Capitulo 35

188 18 0
                                    

El pasadizo estaba oscuro, había una luz ámbar que iluminaba el final del mismo, parpadeaba, no era constante. Una voz decía mi nombre, era como un gruñido que retumbaba en mis oídos. Me llamaba. Y yo tenía que ir o sería peor... mucho peor. Comencé a caminar despacio, agarrándome de las paredes, me dolía todo el cuerpo, cada paso que daba era como sentir millones de alfileres entrando en mi cuerpo. Llegué al final del pasadizo, una puerta rota daba lugar y la perilla estaba suelta. La tomé, chilló, pero se abrió. Y ahí estaba él, con la camisa rota, con botellas en el suelo, con una mirada enloquecida y una sonrisa escalofriante.

- Haz regresado, puta. Todo lo que se va sin que lo boten regresa sin que lo llamen.

- Stefan. ¿Qué estás haciendo aquí?

- Vine a felicitarte, me gusta esta casa, sobre todo la azotea.

- ¿Qué estas...? - Plaf, su mano impactaba mi rostro y me tumbaba al suelo, dolía de nuevo.

- Así que piensas que te vas a librar de mi tan fácilmente...

- No, por favor- dije rogándole. Plaf, venía acompañado de una patada, su especialidad.

- Espero que no te hayas olvidado de esto.- dijo sacándose el cinturón del pantalón.

- No... No... Déjala hijo de puta. - voltee a ver, Damon estaba atado en una esquina, sentado y sangrando por todas partes. No.

- ¡Damon!- grité.

- Vete, él me quiere a mí. ¿Cierto Stef? ¿Qué esperas hijo de puta? ¡Termina con esto!

- Esto es lo que pasa cuando no me obedeces. Espero que seas bien recibido a donde quiera que vayas. - Apuntó el arma hacia Damon, una escopeta para ser exactos, no, de repente yo también estaba atada tan cerca de Damon que no podía dejar de verle.

- Despídete de su linda cara.

- ¡NO! - grité al oír el sonido de la bala, Damon se había ido en frente de mis ojos.

- Es culpa tuya. ... Solo tuya....

Mi pecho no soportaba el dolor. Damon. Damon. No. Por favor. Pero no podía ignorar el charco de sangre que salía de su frente. No. Esto no puede estar pasando. Gritaba, odiaba a Stefan, quería a Damon de vuelta... Damon... Damon


- Angela... Angie... Dios mío, Angie despierta por favor. – Abrí los ojos, me confundió un poco ver una luz entrando por la ventana. Estaba todo tan blanco que me cegaba. – Estabas soñando, nunca te había visto así.

- ¡Damon!- dije al ver su rostro, estaba conmigo, no estaba muerto, no estaba sangrando, no tenía ningún rastro de sangre en su frente. Empecé a tocarle la cara como para ver si no estaba soñando, y no lo estaba, ahora él estaba conmigo.

- ¿Qué pasó? – dijo abrazándome.

- Tú estabas muerto, estabas muerto... Él te había matado en delante de mí, yo no pude hacer nada

- Fue solo una pesadilla, no te preocupes, ya estoy aquí contigo. – me abrazó, no lloraba porque no podía deshacer el nudo que tenía en la garganta. Mi pecho se sentía contraído por el miedo que ese sueño me había traído. Me di cuenta que el dolor de haber pasado un infierno con Stefan no era nada, nada, con el dolor que significaría perder a Damon. No podría concebirlo nunca.

- Ya estoy mejor. Disculpa por haberte asustado.- le dije algo apenada.

- No te preocupes, siempre voy a estar al lado tuyo para cuando me necesites.

Le sonreí débilmente, ahora que recobraba la compostura podía relajarme, podía agradecer al cielo por tener a este hombre al lado mío.

- Eso espero, de otra forma no puede ser.

Mi TentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora