Capítulo 22 - Sacrificios

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- Despierta de una vez.

Aturdida abrí los ojos, mi primer instinto fue tratar de moverme y no tuve problemas en ello, estaba en mi habitación, palmee y estaba recostada en la cama. Traté de sentarme pero un dolor infernal zumbo en mi cabeza.

- ¿ Te duele mucho?

Gire mi cabeza en dirección a la voz de mis pesadillas y por dentro rogaba que solo fuera una. Él está aquí.

- Stefan. .. - dije mirándolo a la cara, aún tenía el rostro de colores, pero no pude quitar la vista de los ojos que me miraban con odio y algo más que no entendía. Se supone que estaba en casa, con amnesia.

- Es increíble cómo te asienta el campo, te ves bellisima.

- Stefan qué. . qué. ..

- Angela, amor, no me has visto en meses y es todo lo que dices. Eres una perra mal agradecida, pero ya trabajaremos en eso. - mi cuerpo empezó a temblar y mi mente rezaba y rogaba porque Damon me estuviera buscando.

- ¿ Qué quieres de mí? - pregunté con miedo.

- Me acuerdo el día que fuiste a verme al hospital, ¿estabas ya con él?

- Stefan..

- ¡Respóndeme! - y sin opción a escape su mano hacía sonar mi mejilla. Está pasando de nuevo. No pude decir nada. - Te hice una pregunta.

- No. - menti.

- Angela, sé cuando mientes. Y por el bien de tu vida y la del contador dime la verdad.

- ¡ TE ESTOY DICIENDO LA VERDAD!

- ¡ Bájame la voz, perra! - y otra bofetada resonaba en mis oídos. No resisti la rabia y me abalance sobre él, traté de arañarle, pegarle, gritar y huir pero el cogió mis muñecas y las puso en mi espalda, me atrapó. - Ahora siéntate como buena esposa y cállate.

- Damon me va a encontrar y te vas a pudrir en la cárcel. -al decir eso esperaba otro golpe, pero recibí una sonrisa torcida en su lugar.

- El bastardo no hará nada, ni tú. Déjame explicartelo Angie preciosa, cuando te fuiste esa noche recordé todo, pero quería esperar, quería saber si me podría estar equivocando. Y luego llamaste, luego llamaste maldita y me dijiste que te ibas de viaje y que me olvidara de ti. Entonces supe que no me había equivocado.

- ¿Por qué me buscas ahora si pudiste hacerlo antes?

- Verás, todo acto merece ser planeado, yo tenía que saber más, tenía que investigar. Te haré la lista y te voy a pedir que por favor me corrijas si estoy mal. Empecemos por emmm el famoso Damon, el guapo y alto contador, tienne oh 28, algo grande para ti eh; sigamos con el sobrino, Jeremy, el pobre autista; la lista continúa con la parejita de mocosos 16 y 18, Alexa y Carlos, ambos esperando un hijo, la niña lleva casi seis meses.

- Déjalos fuera de esto por favor Stefan. - empecé a rogar, él no se había equivocado.

- Angie tengo una propuesta que hacerte, pero si cagas esto voy a matar a tu Damon y voy a acabar con la vida feliz de tu linda Alexa, ¿ sabías que sus padres me contrataron para pedir su tutoría de vuelta? Sabes que puedo hundirte nena, lo sabes.

- ¿ Qué quieres de mí? - pregunte con la garganta seca y la voz temblorosa.

- Ahora mismo, traerás tus cosas del reservado y te irás conmigo, vamos a mudarnos, empezaremos una nueva y bella vida, te olvidarás del contador y serás feliz conmigo.

- Puedo irme a hacer lo que pidas, pero tú nunca me harás feliz.

- Cada día que pases conmigo es uno menos que piense en asesinarlo, eso debería hacerte lo suficientemente feliz. - se acercó a mí y con sus manos apreto mis labios - te amo nena y si no eres mía, no serás de nadie más. Vete. Tienes media hora. Y no muevas un sólo dedo. Ah pero vas a dejarle una carta de despedida muy triste explicandole a tu amante que te has dado cuenta que necesitas irte, pensar, que no crees que hayas tomado la decisión correcta y que no lo amas. ¿Entendido?

- ¿ Qué les has hecho? - oh Dios.

- Están dormidos. Vete, el tiempo corre.

Me levanté de la cama y me cogió del brazo.

- Si decides hacer algo para que te busquen te mato. Nada de trucos Angela.

Asenti con miedo y corrí a sacar mis cosas, la casita estaba solo al lado, no pude contener el dolor y llore. Entré con miedo y vi a Damon echado en el piso con Jeremy en su regazo, parecían dormir, corrí al cuarto y empaque lo más rápido posible. Quise despedirme de mis protegido pero no estaban en la casa, por lo menos estaban bien. Me agache y bese a Damon como nunca, busqué un papel y un lapicero y comencé a escribir mentiras, temblando y llorando. Me partía escribir estas cosas.

Cuando por fin termine la dejé en su mano.

- Te amo- susurre.

Salí corriendo y regrese con Stefan.

- Vaya, si hubieras sido asi de obediente nos estuviéramos ahorrando todo esto. Todo es culpa tuya. Vamos.

Lo seguí fuera de la casita, caminaba detrás de él, debastada, sin ánimos, llegamos al estacionamiento y prácticamente me metió a la camioneta. Se sentó de piloto y manejo en dirección a la salida.

- ¿ Tarjeta o efectivo? - preguntó el mismo chico de la mañana, me vio y me interrogo con la mirada, yo negue con la cabeza y susurre un "ayuda" sin que Stefan lo notara.

- Tarjeta. - contestó Stefan.

- Claro. - el muchacho le acercó la máquina e hizo el proceso de pago, esas cosas tenían copia, supongo que así podría ayudarme.

- Niño, la copia dámela. - oh no. El chico también trataba de negarse, pero Stefan logró intimidarlo, le dio la copia y nos fuimos dejando al amor de mi vida en el campo.

- Nadie más va a saber de nosotros. Ahora que el niño bonito creerá que no lo amas. -Oír eso detono más lágrimas. - Nos vamos al motel más cercano, no te he follado en meses.

  

Me abrace y convulsionaba del asco y repulsion que sentía al imaginarlo conmigo, no paré de llorar.

- Por favor, no me obligues a eso.

- Calla.

- Por favor.

- Mierda.

Desvio el camino y se metió entre los pastizales, oh no. Mi cuerpo se tenso y sabía que nada bueno venía. Adentró más el auto y se detuvo, nadie nos vería aquí y nadie vendría si gritara por ayuda.

- Ahora vas a aprender a callarte cuando te lo ordene.

Cerré mis ojos, llegó la primera bofetada seguida de besos en mi cuello que me daban arcadas, quería huir, empecé a gritar y con eso llegó la segunda bofetada.

- Cállate , carajo.

Empezo a destrozar mi ropa, echó el asiento y se colocó encima de mí, quería rogar, quería implorarle que se detuviera, pero sabía que eso no serviría de nada. Me jalo del pelo y sin nada de aviso se desabrocho los pantalones, jalo mi pantalon junto con mis bragas, empecé a llorar más fuerte, era mi pesadilla hecha realidad. Otro golpe, y así fue toda la noche. Rogue y llore pero a el no le importó. No hubo momento en que no deseara morir ahí.

- Eres una zorra, puta.

Me lanzó un puñete que me dejó aún más aturdida. No había dolor comparable, Stefan me empujó hacia el asiento posterior y siguió manejando, yo seguí sientiendome sucia, repugnante, rota.

Mi TentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora