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Siempre me preguntaba lo que estaba haciendo mal. Siempre. Me hechaba la culpa de que estuviese perdiendo tu amor, me maldecía una y mil veces por hacerte enojar, incluso la opresión en el pecho no me dejaba respirar.

Fuimos a donde tu amiga a cenar, como siempre eras tan fría y distante, me hablabas solo lo necesario y solo bufaba frustrado.

Nos faltaban los refrescos y quisiste ir y por primera vez te logré percibir más relajada.
¿Era por qué te alejarías de mi unos minutos?

—No puedo más —le dije a la castaña en el momento que cruzaste el umbral. —Frunció el ceño con confusión —. Es que Melissa es tan mala conmigo, a veces siento que le molesta estar a mi lado, que ya me dejó de amar y que solo soy un estorbo en su vida.

De encogió de hombros mientras llevaba un poco de comida a su boca.

—Si siempre ha sido de esa manera, que flojera con su relación. Pero sino pues tienes que ver las diferencias que existen hoy en día con las de sus inicios —suspiró, a ella le molestaba meterse dónde no la llamaban y prefería mantenerse al margen sin en cambio me estaba ayudando —. Consúltalo con la almohada Elioth, recuerda los lindos momentos juntos.

—Yo... Lo intentaré.

—Espero y si no vas, van, a cambiar, separense, es triste ver a mi amiga de esa manera cuando está contigo. Es triste verlos como si fueran dos desconocidos frente a la gente.

Llegaste directo al congelador, pusiste algo en el y tenías una sonrisa traviesa. Esa sonrisa significaba que habías comprado chocolate.

Tenía que darme cuenta de nuestros errores. Por mí, por ti, por nuestro matrimonio sin papel.

En La Monotonía Del Matrimonio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora