Capítulo 50

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Aunque era temporada otoñal él no sentía frío ni sentía calor. Acababa de despertarlo el sonido de su compañero al toser un poco. "Ese hijo de perra está tratando de llamar la atención ", pensó. Aunque el colchón era sumamente delgado y las barras de metal solo empeoraban el aspecto lúgubre de su celda, a Stefan Brown eso no le importaba en lo más absoluto. Se había levantado inquieto. Impaciente. Acababa de volver a soñar con ella, envuelta en los brazos de ese desgraciado de Mawson. ¿Cómo pudo ser tan idiota de haber pensado que la muy zorra iba a someterse tan fácilmente? Se había equivocado, la había subestimado. No pensó que querría en serio a ese cabrón, quería pensar que solo era su juguete de paso, cómo él ya había tenido varios juguetitos, acostones de oficina o después de algún reencuentro de universidad, nada importante, insignificante, él estaba dispuesto a perdonarle la vida y no hacerle nada si ella dejaba a su putito. Pero no, ella tenía que ir corriendo donde él de nuevo y arruinar todo el maldito plan.

Se levantó porque no soportaba el chillido que hacia la cama su compañero al moverse inquieto porque los guardias no le hacían caso. Estaba aburriéndose de tener que soportarlo todos los días, con un par de libros y buena comida este tiempo corto que pasaría en la cárcel.

Casi se ríe en la cara de la jueza cuando le dictó 65 años de prisión, esta mujer no lo conocía, no sabía nada de él. No era en vano el trabajo bien hecho que habían forjado su carrera, es cierto que había ayudado a mucha gente inocente, tal vez en sus primeros años de carrera, pero ahora, tenía muchos favores por cobrar y otros que ya se estaba cobrando. No había evitado la cárcel para los hijos de diputados, no había sacado a miembros de las mafias más extrañas y secretas por nada. No. Ellos ya sabían dónde estaba él, era cuestión de tiempo para que le hagan llegar su apoyo. No esperaría mucho, de todas maneras.

Se dirigió al lavabo y se aseo, el hecho que sea un prisionero no quería decir que estaría apestando y fuera mugriento, algunos de ellos lo conocían por las noticias, le juraban matarlo con sus manos en cualquier momento, que tenga cuidado, que lo estaban esperando. "TU MATASTE A UN BEBE". Se reía amargamente, estos depravados estaban encerrados por violadores y asesinos, ladrones y drogadictos enfermos, y se atrevían a decirle a él asesino. No le pesaba la culpa por el bastardo de su ex mujer, la verdad le alegraba no tener que haber sido relacionado a ese ser.

Su ex mujercita puede que este gozando de paz, por ahora, él la estaba observando todos los días, sabía dónde estaba ella, donde vivía, que hacía, incluso sabía el tipo de shampoo que recientemente había cambiado por su descuidado cabello. Sabía todo de ella. Se volvió a reír. El hecho que él este encerrado no significa que él la fuera a dejar en paz.

Ni muerto la dejaría en paz. No descansaría hasta verla perder el último suspiro de vida que le quedara y se le escapara de los ojos, no pararía hasta arrancarle el mismo con sus propias manos, las ganas de vivir.

- Brown. – dijo uno de los guardias, era nuevo, sonrió. Era su guardia. El levantó la mirada y le indicó que se acercase, Stefan obedeció.

- Qué.- dijo sin intención de intercambiar muchas palabras. Quería ir directo al grano.

- Te mandan esto, tu contacto, dice que tiene que ser pronto. – dijo entregándole un sobre amarillo grueso pero pequeño. Lo tomó y lo escondió rápidamente en su ropa.

- Gracias. Y dile que está siendo muy lento, necesito más.

El guardia se fue sin hacer ruido alguno, su compañero seguía haciendo chillar la cama, como si nada hubiera pasado. Fue a su cama y se sentó, pacientemente, abrió el sobre. Examinó las fotos, así que ya se había conseguido un nuevo trabajo, seguramente el presumido de Mikesmall había tenido algo que ver. Siguió pasando fotos de ella entrando y saliendo en diferentes horas y días del hospital, a veces con ropa de médico, otras con ropa casual. "Sus chequeos médicos van bien. Muy bien Ángela, te necesito fuerte" Se podía notar la mejora en su apariencia, ahora si estaba lista para pelear, y no había cosa que disfrute más. Incluso se le ponía dura de solo pensar en cómo iba a tomarla antes de matarla, se la imaginaba peleando sin sentido y sin oportunidad de ganar, mientras el puto de Mawson o lo que quedara de él escuchara. Solo entonces, la mataría, para después dejarlo vivir a él con la culpa. El tiempo haría su trabajo y Mawson se mataría por su propia cuenta. Ahí estaba ella de nuevo, con Mawson y un par de mocosos que no conocía ni le importaban, también con el sobrino de Mawson, se rió. Sería una buena forma de torturar a Mawson.

Todos los días se despertaba con planes diferentes y macabros para acabar con la vida de ellos dos. Examinó una foto que no había visto, estaba ampliada y tenía una nota escrita. "Le dijo que sí" citaba la nota y la foto mostraba un anillo con un zafiro en el centro decorando su dedo anular.

Así que se iba a volver a casar, sería el hazme reír de todo el mundo.

- No puede esperar mucho, es momento de cobrar favores. 

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