La Apuesta

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Carmilla abre la puerta. Siento burbujas en el estómago al ver la mesa de billar.

"Puedo abrir la partida?" Pregunto. Carmilla sonríe completamente sorprendida.

"Está bien. Has jugado antes?"

"Algunas veces", miento.

Ella entrecierra los ojos, inclinando la cabeza hacia un lado. "Eres una mentirosa sin esperanza, cupcake. O nunca has jugado antes o-"

Lamo mis labios. "Te asusta un poco de competencia?"

"Asustada de un pequeño bocado como tú?" Carmilla se burla, la veo de muy buen humor.

"No. Qué le parece una apuesta, Señora Karnstein", le contesto, encogiéndome juguetonamente.

"Tienes confianza, eh, señorita Hollis?" Ella sonríe, tan divertida como incrédula.

"Qué te gustaría apostar?"

"Si gano, me llevaras de nuevo a tu cuarto de juegos."

Ella me mira como si no pudiera comprender completamente lo que he dicho. "Por qué pides eso?"

"Porque puedo decir que ambas lo queremos."

Hace una pausa durante un largo momento, aún conmocionada retoma la conversación. "Y si yo gano?"

"Entonces tú decides." La observo fruncir sus labios mientras contempla su respuesta.

"Está bien, abre." Ella sonríe.

De un armario bajo de una de las estanterías, Carmilla saca un estuche de cuero de gran tamaño. Dentro están las bolas acomodadas en terciopelo. De forma rápida y eficiente, las junta sobre la mesa. No creo haber jugado billar en una mesa tan grande antes. Carmilla me da un taco y una tiza.

"Segura que no quieres romper?" Finge cortesía. Está disfrutando de esto, piensa que va a ganar.

"Bueno." Coloco un poco de tiza el final de mi taco y soplo suavemente para retirar el exceso ante la mirada de Carmilla. Sus ojos permanecen en mí cuando rompo con la bola blanca en un golpe limpio y rápido, lo hago con tal fuerza que una bola rayada gira y se sumerge en uno de los bolsillos derechos. He esparcido el resto de las bolas de forma bastante uniforme.

"Golpe de suerte". Carmilla dice, sé que me está evaluando. Estoy bastante segura de que ella esta tratando de averiguar si soy un tiburón del billar mientras revoloteo en en el vestido de verano azul que Armitage empaco para mí, hay un dobladillo en el final que no hace más que mostrar un poco más de mis muslos.

"Elijo rayas," digo inocentemente, sonriendo tímidamente a Carmilla. Sus labios forman una bonita sonrisa divertida.

"Adelante", dice educadamente.

Procedo a embolsar las próximas tres bolas en rápida sucesión, alineando cada vez para llevarlas en mi siguiente golpe. Estoy muy agradecida de que Danny me enseñara a jugar al billar tan bien en la Unión Estudiantil. Carmilla me observa impasible, sin darse por vencida, aunque su diversión parece menguar. Pierdo la franja verde por un pelo, y una mueca me revela al ver como he perdido el liderazgo del juego.

"Sabes, cupcake, podría quedarme aquí y ver cómo te inclinas sobre la mesa de billar todo el día", dice lascivamente, jactándose. Está tratando de sacarme de mi juego. Me sonríe mientras se pasea para dar su primer disparo. Se inclina. Mi boca se seca. Oh, ya veo a lo que se refería. Carmilla en pantalones de cuero ceñidos y una escotada blusa color negro, así... es algo digno de contemplar.

50 Sabores AgridulcesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora