Banner publicitario y la canción Missing de Evanescence en el multimedia, les recomiendo escuchar la canción mientras leen (si leen la letra mejor, ya que tiene relación con el cuento)
-----------------------------------------------------------------------------------------
"La princesa Aurora, de cabellos rubios como si fueran fino oro, había nacido por fin. Sus padres estaban tan felices que decidieron hacer una gran fiesta invitando a todo el reino, incluyendo las hadas que vivían en los bosques para que le concedieran dones a su hijita. O eso creyeron, porque una de ellas no fue invitada lo que provocó gran ira de su parte. Se presentó en el gran día, llena de odio y rabia, y al ver a la homenajeada, la maldijo: "Cuando cumplas 16 años te pincharás el dedo con el uso de una rueca y morirás". Sin embargo, quedaba un hada que no había obsequiado a la princesa y cambió el terrible maleficio. La preciosa niña se pincharía el dedo, pero no moriría, caería bajo el influjo de un profundo sueño del que solo despertaría con el primer beso de amor verdadero..."
-Ese cuento es estúpido.- interrumpió una niña de pelo oscuro a su madre que leía la conocida historia.
-Eso es porque no tienes ni idea del amor. Es una historia preciosa.- le replicó otra niña de pelo rubio.
-Tú tampoco, no vayas de listilla.- exclamó la morena molesta.
-Niñas, niñas. Este cuento no habla del amor de un joven hacia su amada, no, va más allá. Enseña que el amor es uno de los sentimientos más poderosos que existe, que puede crear grandes cosas pero que puede volverse malvado y destruirte.- las tranquilizó la madre mientras cerraba el libro, como símbolo de que la discusión había terminado.- Ahora a la cama. Buenas noches, hijas mías. Espero que jamás tengáis que padecer la parte oscura del amor.
Han pasado seis años, Rosa se ha convertido en una chica de hermosa cabellera rubia y ojos celestes que enamora con solo la mirada, risueña y alegre que ve el lado positivo de todo. Sin embargo, a lo largo de tantos años de perfección ha vivido en una mentira continua y sus sentimientos los ha ido ocultando dentro de ella, poco a poco. Por otro lado, su hermana Violeta, ha crecido a la sombra de su hermana. Cansada de que le quite todo lo que ella desea, sin siquiera pestañear. Día tras día, crece algo que no sabe identificar pero que algún día estallará y ya no habrá vuelta atrás. Sin saber, que la creía que era su hermana, hace tiempo que se ha ido. Para siempre.
Lo que un día las separó, las volverá a juntar. Aunque tal vez, ya sea demasiado tarde.
La madre que un día deseo que sus hijas no sufrieran por amor, observa desde lejos como cambian sin que ella pueda hacer nada. Con la única esperanza de que su plegaria sea escuchada y vivan felices el resto de sus vidas...
-Te odio.
Las palabras salieron de su boca mientras cerraba la puerta de un portazo. Violeta se sentó en la fría piedra de los escalones del porche, se agarró las piernas con los brazos y apoyó la cabeza en las rodillas dejando caer en cascada, su pelo negro azabache. Odiaba a su hermana, siempre lo conseguía todo. Parecía que lo único que ella quería era hacerla infeliz, divirtiéndose con sus intentos fallidos de encajar en un instituto donde la habían marcado desde el primer día. No recordaba ni un solo día que no hubiera discutido con su hermana, claro que cuando eran pequeñas, su madre siempre conseguía calmarlas.
Ahora ya nada paraba a Rosa.
Deseó ser el hada malvada del cuento que su madre les leía, años atrás. Poder echarle a su hermana ese hechizo que tanto merecía y así vivir por fin en paz. Aunque solo eran fantasías de una niña, que solo tenía eso: esperanza de que algo cambiara, de que Rosa cambiara. Pero lo sabía, no eran más que sueños que jamás se harían realidad.
O tal vez si...
-Nunca me libraré de ella.- susurró mientras lágrimas de rabia bajaban por su cara.
La puerta se abrió y mostró a una chica perfecta, que era como una muñeca: rota por dentro. Violeta no necesitó girarse para saber quién era, ella jamás la dejaba tranquila. Se levantó, secándose las lágrimas, aunque no pudiera ocultar el color rojo de sus ojos.
-¡Mira quien está aquí! Revolcándote en sus propias niñerías... Déjame pasar, yo si tengo cosas mejores que hacer.- le dijo mientras esa sonrisa falsa iluminaba su cara de porcelana.
-Algún día, morirás, sola. Nadie te llorará.- le soltó su hermana con la rabia acumulada a lo largo de los años.- Oh, sí. Morirás y yo estaré ahí para celebrar como te pudres en tu perfección.
La cara de Rosa no cambió ni un ápice, aunque con cada palabra, se rompiera más. Apartó a su hermana de un empujón y desapareció entre las calles.
-Cuidado con lo que deseas, querida hermanita...- susurró sin saber a quién dirigirse.
Estaba harta, del odio, del rencor, de los celos, de la perfección... Cansada de lo que era ella, una muñeca rota que nadie quería reparar.
Y ya no quiso resistirse más, dijo que sí a todo lo que hasta ese momento, había evitado. Porque ya nada le importaba.
Caminó entre la gente sin rumbo fijo, sus pies calzados con sendos tacones se movían como con vida propia. Su vestido corto, enseñaba unas piernas que en alguna vez habían sido perfectas, pero que ahora eran más propias de un cadáver. Su pelo rubio caía en una cascada sin vida, moviéndose y haciéndose polvo con cada paso. Sus ojos azules, no eran más que pupilas negras, dilatadas por la ausencia de la droga.
No era más que una fantasma de lo que había sido.
Ningún príncipe vino a salvarla cuando se pinchó por última vez, el día de su decimosexto cumpleaños. La única que la rodeó con los brazos y lloró su muerte, no fue otra que su hermana.
Porque los cuentos en la vida real no tienen finales felices...
Y el amor no es capaz de curar a una muñeca rota.
ESTÁS LEYENDO
Las lágrimas muertas del sauce #Ganadora de los WowAwards2015
Short StoryGanadora de los WowAwards2015 en la categoría ciencia ficción/fantasía --Actualmente escribiendo la cuarta parte: Hasta donde mis lágrimas lleguen- Dejé caer mis lágrimas una vez más, preguntándome cuando sería la última de todas. Tal vez, eso jam...