Soul Knight: Memories

🏹Cap 32🌱

El peso de los caídos

-Hermana... -un suave susurro se escuchó al rededor de Eris que se encontraba rodeada de oscuridad sin ver nada, su respiración se agitó y se tocó el pecho-, esto fue tu culpa... lo destruiste todo... -de repente la chica despertó encontrándose recostada a un árbol, tenía varios arañazos en el cuerpo y algunas vendas que tapaban sus heridas, se levantó con cuidado encontrándose con todo en cenizas y la ciudad frente a ella con edificios caídos y cadáveres de elfos y humanos en el suelo, caminó un poco hasta encontrarse con Astoreo que caminaba con la cabeza baja, apenas había tratado sus heridas, parecían cansado, a punto de morir.

-Veo que despertaste... -le dijo al pararse frente a ella-, todo está destruido... revisé todas las ciudades vecinas y no hay sobrevivientes, tampoco humanos -pasó por su lado recostando la cabeza en el árbol-, él me dio una orden, se supone que mi deber era salvar a Ariah, con sus poderes podría reconstruir todo y restaurar la comunidad elfica, pero yo decidí salvarte a ti...

-Yo... También cometí un error... fui egoísta e ingenua al pensar que todo terminaría bien -se agachó comenzando a llorar-, hermana... papá... todos... Los condené a la muerte segura -comenzó a llorar restregando sus ojos, el elfo la miró dándole algo de lástima.

-Seguir lamentándose no va a resolver nada, tampoco lo hará que nos rindamos, creo que deberíamos sobrevivir por ellos... -decía acercándose a la chica y acariciando su cabeza-, no tenemos la gracia del árbol sagrado, pero tal vez podríamos encontrar una manera de vivir en paz en otro lugar.

-Aunque no se si tengo derecho a vivir después de lo que hice, pero... tampoco creo que tomar el camino fácil sea la mejor opción, me torturaré con sus muertes hasta el final de mis días -se levantó también y ambos comenzaron a caminar-. ¿A dónde vamos ahora?

-Buscaremos un lugar donde quedarnos, algo de ropa o comida si es que hay, después de todo los humanos no volverán y este lugar sigue teniendo una barrera en contra de los monstruos.

Ambos se adentraron en la ciudad con cuidado...

En otra parte justo donde estaba el árbol sagrado que ahora era un tronco podrido y seco, justo en su tronco había algo perturbador, la parte superior del cuerpo de Ariah rostizada se encontraba unida al árbol de una forma aterradora, se escuchó un tintineo de un bastón en el suelo, justo al frente del árbol apareció cierto mago de cabello morado observando todo.

-No pensaba ver una masacre de esta escala por aquí -dijo mientras cogía aire alzando sus brazos-, cuanta muerte y sentimientos de rencor y odio, de donde siento el mayor odio es de aquí -tocó con su mano el cuerpo del árbol-, es como si todos los muertos e incluso este gran árbol se hubieran combinado, como si sus sentimientos se hubieran unido aquí, un peso de esa escala es lo que estoy buscando.

Agarró un cristal de color morado y lo encajó a la fuerza en el pecho del cadaver, este comenzó a brillar y se escucharon unos latidos, el cuerpo descompuesto comenzó a moverse separándose del árbol lentamente, el mago retrocedió un poco, al despegarse cayó al suelo al no tener parte inferior y se arrastró hasta los pies de Dante.

-Venga, siente todo ese rencor de tu pueblo dentro de ti, asume todo ese peso y responsabilidad y úsalo -le dijo mientras sonreía de manera siniestra. Debajo del cadáver aparecieron varias lianas con espinas y se enrollaron a su alrededor envolviéndola por completa, luego se fusionaron entre sí tomando forma de un capullo de rosa gigante-, es momento de tu venganza contra los humanos que te quitaron todo -el capullos se abrió y dentro la cáscara del cadáver comenzó a caerse revelando una nueva forma debajo, era sólo la parte superior del cuerpo con forma femenina, su piel era completamente de color verde como si fuera de hojas por todo su cuerpo, su rostro era azul claro con dos grandes ojos brillantes de color púrpura, sin boca, ni nariz, su cabello ahora era más corto y estaba puntiagudo hacia arriba con forma de pétalos rojos-, mi Trampa Demoníaca, ahora que naciste, es hora de comenzar.