Banner publicitario (espero que les guste) y canción Remember when de Avril Lavigne en el multimedia, les recomiendo escucharla mientras leen (lean también la letra que tiene mucho significado en el cuento)
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"Había una vez una familia muy feliz, pero un buen día, la madre enfermó y murió. Su marido estaba tan triste que decidió casarse de nuevo con una joven viuda que tenía dos hijas, para que así su hijita tuviera una madre. Sin embargo, la mujer la odiaba porque era más guapa y más inteligente que las suyas y le mandaba hacer todas las tareas más horribles. De tanta ceniza que quitaba a la chimenea todas las noches, terminó por ser llamada Cenicienta. Sin embargo, no sabía que contaba con un hada madrina que la sacaría de ese infierno. No sabía que aquel zapatito de cristal perdido la llevaría a casarse con su príncipe..."
-Qué pena que solo sea un cuento.- le susurró su hermanastra Lidia, sonriéndole de la forma más malvada posible.- En la vida real, él jamás sabrá que existes.
Ana se quedó mirando cómo se alejaba por el pasillo. Sabía que lo que acababa de decirle era verdad, sin embargo no pudo evitar volver a mirar a aquel chico por el que llevaba suspirando tanto tiempo. Por mucho que se lo propusiera, no conseguía sacarlo de su corazón. Cada vez que pasaba a su lado, no podía evitar girar la cabeza para mirarlo, pero él jamás se fijaba en ella. Como se iba a fijar en una chica como ella, con sus gafas de pasta negra y cabello rubio cenizo corto. Sobre todo, si sus dos hermanastras con sus relucientes cabelleras y vestidos andaban tras él.
-Olvídalo, Ana, el no te merece.- se convenció ella mientras cerraba la taquilla para dirigirse a su casa, si la podía llamar de ese modo, claro.
Se giró para irse, con sus tristes pensamientos rondándole por su cabeza, cuando se topó cara a cara con él. La miraba con esa sonrisa ladeada, que tanto hacía palpitar su corazón.
-Ana, ¿verdad?- preguntó mientras ella asentía nerviosa.- Me preguntaba si sabrías si tu hermana Lidia tendría pareja para el baile.
Las palabras fueron como un jarrón de agua fría para ella. No le contestó, no podía decir nada coherente en ese momento. Lo apartó de un empujón y se fue a paso vivo. Se juró así misma, que la próxima vez que él le hablara, no sería para preguntarle sobre alguna de sus hermanastras. No, sería por ella.
Le llevó su tiempo, pero el día del baile estaba todo preparado. Tanto sus hermanas como su madrastra, estaban seguras de que no iría y se pasaría toda la tarde llorando en su habitación, por lo que no la echarían en falta. Se encerró en su habitación y sacó el vestido que había conseguido comprar después de tantas horas de trabajo. Era de un azul profundo, con una falda corta vaporosa pero lo suficiente larga para que se sintiera cómoda llevándolo. Estaba segura que sería la estrella del baile, solo porque era distinto al resto. No podía fallar.
Después de todo, aunque ella no tuviera hada madrina, no podía ser una casualidad que se lo encontrara tapado entre tanta montaña de ropa en la tienda.
Completaban su conjunto, una cinta también azul con diamantes de imitación y como no, sus zapatos plateados de tacón. Eran lo más importante del conjunto, ya que pensaba realizar el cuento de cenicienta en el baile. Se había asegurado de cogerlos en una talla tan pequeña que nadie en su instituto lo pudiera calzar y es que esos zapatos tenían truco. Nadie descubriría que realmente no eran tan pequeños como parecían.
Se vistió tranquilamente, se hizo un moño informal y aplicó un poco de maquillaje a su cara. Y no olvidar sus lentillas. Sonrió a su reflejo, nadie iba a estropearle su baile. Nadie.
Cuando llegó, nadie pareció notar su presencia. Se movió con agilidad entre las parejas y se dirigió a la mesa de bebidas. Se sirvió un vaso de zumo y esperó. Él no tardó mucho.
-¿Qué hace una chica tan guapa sin pareja en un baile?- oyó detrás de ella.
-Tal vez, simplemente le guste estar sola.- le respondió sin siquiera girarse.
-No creo que sea su caso.- le escuchó más cerca.
-¿Cómo estás tan seguro?- le replicó girándose por fin, aunque nerviosa por si su plan fallaba y él la reconocía.
Le miró y le envió su mejor sonrisa. Por supuesto, no la había hecho.
-Porque no se habría girado.- contestó mientras se apoyaba en la mesa, sin dejar de sonreír ni un momento.
-Entonces, ¿cuál es la razón por la que no tenga pareja?- le preguntó la chica bebiendo del vaso, para luego pasarse la lengua por los labios a modo de seducción.
-Tal vez, solo busque a su perfecto acompañante.- respondió mirándola fijamente.
-¿Qué sugieres?- le comentó mientras dejaba el vaso en la mesa y comenzaba a retorcer un mechón de su cabello.
El sonrió aún más y para toda respuesta la cogió de la mano, arrastrándola a la pista de baile. Estuvieron bailando mucho rato, hasta que finalmente se sentaron al fondo de la sala. Ana notó que estaba nervioso porque no paraba de pasarse la mano por el pelo, pero se hizo la distraída y esperó. De repente, la miró de nuevo y se acercó poco a poco. Sabía que iba pasar, había soñado con eso infinidad de veces... Y sin embargo, no sintió nada especial con ese beso.
El reloj dio las doce y se dio cuenta de que lo que estaba haciendo, era una tontería.
Ni ella era Cenicienta, ni él su perfecto príncipe azul.
-¿Sabes? Te equivocaste, ella realmente quería estar sola. No hay ningún chico perfecto en esta sala para ella.
Se levantó y se fue. Él no la siguió, tampoco lo esperaba. Ese chico no era más que un adolescente que como ella, quería encajar en un instituto. Más preocupado de los videojuegos que de las chicas, por mucho que no lo mostrara.
No dejó su zapatito de cristal. No le hizo falta.
Porque en la vida real los cuentos no tienen finales felices
Y el amor siempre ha sido caprichoso.
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Las lágrimas muertas del sauce #Ganadora de los WowAwards2015
Short StoryGanadora de los WowAwards2015 en la categoría ciencia ficción/fantasía --Actualmente escribiendo la cuarta parte: Hasta donde mis lágrimas lleguen- Dejé caer mis lágrimas una vez más, preguntándome cuando sería la última de todas. Tal vez, eso jam...