquiera cruzárselo por allí. Sabía que era inevitable, que tarde o temprano sucedería, sin embargo, prefería que fuera más tarde que temprano.

Por otro lado, no había rastro de Jeff y eso era perturbador. Creyó que sólo salía por las noches.

La castaña se preguntaba dónde habría ido en pleno día. Cuando lo hacía en mitad de la noche, era más sencillo deducir su paradero o los motivos por los cuales no estaba durmiendo en el sofá. No obstante, con el sol bien alto en el cielo, a Janette no se le ocurría ningún motivo de peso por el cual Jeffrey habría podido salir.

Sacudió la cabeza, no le importaba. Era mejor no tenerle cerca, en realidad debería dar las gracias.

Tenía que dejar de perder el tiempo y pensar dónde podría ir a continuación. No podía—ni quería—quedarse en el circo de las sombras de manera indefinida. Ese sería su primer paso, preocuparse por un entorno estable. Después, con su alrededor bajo control y la calma de no convivir con un asesino pero tampoco estar encerrada, podría idear un plan para que atraparan a Jeff.

Si tal vez pudiera encontrar la manera de cuadrar la posición exacta del circo, pondría fin a la buena racha de Jeffrey. Sin un lugar donde esconderse su destino sería la cárcel y nada más. Pero, ¿cómo podría hacerlo? No entendía cómo funcionaba aquello, en que consistían los poderes de Laughing Jack.

Negativo, no era un buen plan.

Quizá podría salir de la ciudad. Negó con la cabeza tan pronto como la idea le cruzó por la cabeza, ¿cómo iba a hacerlo? No tenía dinero y tampoco un lugar al que ir. Sólo había una opción en su condición, volver con sus padres. Negó con la cabeza otra vez. Jamás, jamás volvería con ellos. La palabra de Janette no era tan volátil como la de Jeff, ella mantendría ese juramento aunque fuera lo último que hiciera.

Janette oyó ruidos que provenían de la puerta. Esperó en su lugar, estática en la sala de estar hasta que un chico asomó por la entrada con una bolsa de plástico.

—Estás aquí, mejor. Es para ti. —le lanzó la bolsa.

Janette la atrapó justo a tiempo y observó perpleja las prendas de ropa en el interior de ella. Incluso un vestido largo precioso. Después contempló al castaño de ojos azules que se la había entregado. Su aspecto le infundía confianza, tenía un apariencia amable.

—Gracias. —susurró, y fue genuino.

Jeffrey arqueó una ceja. Esperaba que le lanzara la bolsa de vuelta o que tirara la ropa por los aires, pero no fue así.

—¿Quieres algo? —balbuceó, respondió lo primero que se le pasó por la cabeza. —Puedo hacerte un café, sí es que hay algo como eso en este maldito tugurio. —se quejó en voz alta. —Cómo ves, todo está un poco "deteriorado". —agregó, por no decir cualquier otra cosa que sonase muchísimo peor.

Instinto |Jeff The Killer| [Book #1]  •օղҽ•  ✔ #CreepyAwards2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora