Capítulo 3

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Han pasado 3 años, una fastuosa boda y dos aniversarios en Europa desde aquella maravillosa noche.

Ahora soy Aria de Richardson. Mi vida transcurre entre viajes, inauguraciones, obras de caridad y paseos a los centro comerciales.
Adoro el arte y la literatura, asisto a exposiciones, obras de teatro y tertulias elegantes. Pero cuando el brillo se apaga y la gente se va, me siento tan vacía como las copas sin champaña sobre la mesa.

John es un esposo atento, cariñoso, y complaciente. Desde que asumió la vicepresidencia de las empresas de su padre hace dos años, viaja mucho, tiene muchas reuniones y me deja sola por largo tiempo.

No me quejo, lo amo, pero la verdad a veces me siento tan sola.

Con él todo es tranquilo, apacible, y supongo que así es la felicidad, además la vida no es perfecta ¿no?

Claudia y yo estábamos tomando el té en el jardín. Ella siempre tan fashion y sexy, típico de su personalidad. Tenía el vestido de tenis más corto y escotado que he visto.

--¡Parece un traje de baño Claudia! ¿En serio puedes jugar cómodamente con eso puesto?--

--Obviamente prima, ¡pero me gusta más jugar con la mirada de algún guapo y rico soltero del club! ¿Cómo va tu vida siendo la señora del gran empresario John Richardson?-- preguntaba sonriendo, mientras tomabamos el té.

--Bien, estoy contenta con él--

--Cuanto entusiasmo me muestras-- dijo en un tono de ironía.

--¿Qué pretendes? ¿Qué te lo diga saltando?-- Le dí por respuesta, de mala gana, molesta por su gesto anterior.

--Mira Aria, el amor para mi es una explosión de emociones, que cambian a medida del tiempo pero que siguen siendo intensos, te hacen sentir viva, ¡Es fuego en el cuerpo! ¡Por la forma que hablas parece que te vas a quedar dormida! Dime ¿Siquiera has tenido un orgasmo en la última semana?--

-¡CLAUDIA!- Grité, mientras la miraba severamente pero a ella pareció no importarle.

Mirándome a los ojos me respondía.

--¿QUÉ?¿QUÉ ARIA?¿QUÉ? Dime: ¿John te hace gritar de placer? ¿Te hace querer pedir más? ¿Te deja sin aire? Hazte esas preguntas a ti misma prima, porque creo que estas metida en un problema y no lo has notado. ¡Me voy!. No quiero perderme mi lección de tenis--

Se levantó de la mesa, tomo el bolso con las cosas para el tenis, me dio un beso en la mejilla y se marchó.

Yo me quede sentada, fría, en shock, con la mirada perdida, una tristeza profunda pareció salir de mis huesos. Tenía mil sentimientos encontrados, y rabia. ¿Hasta qué punto Claudia me había leído?

Una lágrima rodó por mi mejilla --¿Qué está sucediéndome?--

Después de esa conversación con Claudia necesitaba despejarme a como diera lugar.

Mi corazón latía muy fuerte, me levanté de la silla y casi automáticamente subí a mi cuarto, saque una maleta pequeña y llorando, entre rabia, tristeza y ansiedad, empaqué algo de ropa unas pocas cosas.

Saqué de la mesa de noche una libreta y un bolígrafo. Como pude casi temblando le dejé una nota a John en la que le decía que estaba un poco aburrida y que pasaría el fin de semana con mi mamá.

Tomé mi bolso y mi celular. Cuando bajaba del cuarto con la maleta Rosita, el ama de llaves, se apresuró a ayudarme a llevarla.

--¿Le digo a Alex que aliste el carro señora?--

Traté de verme calmada, a pesar de querer salir corriendo lejos de todo.

--No Rosita, yo voy a conducirlo, dile solo que lo traiga a la puerta rápidamente, en cuanto llegue John por favor dile que le deje una nota sobre el buró y si eres tan amable empaca algunas bebidas para el camino. Eso sí, por favor, lo más rápido posible -

Revisé que llevara mi billetera. No sabía a donde iría. En el camino llamaría a mi madre para decirle que le inventara alguna excusa a John, pero que él creyera que estaba ahí. Nunca le había mentido, pero no me quedaba más remedio.

Necesitaba alejarme de todo o estallaría.

Subí al auto, y empecé a manejar. La brisa que entraba por la ventana me hacía sentir mejor.

Llevaba un par de horas manejando y noté que necesitaba gasolina. Así que hice parada en la primera estación que encontré.

Sentí hambre, así que después de llenar el tanque me acerqué a la tienda.

Estaba mirando entre los estantes y fui a tomar unas papás, cuando acerque mi mano, otra mano también se acercaba a tomarlas al mismo tiempo, de inmediato retiré mi mano y miré a la persona a quien toqué.

Un hombre, quizá un par de años mayor que yo, de increíbles ojos azules y cabello castaño, lacio y desordenado. Tenía aspecto de motociclista, con un gastado chaleco de cuero y jeans, barbado, se veía desarreglado.

En medio del miedo que me produjo la primera impresión, algo dentro de mi dio un vuelco, no logré comprender en ese momento que sucedía.

--Lo siento-- me dijo él, con voz grave, - Tómelas, está bien- mientras asentía levemente con la cabeza --Yo comeré de estas aunque sepan a demonio--

--¿A demonio? eso sí que es peculiar. Nunca había oído de ese sabor--

-Bueno... también es peculiar, que una señora fina, que conduce un auto tan costoso, entre en un lugar como éste. Tenga cuidado. Estos sitios pueden ser peligrosos para alguien como usted --

Lo dijo bajando la voz y mirando muy severamente y con gesto desafiante a tres tipos que nos miraban desde un rincón y que tenían aspecto de ser peligrosos.

--Yo la acompañaré hasta el auto si usted quiere. Una vez que suba, conduzca rápido y aléjese pronto -- Concluyó sin quitarles la vista de encima.

Me asustó muchísimo todo, me sentí indefensa. Por alguna razón, tal vez prejuicio, precaución, o estupidez, aun no lo sé, rechace su ayuda

--Muchas gracias por su ofrecimiento pero no es necesario. Con todo respeto no lo conozco, no sé quién es usted y se defenderme bien sola--

Me alejé, tome mis papas, un par de snack más, luego me dirigí a la caja. Pagué y me fui al carro.

Lo había estacionado algo lejos de la tienda. De pronto sentí pisadas tras de mí y cuando miré, los tres tipos que nos miraron en la tienda, estaban persiguiéndome.





Secretos en las sombras »TWD«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora