Capítulo 29

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Han pasado un par de meses desde aquella reunión liberadora. Tomé las riendas de mi vida. Cada una de mis peticiones se cumplieron a cabalidad  y los Richardson nos dejaron en paz.

Claudia se consiguió un viejo millonario que la tiene en la gloria, su vida vacía y libertina sigue siendo la misma, pero sin amigos, es una vida triste a mi parecer.

Jhon esta con otra pobre mujer. Siento lástima por ella.

Cambie de ciudad y no he sabido de Daryl mas que por mi madre y los abogados que se encargaron de que todo lo correspondiente a él, se hiciera. Aceptó a regañadientes, es muy orgulloso, pero como no es tonto, terminó por hacerse cargo de la nueva tienda y la moto. Sé que está bien y que se ha recuperado satisfactoriamente.

Nunca mandó un mensaje. He marcado su número un millón de veces, pero no tengo el valor de hablar y termino colgando.

Hoy voy de visita a ver a mi madre, es duro manejar por estas carreteras. Todo me recuerda a Daryl.

He pasado mis noches soñándolo, he mordido las ganas de tener su piel junto a la mía. Extraño su voz y sus miradas. Cada momento que vivimos se revive en mi mente de forma constante, hace que se teja un nudo en mi garganta, y en las noches más solitarias, su ausencia golpea, fría y cruelmente.
No puedo evitar pensar en él con tristeza, todo lo que gané y siento que perdí. Lo más importante era él.

Me enseñó a ser valiente, a no rendirme, a luchar. Tantas aventuras, tanta adrenalina ¿Quién que no sea Daryl Dixon te hace sentir todo eso? No importa porque solo lo amo a él.

Manejé directo a casa de mi madre, pero a un lado del camino me detuve. Ahí fue el derrumbe, aquel que de golpe me metió a la vida de Daryl.

 Al fondo de aquel mirador se podía ver un océano de copas de arboles. En aquel bosque, fui suya por primera vez, me salvó la vida, y me robó el alma. Con lágrimas en los ojos me subí al auto, el dolor me presionaba el pecho y me dolía hasta las rodillas.

Encendí el auto y me fui de ese lugar, tomé la primera desviación y llegue a esa estación de gasolina. De una forma automática. Como buscando algo que pudiera llevarme de nuevo a ese pasado, como si así pudiera vivir de nuevo todo.

Entré a la tienda y llegué al estante de la papas, fui a tomarlas con la estúpida esperanza de ver sus manos tocando las mías. Pero no, miré hacia el frente, me sentí vestida con toda la melancolía del mundo. Seguí directo a la caja. El encargado no era el mismo, y me sentí peor.

-¿Qué pasó con el antiguo dueño?- Le pregunté al muchacho que atendía ahora. Era muy joven creo que no llegaba a los 18. Me causo algo de gracia su pinta despistada.

-Decidió retirarse señora y vendió la tienda ¿Sólo esto o quiere algo más?- Caí en cuenta que sostenía la bolsa de papas en mi mano, un poco avergonzada las dejé sobre el mostrador.

-No! esto también por favor. Disculpa- Le sonreí apenada.

-Esas papas saben a demonio, ya te lo había dicho una vez-

Cerré los ojos, su voz ronca me calaba hasta los huesos. Voltee reteniendo el aire en los pulmones. 

Ahí estaba él, casi como un milagro.

-Es cierto, me lo dijiste, pero fue el sabor que elegiste... ¿Pero como sabías que estaba aquí?- Dije haciendo un gran esfuerzo por no llorar.

-No lo sabía. Vengo aquí todos los días cerca a las seis, tú sabes, esperando... que pasara algo que te trajera de nuevo aquí- Me dijo

Sus ojos azules me miraron con tanto amor, en sus gestos descubrí que se sentía como yo.

-¿Salimos de aquí o en serio piensas comprar las papas sabor a demonio?- Ambos reímos nerviosamente.

-Vamos- Conteste muriéndome de nervios.

Caminamos hacia afuera de la tienda, ambos nos recostamos al auto.

-Hace tiempo que no se de ti. ¿Dónde estuviste- Me preguntó un Daryl nervioso y tímido.

Tan bello, tan hombre. Su cabello jugaba volando con el viento, castaño, liso, contrastando con sus ojos azules. Su voz grave, sus manos rústicas y su barba increíblemente sensual. Creo que todo mi cuerpo gritaba de ganas, de deseo, moría por abrazarlo, por besarlo, por hacerlo mío.

Los pensamientos llegaban lentos a mi mente, mis rodillas temblaban sin parar, tenía la boca seca, y mis manos sudaban terriblemente.

Me sentía como una adolescente en su primer beso. Un vértigo terrible se apoderaba de mi estomago, y podía sentir mi sangre correr por mis venas, tenía mi rostro caliente.

-He...estado...viendo en otra ciudad, quise alejarme de todo- Conteste a duras penas sin mirarlo.

-Hasta de mi ¿No es cierto?- Me pregunto mirándome de pronto muy serio.

Lo miré directo a los ojos.

-Ni siquiera viviendo en otro mundo podría alejarme de ti Daryl Dixon, porque estas en mi cabeza todo el día y cuando duermo estas en mis sueños, solo puedo pensar en ti, y lo mas duro que hice en la vida fue dejarte ir, pero Dios sabe que era necesario- Aquellas palabras salían sin control de mi boca, era como si todo mi ser necesitara desahogarse.

Mientras hablaba el se fue acercando.

Mi cuerpo se fue paralizando, ya no podía pensar, el mundo se fue reduciendo a su cuerpo, y me parecía enorme ese pequeño espacio entre los dos.

-Hay algo que jamás te dije Aria- Me miró a los ojos y acarició mi rostro con su mano.

-¿Qué?- Mi voz salió apenas como un susurro, mientras me tomaba de la cintura y acerco sus labios a los míos.

-Te amo, y jamás pienso dejarte ir- Cerré los ojos, una lágrima rodó por mi mejilla.

Y me besó, suave, dulce y apasionadamente, como solo él sabe hacerlo, solo él me hace ser libre entre sus brazos. Solo sus labios pudieron devolverme la vida.

Fue así como me perdí y me encontré en Daryl Dixon, y luché contra todo por amor. Ahora soy tan feliz en aquella cabaña, haciendo el amor cada noche con mi chico malo, todo el dolor quedó en el pasado, nada puede acabar con lo que sentimos.



                                                                       

                                                                                 ...........FIN...............











Secretos en las sombras »TWD«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora