Capítulo 11

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Un enorme lobo, gris y negro, me miraba amenazante, y se acercaba sigilosamente, gruñendo.

Yo retrocedí lentamente con la convicción de que esta vez no me salvaría, sentí que mis articulaciones se ponían calientes, fui consciente de mi respiración y mis latidos, casi podía sentir la sangre fluyendo por mis venas y envolviendo mi cuello por dentro.

Intenté analizar rápido la situación. El lobo mostraba su poderosa dentadura, mientras se sacudía para quitarse el agua de lluvia del cuerpo. Seguí retrocediendo con cuidado, pero por el barro resbalé y caí.

El lobo empezó a ladrar insistentemente. Lo que más me asustaba a parte de la situación fue, que así, llamara a la manada.
Tanteé el terreno con mi mano y hallé una piedra grande la tomé entre mis manos, y cuando sentí al lobo más cerca la lancé con fuerza. Apenas retrocedió unos pasos. Ya estaba listo para saltarme encima.

Todo pasó tan rápido que apenas si puedo recordarlo con claridad: Vi al lobo prepararse para saltar y cubrí mi rostro con los brazos para protegerme. Sentí que algo cortaba el viento con fuerza, un forcejeo breve, y finalmente un chillido del animal.

Por cuestiones de segundos pensé que estaba muerta, me miré las manos, y al levantar la vista vi a Daryl con su puñal en la mano, estaba lleno de sangre y barro, con esa mirada de fuego. Una vez más me había salvado la vida.

Me levantó, sin una palabra. Yo temblaba por el susto. Puso mi brazo alrededor de su cuello y me cargó llevándome de vuelta a la cabaña.

Al entrar, me dejó de mala gana en la silla. Cerró la puerta de la cabaña de un portazo. La lluvia, de regreso nos había quitado gran parte del barro. Noté que tenía rasguños en sus brazos, producto de la pelea con el lobo.

--¿POR QUÉ DIABLOS NO PUEDES HACER LO QUE SE TE DICE? ¿ERES DEMASIADO IMPORTANTE PARA QUEDARTE SENTADA CUANDO TE LO PIDO? ¡CASI MUERES POR TU ESTUPIDEZ!-- Sus palabras salieron como en una explosión, mientras caminaba de un lado a otro, como intentando manejar la rabia, se tocaba la cabeza.

La rabia me fue llenando.

--¿Y QUÉ DEMONIOS PRETENDÍAS QUE HICIERA? ¿QUÉ ME QUEDARA AQUÍ SOLA? ¿COMO IDIOTA, VIENDO COMO ME ABANDONAS A MI SUERTE, HERIDA Y PERDIDA EN MEDIO DE LA NADA? ¡PUEDE QUE TE PAREZCA ESTÚPIDA PERO FUISTE TÚ EL QUE SALIO DE AQUÍ EN UNO DE TUS FAMOSOS IMPULSOS DE HUIDA, SIN UNA EXPLICACIÓN! ¡PARA MI ERES UN IMBÉCIL DARYL DIXON!--.

--¿DESPUÉS DE TODO PIENSAS QUE VOY A ABANDONARTE? ¿DE VERDAD?-

--¿Y CÓMO NO VOY A PENSAR ESO? SI SALISTE DE AQUÍ SIN DECIRME NADA. TE FUISTE EN MEDIO DE ESE BOSQUE Y YO SALÍ DETRÁS DE TI, PREOCUPADA, PENSANDO QUE ME PODÍAS DEJAR O QUE TE PODÍA PASAR ALGO. ¡DIOS, SI TE PASA ALGO ME MUERO!... - Le grité y volteó a mirarme casi de inmediato.

Un breve silencio pareció cubrirlo todo.

Daryl atravesó el espacio de la cabaña que lo separaba de mí con paso firme y veloz, se me acercó, me tomó con ambas manos del rostro y me besó apasionadamente. Había deseado tanto sus labios.

Me agarró con fuerza de la cintura y me sentó sobre la mesa, me miró a los ojos, y con ambas manos rompió mi camiseta.

Metí mis manos entre su cabello y comencé a besarle. Cada beso, cada mordisco, sabía a gloria. Le quite el chaleco con desesperación y él se quitó lo que quedaba de camisa. Dejó mi torso desnudo mientras besaba mis hombros.

Yo estaba poseída por el deseo. no tenía pasado, nada más me importaba, solo había un pensamiento en mi cabeza: quería amarlo, quería ser suya completamente. Ya no me interesaba si después se acababa el mundo, en ese momento, Daryl sería mío, y todo lo vivido hasta ese entonces, valdría la pena, sólo por eso.

Sus labios eran dulces, y cada vez que mordía los míos subía mi excitación. Sin ningún pudor me besaba, nunca me sentí ardiendo como en aquellos instantes, sin miedo, con una mezcla de ganas atrasadas y rabia. Él era rudo, salvaje y aún así no me hacía daño. Sus ojos, su aliento, todo era perfecto.

No recordaba el dolor en mis heridas. El contacto de su piel caliente con mi cuerpo es lo más placentero que existe. Su barba me raspaba la piel, en un delicioso cóctel de dolor y extasis que no había conocido antes de él. Sus tatuajes me hacían desearlo más aún, como si fuese posible.

Desabroché su pantalón con rapidez y el hizo lo mismo con el mío. Él se quitó el resto de la ropa. Nuestros cuerpos estaban húmedos en una mezcla de lluvia y sudor. ¡Dios!, quería morder esos brazos. Verlo desnudo era como estar en mis sueños más prohibidos. Yo parecía un felino, besando su cuello y arañando su espalda. Su boca besaba cada espacio de mi cuerpo, con tanto arrebato, con tanta pasión. Besé cada espacio de él sin temor al tabú, quería consumirlo. Me agarraba con fuerza de la cintura haciéndome por primera vez en la vida, la dueña del mundo.

Y de pronto, me perdí en una combinación de explosiones en mi cuerpo. Como si mi alma me hubiese abandonado de repente. Algo que creía haber olvidado y realmente nadie me hizo sentir con tanta intensidad. Quería quedarme fundida en su cuerpo.

Nos quedamos dormidos sobre aquella sabana vieja. Estaba exhausta, pero no creía que jamás tuviera suficiente de esto. Puedo jurar que para mí no existía un mejor lugar que sus brazos.

Abrí los ojos poco a poco. Mi mente no lograba comprender aún donde estaba, me costó unos minutos aclararme y darme cuenta que me sentía tremendamente cansada y que debajo de aquella sabana, estaba desnuda.

Empezaba a amanecer aunque todavía estaba algo oscuro. Una algarabía de aves anunciaba el nuevo día. No quería voltear, por temor a que todo hubiese sido uno de mis crueles sueños.

Respiré profundo y al mirar estaba él, mi chico malo, perfecto, nada en este mundo puede ser como él. Dormido, tan pacíficamente, boca abajo, veo su espalda, llena de marcas de un pasado que me es desconocido aún, sus brazos tan fuertes, su piel suave. Su cabello castaño tan liso, cayendo con maldad sobre su frente, tan hombre y seguro, con la misma fuerza que me salvó, con esa misma fuerza nos amamos.

Lo miro y apenas puedo contener lo que siento. De pronto abre los ojos, me mira y sonríe, no recuerdo que alguna vez en la vida estuviera triste, porque ese momento borró todo lo malo hasta entonces.

--Hola niña fresa-- susurró con ternura, mientras acariciaba mi cabello.

--Hola chico malo--

--Tenía miedo de despertar y sentir que me odiabas todavía, que me desmaye no sé, o que ese lobo me mató y todo lo soñaba en el camino al infierno ¿Sabes?, como un último favor que me hiciera Dios, antes de quemarme ahí para siempre-- Me decía mientras sus manos me recorrían suavemente.

--Yo tuve el mismo miedo, y ahora que te veo, que te siento, sigo creyendo que lo es -- Me quedé mirándolo, y me besó.

--¿Por qué no te encontré antes Daryl?--

--Porque todo sucede, en el momento exacto, niña fresa-- Me miró intensamente, como lo hizo tantas veces, pero en esta ocasión dejó de ser un misterio, para ser mío.

Secretos en las sombras »TWD«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora