22.

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En nuestro primer año de relación todo era amor y de pasión.

Te dije que me quería casar porque mi amor era más grande que mi propia existencia.

Negaste con el entrecejo demasiado junto, ¿con confusión o quizá horror?

Me sentí inferior. No era suficiente prospecto para que te casaras conmigo.

Me rendí y la idea de llevarte al altar se esfumó de mi pensar.

En nuestro tercer año juntos volví a pedirte matrimonio ahora de rodillas, suplicandote para que aceptaras; solo quería que fueras mía y que el mundo entero lo supiera.

Me rechazaste —no arruines lo nuestro, Elioth, el día de mañana nos podemos separar y sería un dolor de cabeza el divorcio, así estamos bien — fueron tus palabras.

En La Monotonía Del Matrimonio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora