La relación de Margo y Flor empezó de una manera bastante linda. Una muchacha de 23 años conoce a una niña de cinco con quien rápidamente congenia a pesar de la gran diferencia de edad. Y la verdad es que ellas dos se parecían mucho: Flor tenía de vez en cuando comentarios sarcásticos además de que amaba la vida y las flores, y Margo, por su parte, era una mujer totalmente amigable, sociable y compartía con Flor su gusto tanto por las flores como por otras cosas.
A partir de aquel día en la cafetería, Flor comenzó a frecuentar aquel lugar con dos motivos: el pequeño puesto de flores que se había puesto afuera de la cafetería y la cafetería misma. Aquel lugar le parecía interesante, sino es que chistoso. Le gustaba mirar los tics del dueño, las palabras calmantes que su mujer le susurraba al oído y también el trabajo que hacía Margo. A veces se sentaba en la banqueta a observar a Margo yendo y viniendo con platos limpios y llenos o vacíos y sucios y, muchas veces, Margo le ofrecía una golosina cualquiera: chocolates calientes, sobres de azúcar o té verde con fresas. Y Flor, por supuesto, nunca se negó. Así que conforme iban pasando los días y Flor frecuentaba más el local, comenzaba a llamar la atención de los trabajadores de la cafetería incluyendo al dueño con tics y la esposa calmante. Como consecuencia de ello, después de unas semanas Flor ya no se sentaba en la banqueta de la cafetería sino en una mesa con el dueño y la esposa o en la barra de la cafetera o en una silla dentro de la cocina.
Y así, la vida de Flor dio un gran giro pues ya no despertaba con ganas de ir a ver flores desde el kiosco del zócalo sino que todos los días despertaba con la fuerte determinación de ir lo más temprano posible a ver a Margo trabajando en la cafetería. Y fue durante uno de esos días cuando Flor, metros antes de llegar con Margo, chocó por accidente contra un turista inglés provocando que éste se tambaleara un poco. El turista volteó la cabeza tranquilamente hacia Flor y luego abrió los ojos, impresionado por la belleza de aquella niña.
-Oh! -dijo- you're such a beautiful girl! What's your name?
Y, claro, Flor hablaba el mismo inglés que un perro y no entendió absolutamente nada de lo que le dijo el turista. Sin embargo, algo en Flor debió de llamar tanto la atención del turista que, sin pensarlo mucho, se sentó en una de las mesas de la cafetería, prendió un cigarrillo y empezó a preguntar cualquier cosa a Flor, quien también se encontraba fascinada por aquel idioma tan extraño.
Margo, por su parte, observaba a la nueva pareja de amigos. El turista era un hombre alto y rubio de pies a cabeza. No era especialmente guapo pero al menos sí un poco atractivo salvo una nariz bastante grande para su pequeña cabeza; vestía con unas bermudas de colores claros y una camisa de manga corta con pequeños bordados esparcidos en zonas irregulares; el peinado lo tenía a la moda y le sentaba bien. Flor, por su parte, vestía -valga la ironía- un lindo vestido azul con estampado de flores y sandalias baratas. El pelo marrón le caía por los hombros y las faldas del vestido se movían al compás del viento.
Al poco rato una mujer rubia se acercó con el inglés y le dio un pequeño beso en los labios, un tanto extrañada por la pequeña niña que se encontraba sentada junto a su marido bebiendo, diligente, un chocolate caliente. No obstante, la esposa del inglés quedó igual de fascinada ante la simpatía de Flor y su ternura al cabo de unos minutos y ésta se encontró muy cómoda entre ellos escuchándolos decir palabras al aire que ella no entendía. Sus ojos brillaban ante el desconcierto y aquella pareja se le hacía la más divertida del lugar.
Margo los observaba fascinada. Al igual que Flor, su nivel de inglés era el mismo que el de un girasol y pronto empezó a crear en su mente la idea de que quizá y tan sólo quizá podría tomar clases de inglés. Digo, no era una locura, a fin de cuentas la mayoría de las personas lo hablaba y no estaba de más aprenderlo. Y así fue. Saliendo de la jornada de aquel día, se despidió de Flor con un beso en la mejilla y una caricia en la cabeza y fue directamente a su casa, donde él la esperaba cocinando pollo empanizado y ensalada con yogur natural y arándanos deshidratados.🌻
-¡Aló! -dijo Margo poniendo el delantal sobre la mesa y tomando asiento frente a la comida.
-Hola -respondí mientras limpiaba un poco de yogur que se había derramado sobre la barra de la cocina.
Margo eructó ligeramente y se pegó en el pecho dejando salir otro. Yo la veía sonriendo irónicamente. ¡Qué mujer tan rara!
-Oye, ¿tú hablas inglés? -preguntó.
-Sí -respondí-... O bueno, más o menos. Me puedo dar a entender y probablemente podría entablar una conversación básica pero sinceramente no es mi fuerte.
-¡Ya veo! -dijo- Pues hoy me he encontrado a dos ingleses y he tomado la decisión de aprender el idioma. ¿Sabes de clases por aquí?
Yo comencé a comer y empecé a hacer memoria tratando de recordar algún lugar cercano.
Y así, Margo comenzó a ir a clases de inglés dos horas por día, tres veces por semana.🌻
Queridos lectores: aunque este capítulo no abarque -a primera vista- un suceso importante dentro de la vida de Margo, lo que se narra arriba será de vital importancia en el futuro de ella.
¡Gracias! Si quieren comentar algo acerca de la novela pueden dejar un comentario o mandarme por aquí un mensaje privado. 🌾
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¿Dónde está Margo?
Fiksi UmumAquél día observaba con calma la estatua de Juárez en el zócalo de la ciudad. Seguramente Margo diría algo acerca de él, su peinado o incluso la orientación en la que estaba su rostro. Sin embargo, Margo no estaba. Se había ido justo el día anterior...