6 de diciembre de 2013.
Creí que todo sería distinto al despertarme aquella mañana, que asistiría a clase y mi única preocupación sería el examen final de Literatura o los planes del fin de semana. Pero ese deseo no se cumplió. Tenía la firme creencia de que el pasado lunes marcó un antes y un después.
No logré coincidir con Jarodes, y su ausencia me arañaba por dentro. Eso significaba que no podría volver a encararle hasta dentro de unos días para que respondiera mis preguntas. Había ensayado tantas veces lo que iba a decirle que perdí la cuenta. Me vi obligada a olvidar que se produjera ese encuentro durante el fin de semana. Contemplé la posibilidad de que se presentara en mi casa, pero dudaba que tuviera la iniciativa. Y yo tampoco podía plantarme en la suya de esta guisa, aparte de que no podía conducir.
La única manera de olvidar el asunto fue ir al cine, tal y como le prometí a Kat. Al final, Cameron también nos acompañó. La película que vimos se resumía en una familia que se mudaba a una casa abandonada, y comenzaba a sufrir fenómenos que no tenían explicación. Todo terminaba con el predecible desenlace de la madre muerta y otro par de protagonistas al borde de la locura.
Siempre fui escéptica con ese tipo de historias, pero aquella en particular provocó que luego me paseara por mi casa con todas las luces encendidas. El trabajo se le complicó a William, y no llegaría hasta la madrugada, así que habría estado apañada si algún alma en pena hubiera ido a visitarme. Esta nueva faceta no venía por la trama de la película en sí. El motivo era que no paraba de preguntarme si todo en lo que no creía era real. La respuesta me resultaba desgarradora. Había vivido unas cuantas cosas que carecían de sentido. Sentía que alguien me estaba observando como si hubiera otro mundo tras este.
Aún no había llegado a descubrir la identidad de Raum. Tan solo recordaba su nombre y sus frenéticos ojos de color rojo. Esa información no me ayudaba a sacar muchas conclusiones. No comprendía las intenciones que tenía hacia mí, ni la actuación de Jarodes al respecto. La desesperación incluso me hacía plantearme qué habría pasado si hubiera ocurrido al contrario. ¿Y si Raum me estaba advirtiendo de algo? ¿Acaso debía huir de Jarodes...?
Di vueltas por la habitación mientras pensaba. El collarín me estaba asfixiando, y recordé que la enfermera Owen comentó que sería suficiente llevarlo por unos días. Decidí quitármelo, y me sentí liberada durante unos segundos. Eché el cuello hacia atrás, y suspiré para desahogarme. Eso me permitió concentrar mis pensamientos en Raum, pero no recordaba nada nuevo. Mi breve encuentro con él reveló más información que todo el tiempo que pasé con Jarodes. No sabía para qué escondía esa daga, por no hablar del extraño comportamiento de su colega Yaldir Telisen. El distante muchacho advirtió de un peligro personificado que asolaba el condado de Dawson. También mencionó que debía cumplir algo con la ayuda de Jarodes, como una especie de... misión. ¿Es que era un justiciero?
Yaldir decía que ellos habían tomado rehenes, y eso sonaba intimidante, pero ¿quiénes eran ellos? Todo este asunto parecía turbio, y olía desde lejos tan podrido como el hedor de la muerte. Pensar en la muerte era lo último que me apetecía. La muerte de mi madre me había torturado la memoria desde que era una niña, y tenía la sensación de que estaba ligada a todos estos acontecimientos.
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El último solsticio
FantasyElia morirá durante el solsticio de invierno, pero antes debe descubrir quién es en realidad. ** Todo cambia para Elia desde que conoce a Jarodes Atwood. Empiezan a sucederle cosas sin explicación hasta...
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