Capítulo 7.

3K 139 7
                                    

Me quede estupefacto mirando hacia el lavamanos, mientras que este sacaba de vez en cuando alguna que otra gota de agua.

Me había preocupado por Elena, y eso no era algo normal en mí, digo, cuando desperté esta mañana y me fije que no se encontraba a mi lado, mis manos comenzaron a temblar, también comencé a desordenarme el cabello con frustración, en mí me mente solo aparecía y desaparecía una pregunta: ¿Dónde mierda estaba ella? Cuando vi que la puerta del baño estaba con seguro, sentí como si todo hubiera vuelto a mí, me estaba tranquilizando, así que comencé a gritar su nombre y en donde estaba, a lo que ella respondió que estaba por salir. Mis manos comenzaron a dejar de temblar y sentí como volvía a la realidad, ¿Cómo es que me había preocupado por ella? En ese momento sentí que debía protegerla y cuidarla de todo peligro que apareciese en su camino, de protegerla de todo ser humano que le quisiera hacer algún daño, sentí que debía de estar para ella, con ella. Para apoyarla y ayudarla en lo que necesitaba, pero una cosa era cierta, yo no podía sentir eso, ella volvería al prostíbulo, se lo había asegurado hace algunas horas. Sabía muy bien que no podía sentir algo por esa chica, no podía.

Después de unos pocos minutos en los cuales estaba ordenando mis pensamientos, abrí el grifo para que la tina se llenara lentamente de agua, después de varios minutos esperando, me sumergí en la tina y mi cuerpo se fue tranquilizando poco a poco. Sentí como el agua estaba fresca y eso me agradaba, me sentía tranquilo, apoye mi cabeza en la pared y los pensamientos de Elena y yo abrazándonos en aquel parque me hizo sentir algo que no podía explicar, sentía como mis músculos se tensaban al recordar ese momento, me había sentado bien abrazarla y apretarla con mi cuerpo, me había sentido querido en ese instante, aun podía sentir los brazos de Elena rodeándome y apretándome a su cuerpo con fuerza. Un suspiro se escapó de mis labios y después de eso vino una sonrisa intensa, podía sentir como la felicidad recorría mi cuerpo, la necesitaba ahora mismo, la quería de nuevo en mis brazos, rodear esa pequeña cintura que ella poseía era lo único que quería hacer en este momento, sentir su calor en mi piel, quería sentir que ella también se sentía de la misma manera en la que yo me sentía, Elena ahora estaba metida en mi cabeza y era imposible sacarla de ahí.

Después de unos largos diez minutos relajándome, salí de la tina y comencé a ponerme la ropa que había comprado ayer, también le había comprado algunas prendas a Elena, ya que sabía que las necesitaba tanto como yo, pero ella se negaba, y esa era una de las cosas por las cuales la admiraba, a pesar de que yo tenía demasiado dinero para gastarlo en cualquier lujo, ella se negaba, se negaba a algo que en verdad necesitaba. Elena era una chica humilde, y no le gustaban las cosas materiales, sino, que ella solo quería lo que necesitaba, pero la pregunta era ¿Cuándo comencé a pensar y admirar a Elena de aquella forma? Había una sola pregunta, pero ninguna sola respuesta.

Abrí la puerta con lentitud. Pude ver como Elena estaba recostada en la pequeña cama matrimonial en la cual yo había estado hace más de media hora, ahora ella descasaba, mientras que apretaba con sus manos una almohada y la abrazaba como si su vida dependiera de eso.

Su cabello estaba todo desordenado y sus ojos estaban totalmente cerrados, tal vez no había dormido en toda la noche, así que la deje descansar.

Me encamine hacia una pequeña silla de madera que estaba junto a la cama, me senté en esta y subí mi pierna hasta dejarla arriba de la otra. Mi teléfono comenzó a sonar, lo tome rápidamente, ya que no quería despertarla con el sonido, pero por suerte solo estaba en vibrador, lo tome y deslice la pantalla con mi dedo, me lo lleve hasta la oreja y hable.

― ¿Diga?―dije confundido, ya que antes de deslizar la pantalla de mi teléfono, pude notar que decía: número desconocido.

―Oliver―dijo una voz totalmente familiar desde el otro lado de la línea.

Encontrándonos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora