Ganadora de los WowAwards2015 en la categoría ciencia ficción/fantasía
--Actualmente escribiendo la cuarta parte: Hasta donde mis lágrimas lleguen-
Dejé caer mis lágrimas una vez más, preguntándome cuando sería la última de todas.
Tal vez, eso jam...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Relato para la actividad de Halloween de la Corte de las Hadas.
Palabras: Hielo, cuerdas y cobertizo. Como opcional: Polillas.
Quiero aclarar que mi relato no es que sea de terror o suspenso, si no que quiero transmitir a mi modo, el miedo a ser olvidado.
Espero que les guste.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Observó como el viento gélido comenzaba a cubrir su cuerpo, herido, cansado. Un cuerpo que no podía más que rendirse a la evidencia de su final. Sentía como el frío del olvido la alcanzaba, más y más. Sintió miedo, parpadeó, no podía contener ya las lágrimas, congeladas en sus párpados muertos. Aquella sensación dolía, dolía sentir como los pequeños hilos que le unían a la tierra, se iban rompiendo, uno a uno.
Trató de resistir, quería vivir. Sin embargo, ya sus manos no obedecían la pequeña súplica y nada podía evitar que la temperatura de su interior, disminuyera. Aquel era un mundo congelado, pero que carecía de nieve y ni siquiera, hielo.
Mientras expiraba su último aliento, se preguntaba: por qué ella. Por qué la habían olvidado de esa manera. Parecía como si no le importara a nadie, como si nadie le recordara. Era la invisible, la olvidada.
Cerró los ojos por uno segundos, apretando las mandíbulas como un último gesto de lucha, y trató de despertar su cuerpo dormido, casi muerto. Pero de nuevo, este ignoró sus débiles intentos, permaneciendo inmóvil sobre el suelo frío. Volvió a abrir los ojos, con la consciencia de quien ha perdido la batalla, y contempló la oscuridad del techo. Deseó, entonces, poder ver algo diferente que la negrura que la envolvía, solo una mísera estrella. De pronto, algo brilló, un pequeño punto en el abismo sin fondo, pero existía. Cada segundo que pasaba, parecía iluminar más y más la oscuridad. Parpadeó, aturdida ante aquel rayo de luz, pero cuando se volvió a concentrar en la negrura, algo había cambiado: miles de puntos iluminaban su alrededor. Fue entonces consciente de que ya no estaba en aquella oscura habitación, si no en el exterior.
