Princesa Cobarde

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Durante tanto tiempo he vivido en una nube, en otro mundo muy distinto. Tenía miedo de bajar, de enfrentarme a lo que me ofrecía el mundo exterior.

Tenía miedo de fallar.

Durante años me refugié en mi burbuja y cuando me di cuenta, me mentí a mi misma diciendo que estaba comenzando a salir.

Dejé que los años pasaran, que la gente creciera y viviera.

Yo seguía encerrada en aquella cárcel impenetrable, contándome la misma cantinela de que cada año me hacía más fuerte, más abierta, más viva.

Solo me volvía más rota, más desgastada, más sola. Me convertía en una sombra de lo que fui.

Era yo contra el mundo cruel, aquel que me había tratado de inadaptada, de insegura, de todo aquello que mi cabeza creaba. Pero lo cierto es que solo era una lucha conmigo misma, una lucha que me destruía con cada año que pasaba.

Recuerdo que una vez me preguntaron si no me cansaba de vivir una y otra vez el mismo día, aburrido e idéntico al anterior. Yo decía que no, porque la realidad es que yo no estaba ahí, no vivía aquella vida.

Estaba muy lejos, en mi refugio de las nubes, observando a aquella chica que se zarandeaba y se culpaba por todo, sin ni siquiera luchar por dejar de hacerlo. Solo veía pasar los días, envidiando lo que las heroínas de sus libros favoritos podían hacer y ella no. Estaba atrapada, día tras día, en aquella jaula de cristal.

Ojalá me hubiera dado cuenta antes de que la única barrera entre eso que deseaba y lo que era, no era más que mi persona. Ojalá hubiera dejado de ser tan egoísta, egocéntrica y cobarde.

Siempre lo he sido, todos estos años. No he sido más que una cobarde. Escapando como gato a quien le han pisado la cola, dejando que el tiempo tratara de arreglar aquello que yo tenía que hacer.

Tanto tiempo quejándome de que no valía para nada, pero lo cierto es que todas aquellas palabras que la gente pronunciaba no eran más que los "defectos" contra los que tenía que luchar. Soy humana, no soy perfecta ni creo que sea necesario, pero el problema es que nunca quise mejorar todos aquellos atributos que ensombrecían mis virtudes.

Me rendí sin haber comenzado la batalla. Me dejé por imposible. Hice lo que era más fácil para mí: huir.

Huir una y otra vez, hasta que solo tocara el fondo del más profundo de los abismos.

Era una cobarde, pero no voy a volver a serlo más.

Encontraré la llave de mi palacio de cristal, abriré la puerta y bajaré de la nube.

Si me estrello y muero por la caída, al menos sabré que lo habré intentado.

Que no morí asfixiada por mis propias palabras.

Porque no hay nada peor que las palabras que se dice uno a sí mismo, esas si son las verdaderas armas mortales.

Querido 2017, allá voy.


Las lágrimas muertas del sauce  #Ganadora de los WowAwards2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora