Capítulo 4

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Jungkook: Hola, T/n.

T/n: Hola –Sonreí —¿Sucede algo?

Asintió, metiendo una mano en los bolsillos de su pantalón.

Jungkook: Sí, vine para decirte que pasaré por ti a las siete y media. Así que aprovechando que estaba por aquí, se me ocurrió pedirte la dirección de tu casa.

El tono grave de su voz me hizo estremecer, traía el cabello perfectamente peinado hacia atrás, como todo un ejecutivo y sus labios parecían estar húmedos.

De repente y sin querer, me pregunté a qué sabrían.

De su garganta provino un gruñido, haciendo que mis ojos siguieran el movimiento de su nuez. Ahí me di cuenta de que me había quedado mirando más de lo debido.

Lejos de sentir vergüenza, quise reír.

T/n: Oh, sí, claro – caminé hacia el recibidor y tomé un pequeño papel en donde apunté mi dirección.

Jennie ocupaba su lugar detrás del mostrador, enseñando más de lo debido y enrollando un mechón de su cabello en un dedo, miraba hacia otra dirección, ¿Acaso trataba de parecer interesante?

No sabía si lo que sentí en ese momento fue lástima o pena ajena, ciertamente, no me caía bien, pero a veces me entristecía ser espectadora de sus miles de intentos por obtener una noche de desenfreno, Jeniee, tal vez, aprendería su lección de una manera no muy agradable.

Esa era la triste realidad.

Doblé el papelito a la mitad y se lo entregué.

Encontré sus ojos de inmediato, como si su atención siempre hubiese estado en mí y los intentos de mi compañera hubiesen sido en vano. Que aquella idea tuviese una respuesta afirmativa, me alegró, y no porque tratase de él sino que nunca antes había sido yo algo bueno que observar.

Guardó el papel en el bolsillo de su pantalón y me sonrió.

Jungkook: Perfecto, llegaré a la hora acordada -Sin esperarlo, se inclinó hacia mí y depositó un suave beso en mi mejilla.

Un cosquilleo se empezó a formar en donde segundos antes sus labios estuvieron puestos, mordí mi labio inferior sin poder ocultar mi maldito sonrojo. ¿Así sería siempre? ¿Cada roce o contacto de su parte provocaría está reacción?, jamás me había sucedido con nadie.

T/n: Claro – susurré viéndolo desaparecer entre las puertas de la boutique.

Mientras lo hacía me permití observar su figura.

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S

onreí satisfecha al ver mi reflejo, me había esmerado por verme bien.

Llevaba un vestido a dos colores, la parte del busto era celeste, mientras que de la cintura para abajo era totalmente negro, finalizando con un estilizado moño en el centro formando un arrollado arriba y abajo.

Me coloqué la pulsera que me había regalado mi padre hacía algún tiempo y tomé mi cartera color celeste, en donde guardé mi móvil y otras cosas.

Mientras me perfumaba, me dije que la cena no significaba nada ni llegaría a más, aquel compromiso terminaría esa misma noche y después, él desaparecería.

Yo misma se lo pediría.

¿Estás segura de eso? Si lo quisieras ni por impulso hubieses aceptado.

Ignoré a mi subconsciente y pasé mis manos por la falda del vestido. Respiré hondo y miré la hora en el reloj de mi habitación, faltaban solo quince minutos para que Jungkook llegara.

Sin tiempo para morir (Narcotraficante Jeon Jungkook  Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora