8 | juegos

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Hola – sonrió.

– ¿Qué haces aquí? – le pregunté amablemente, porque era muy extraño si la acababa de ver hacía menos de dos horas.

Bueno es que en toda la semana no te podré dar clases – hizo una mueca – y quise dártela hoy ¿no te molesta?.

Tenia que tomar una difícil decisión, seguir viendo mi serie o mejor tomar una clase que bastante falta me hacían.

Claro que no, pasa – finalmente dije.

Me aparté de la puerta para que ella pudiera entrar.

Si, gracias – respondió Sofía mientras entraba a la casa.

Pero el problema es que estoy viendo una serie, me interrumpes – fingí estar molesto.

Bueno patán si ese es el caso entonces me voy – se estaba dirigiendo nuevamente hacia la puerta.

No, mejor juega conmigo, pondré videojuegos – sonreí.

Traté de detenerla, al parecer no había entendido que solo bromeaba con que me había interrumpido.

Es que – comenzó a decir dudosa.

¿Si? – la interrumpí suplicando.

Esta bien – respondió aún dudosa.

Bueno, toma – le di un control.

– ¿Y cómo se juega? – hizo una mueca.

Desde mi control, le mostré los botones que tenía que pulsar, y algunos movimientos que tenía que hacer con las palancas.

Después de explicarle y comenzar la primera partida, fue un desastre.

Parecía que no había entendido la parte de mover las palancas y que en realidad debía mover el control entero para manejar al personaje.

Comencé a reír ante eso.

Ella se dio cuenta de lo que estaba haciendo y del por qué me reía.

Comenzó a jugar incluso mejor que yo.

He creado un monstruo – le dije entre risas después de que me gano, ella sólo rió – Pero no querías ¿verdad?.

Pero fue divertido – sonrió.

Era extraño, porque esta vez no venía vestida anticuada como lo acostumbraba a hacer.

Oye por cierto, te ves muy bien, por fin no te vestiste como nerd – dije burlón.

Gracias patán – rió.

Creo que era parte de nuestra amistad molestarnos cada vez que teníamos oportunidad.

Ahora si podemos comenzar la clase – sonreí, dejando a un lado el videojuego.

Tengo que irme – revisó la hora en su celular. 

Pero en toda la semana no me darás clase – me quejé.

Me dijeron que no tardara – se sentía presionada, al parecer.

Asentí, dando a entender que estaba bien, que podía irse.

Aunque puedes ir a mi casa – dijo rápidamente.

¿En serio? – realmente no quería ver a sus hermanos.

Si, mis hermanos salieron con sus novias – rodó los ojos.

Reí, al parecer no le agradaban aquellas chicas.

Iríamos en mi auto, normalmente prefería no utilizarlo, pero esta vez era noche.

Abrí la puerta de Sofía, iría de copiloto.

Soy realmente una buena profesora – dijo sorprendida al ver que había abierto su puerta.

Me sorprendí yo mismo. O la realidad era que quería lucirme con ella por ser mi profesora de la clase de amor.

Lo eres – sonreí.

Conduje hasta la casa de Sofía, tomaría la clase allá, sería la primera vez.

Casi no iba a su casa, para evitar a sus hermanos. Ella nunca quería invitarnos ni a Gus ni a mi, seguramente a ningún hombre.

Nos adentramos a su casa, encontrándonos con su hermana y sus abuelitos.

Buenas tardes – saludé.

Buenas tardes – respondieron los tres con una sonrisa.

Clases de amor. (Jos Canela) [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora