Prólogo

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+P.O.V:SOUL+

-Blake.... Blake... por favor... detente.- Abro los ojos asustada, pero como de costumbre, me deprimo al ver las cuatro paredes grises y sin vida que me rodean. Me levanto, con una mano en mi vientre para asegurarme de que mi cachorro siga allí y me alegro un poco cuando siento mi abdomen hinchado. 

Sin embargo la felicidad no dura mucho en este lugar, en el cual he estado encerrada durante meses. Mis días han pasado con lentitud y siempre estoy en un estado de inconsciencia que no me deja pensar con claridad. Apenas despierto unas horas para comer o seguir órdenes. Toda energía que tuve se ha ido y lo único que evita que suicide es el hijo que llevo dentro de mí, mi única esperanza. 

Las horas que duermo tampoco son mejores que las que estoy despierta. Tengo pesadillas constantemente y siempre despierto llorando o gritando. La mayoría son de Blake y "esa" noche, aunque también tengo algunas relacionadas con la profecía. 

Cierro los ojos y con mi mano, aprieto suavemente el collar que Blake me dio antes de la pesadilla. Algo en se pequeño objeto de metal me hace sentir la calidez que alguna vez su cuerpo me dio, la forma en que sus ojos me miraban con deseo o cariño, sus labios saboreándome, la forma en que sus brazos me daban seguridad y su voz ronca que siempre logro llamar la atención de mi loba. Por mi mente pasan lo recuerdos de él y el clan Sombras, pero, como siempre que recuerdo mi pasado, no puedo evitar frente a mí la imagen de Blake furioso, golpeándome e hiriéndome, tanto por dentro como por fuera. 

Antes, hace meses, hubiera llorado por él y lo que me hizo, pero he llorado tanto que estoy seca. Ya no me queda nada. No vale la pena llorar, porque no va a cambiar nada. 

Separo mi mano del collar y lo vuelvo a ocultar bajo mi ropa. No tengo que pensar en el pasado, porque jamás volverá. Lo único que me queda es mi cachorro y la profecía que debo cumplir. 

Vuelvo a meterme en las mantas y veo de reojo otra vez la vasta, pero austera habitación. No hay cuadros, ni pintura o ventanas. Los únicos muebles que hay son la cama y un pequeño armario, en el cual hay algunos libros que no he tenido las ganas de leer. El baño solo tiene lo básico y nada más.

Suspiro agotada y cierro los ojos, esperando nuevamente las pesadillas que me atormentan desde que me fui.

Desearía con todas mis fuerzas que esto fuera diferente.

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-Despierta.- 

Abro los ojos y, sin emoción, observo a Noah, el cual está apoyado en el marco de la puerta observándome como si fuera un simple experimento de su colección. En el último tiempo, he aprendido a no provocarlo demasiado a menos que quiera ser su conejillo de indias para las drogas que usa. Ya he visto lo que pueden hacer con otros lobos que obliga a tomarlas. No quiero ser una de ellos. 

Noah se acerca y me tira un par de prendas a los pies de la cama. Inmediatamente vuelve a la puerta. 

-El Alpha quiere verte en 45 minutos en la sala de ceremonias. No tardes.- Con esas últimas inexpresivas palabras, se va. Suspiro y tomo las ropas que me ha entregado. No tienen nada llamativo, solo son unas cuantas prendas de invierno. 

Sin mucha prisa, me cambio de ropa y camino hacia la puerta, seria. La toco tres veces y entonces Noah la abre para mirarme de arriba a abajo, inexpresivo. Yo solo mantengo mi calma y lo miro con una ceja arqueada.

Con mi mirada le digo, ¿nos vamos ya? Él me mira un segundo, para después, con una cinta de tela, taparme los ojos. Es una forma de asegurarse de que no encuentre una salida a este laberinto. Aunque no deberían preocuparse mucho, ya que he perdido todo mi sentido de la orientación por la débil conexión con mi loba. Apenas puedo sentirla, y eso me hace sentir muy vacía. 

Soul: La profecíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora