Duelo de espadas y Envió

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Carmilla está acariciando mi cuello mientras poco a poco despierto. "Buenos días, bebé", susurra y pellizca el lóbulo de mi oreja. Mis ojos revolotean abriéndose y cerrándose de nuevo rápidamente. La brillante luz de la mañana inunda la habitación, y su mano acariciaba suavemente mi pecho, tentándome suavemente. Descendiendo en dirección a mi cadera mientras sigue tendida a mi lado, sosteniéndome cerca. Aun acostada, me doy el lujo de disfrutar de sus caricias, siento sus labios contra mi cuello.

"Estás contenta de verme," murmuro adormilada, acercándome sugestivamente contra ella. Siento su sonrisa contra mi mandíbula.

"Siempre estoy contenta de verte", dice mientras su mano patina sobre mi estómago, yendo peligrosamente cerca de mi sexo y explorando con sus dedos. "Definitivamente hay ventajas al despertar a tu lado, señorita Hollis," se burla y me jala suavemente para dejarme tendida sobre mi espalda.

"¿Cómo es que estás despierta tan temprano?" Pregunto, extendiendo mis piernas para darle acceso.

"Yo no pude dormir. No lo necesitaba después de anoche." Su voz transmite placer carnal puro.

"Gracias por eso, Carmilla".

"¿Has dormido bien?", Pregunta mientras sus dedos continúan su sensual tortura. Está sonriendo hacia mí, con su deslumbrante sonrisa que me roba el aliento. Mis caderas empiezan a balancearse al ritmo de la danza que sus dedos han comenzado. Ella me besa castamente en los labios y luego pasa por mi cuello, mordiendo lentamente, besando y chupando sobre la marcha. Gimo ante su naturaleza burlona. Ella es gentil y su tacto es ligero y celestial. Sus dedos intrépidos se mueven hacia abajo, y poco a poco desliza uno dentro de mí, moviéndose cautelosamente.

"Oh, Laura," murmura reverentemente contra mi garganta. "Siempre estás lista." Ella mueve su dedo al ritmo que sus besos arman su travesía tranquilamente a través de mi clavícula y luego hacia abajo a mi pecho. Atormenta primero uno, luego el otro pezón con los dientes y los labios, pero oh-tan-suave, poniéndose firmes y excitados en una dulce respuesta. Gimo suavemente. "Hmm," ella gruñe sutilmente y levanta la cabeza para darme una mirada con sus flamantes ojos grises. "Te quiero ahora." Alarga la mano hasta la mesa de noche, buscando algo.

¿Quién es el monstruo insaciable ahora? Me río ante la idea.

"Te ríes, señorita Hollis?"

"No" lo intento y fracaso en mi intento de mitigar la mueca en mi cara.

"Ahora no es el momento para reír." Ella niega con la cabeza en amonestación y su voz es baja, severa, pero su expresión- santa madre- es glacial y volcánica a la vez. Mi respiración se queda atrapada en mi garganta.

"Pensé que te gustaba cuando me reía", le susurro con voz ronca, con la mirada perdida en las oscuras profundidades de sus ojos atormentados. "Hace que las cosas se pongan tensas."

"Aún no. Tengo que estar dentro de ti primero ", dice ella mientras su cuerpo cubre el mío, y una vez más me pierdo en ella.

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"¿Qué te gustaría para el desayuno, Laura?"

"Un poco de granola. Gracias, Perry." Me pongo colorada mientras tomo mi lugar en la barra de desayuno al lado Carmilla. La última vez que mire a la muy formal y propia Perry, estaba desnuda y era arrastrada sin miramientos al dormitorio encima del hombro de Carmilla.

"Te ves hermosa," Carmilla dice en voz baja. Estoy usando mi falda gris y blusa de seda de nuevo.

"Tú también." Sonrío tímidamente. Ella lleva una blusa azul pálido y pantalones vaqueros, se ve muy bien y perfecta, como siempre. No está vestida para ir a trabajar hoy.

50 Sabores AgridulcesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora